Una ecografía en la semana 19 de embarazo les cambio la vida a Abbey Ahern y su esposo Robert. Esta pareja esperaba una niña cuando una prueba les desveló que el feto sufría anencefalia, una enfermedad que impide que el tubo neural no se cierre y por tanto que el bebé nacería total o parcialmente sin cerebro, cráneo ni cuero cabelludo.
Las pruebas y el diagnostico del estado de bebé escondía la peor noticia, la niña fallecería a las pocos días de nacer. “Un aborto en avanzado estado de gestación era una opción. Obviamente es la que la mayoría de las mujeres en mi posición habrían elegido, pero después de discutirlo con mi marido decidimos no abortar”, relató Abbey Ahern en su blog.
A pesar de todo, la pareja eligió seguir adelante para disfrutar de los pocos momentos que tuvieran con su bebé (Annie fue el nombre elegido) y con la donación de órganos como gran objetivo. “Continuar con un niño con una enfermedad fue lo más difícil que he hecho”, señaló la madre .
Annie nació en junio de 2016 y pudo compartir casi 15 horas con sus padres y con el resto de la familia (cuatro hijos). A pesar del esfuerzo del equipo del hospital de Oklahoma, la falta de oxígeno solo permitió que la donación de sus válvulas cardíacas fuera viable. El resto de órganos se entregaron para la investigación médica.
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