Guatemala no logra frenar la avalancha atroz de niñas abusadas y embarazadas

  • El país ostenta un triste récord en América Latina y El Caribe: cada día se quedan embarazadas 216 menores de 14 años, muchas tras ser violadas por familiares.

    El Congreso de ese país aprobó hace escasos meses una iniciativa que aumenta de 14 a 18 años la edad mínima de las niñas para poder casarse, pero el drama aún no cesa.

Las niñas abusadas y embarazadas en Guatemala, un drama recurrente.
Las niñas abusadas y embarazadas en Guatemala, un drama recurrente.
Diego Caldentey

Se han cumplido cinco meses desde que los diputados de Guatemala aprobaron una iniciativa parlamentaria que busca enfrentar uno de los peores dramas del país. En el Congreso impulsaron en noviembre pasado una modificación del Código Civil para aumentar de 14 a 18 años la edad mínima de las niñas para poder casarse, aunque los jueces pueden autorizar matrimonios con menores si han cumplido los 16, en determinadas circunstancias.

De todas formas, la medida supone un paso importante: su objetivo real es intentar frenar de alguna manera la avalancha imparable de menores abusadas y embarazadas de manera involuntaria o forzosa. Ahora, el debate sobre este tema se ha instalado por primera vez en la sociedad guatemalteca en su historia.

Guatemala es uno de los países del planeta que presenta la estadística más sórdida de abusos a menores. Según el último informe de Unicef, cada día se quedan embarazadas en ese país 216 niñas y adolescentes, muchas de ellas tras ser violadas por familiares. El organismo alerta que "las niñas que quedan embarazadas antes de los 18 años rara vez pueden ejercer sus derechos a la educación, la salud, la protección y un nivel de vida adecuado. Pierden su niñez, asumen obligaciones de adultas y no siempre disfrutan de todos sus beneficios".

Durante el pasado año se contabilizaron más de 5.000 embarazos en niñas menores de 14 años. Entre estos casos aparecen algunas víctimas menores de 11 y 10 años de edad. Esta cifra ha quedado registrada en el Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva (Osar).

No obstante, hay algo aún peor detrás del flagelo: la mayoría de las víctimas no denuncian. El Osar señala que en 2015 se presentaron apenas 400 denuncias, mientras que en 2014 fueron 680. Pero solo se registraron 40 condenas respecto a los 5.119 embarazos computados.

La Osar y Unicef aseguran en sus informes que la mayoría de las menores no denuncian porque suelen ser obligadas, ya sea por la familia o la comunidad en la que se encuentran inmersas, a asumir la maternidad.Las más vulnerables, de origen maya

El perfil de la población de menores más vulnerable es el de niñas indígenas, de origen maya. La Procuraduría de Guatemala revela en su último informe sobre Trata de Personas que 6 de cada diez niñas embarazadas es de origen maya, por lo que alerta de que una niña indígena puede ser cuatro veces más discriminada por ser niña, menor de edad, indígena y pobre.

América Latina y el Caribe es la región con mayor fecundidad adolescente en el mundo, después del África subsahariana. Proyecciones recientes plantean que la tasa de fecundidad adolescente en la región será la más alta del mundo y que se mantendrá estable durante el período 2020 – 2100.

En la región, una tercera parte de los embarazos corresponden a menores de 18 años, siendo casi un 20% de estas niñas menores de 15 años. En estas edades, el embarazo en adolescentes suele ser producto de violencia sexual, dado que las adolescentes están expuestas a condiciones de alta vulnerabilidad, entre ellas a varios tipos de violencia y riesgos, según Unicef.

Una de cada cuatro mujeres es madre antes de cumplir los 20 años en Guatemala. La tendencia crítica se acentúa: una tercera parte de los embarazos corresponden a menores de 18 años. De ellas, casi un 20% son menores de 15 años.

El Programa de Acción de El Cairo, que intenta prevenir la situación de maltrato hacia víctimas indefensas en la región de América Latina y El Caribe, aborda con preocupación el tema: el 30% de las mujeres con 15 años o más, que han tenido pareja, alguna vez han experimentado alguna forma de violencia sexual y física infligida por la pareja íntima.

Todavía, sin embargo, hay margen para la esperanza: las niñas mayas de Guatemala, que como quedó dicho son el grupo más desfavorecido del país respecto a este problema, con educación limitada, procreación frecuente, aislamiento social y pobreza crónica (entre sus principales síntomas), están siendo de a poco integradas a programas sociales.

Desde hace más de una década, el Consejo de Población y otros grupos, con el apoyo de UNFPA, Unicef y ONU Mujeres, entre varios organismos más, desarrollan un proyecto destinado a fortalecer redes de apoyo para ellas, quienes viven en áreas rurales.

La finalidad es ayudarlas a completar exitosamente las transiciones adolescente. Uno de los ejemplos es el plan 'Abriendo Oportunidades', que estableció en el país clubes para niñas, basados en la comunidad y espacios seguros, donde las menores pueden desarrollar aptitudes prácticas para la vida y de liderazgo y construir redes sociales.

Como resultado de la iniciativa, hasta la fecha el 100% de las niñas involucradas finalizó el sexto grado de Primaria. Todavía son pocas las participantes, pero al menos asoma un poco de luz a su drama.

Mostrar comentarios