La mitad de la población de Sudán del Sur corre el riesgo de morir de hambre

  • La ONU ha alertado de que la situación alimentaria en Sudán del Sur continúa deteriorándose y hasta 5,3 millones de personas podrían enfrentarse a la falta de comida.

    Sudán del Sur sufre las consecuencias de la luchas por el poder: muertos, desplazados, extrema violencia sexual, niños-soldado y más de cinco millones de hambrientos.

La mitad de la población de Sudán del Sur corre el riego de morir de hambre
La mitad de la población de Sudán del Sur corre el riego de morir de hambre

La inseguridad, las malas cosechas y el desplazamiento en algunas zonas del país están detrás de la alarmante inseguridad alimentaria que acecha a Sudán del Sur, el país más joven del mundo. La mitad de los 11,3 millones de habitantes de este pequeño país africano está al borde de la hambruna según un nuevo informe de Naciones Unidas que alerta de que la situación continúa deteriorándose y hasta 5,3 millones de personas podrían enfrentarse a la falta de comida. Sudán del Sur está ante la peor hambruna desde la independencia del país en 2011.

La desesperación y la inestabilidad definen la andadura independiente de este pequeño país. Después de más de medio siglo de enfrentamientos y dos guerras civiles contra Sudán, la proclamación de independencia de Sudán del Sur, el 9 de julio de 2011, fue una inmensa alegría para un pueblo que no conocía la paz. Pero la esperanza duró poco. En diciembre de 2013 empezó un nuevo conflicto, esta vez étnico, que enfrentó a los seguidores del Presidente del país, Salva Kiir Mayardit, perteneciente al clan dinka, y los seguidores del que fuera su vicepresidente, Riek Machar, del clan nuer. El pasado 26 de agosto de 2015 se firmó un acuerdo de paz que sin embargo no ha impedido la continuación de los combates entre el gobierno y la rebelión.

Este brutal conflicto ha dejado 1,69 millones de desplazados internos, mientras que cerca de 712.000 sursudaneses han buscado refugio en los países vecinos. Este movimiento de personas es una de las causas de esta atroz hambruna ya que la población carece de un hogar en el que labrar la tierra para cultivar alimentos. No es el único. Los robos de ganado han privado a muchos habitantes de productos de origen animal esenciales como la leche, que fueron su principal medio de supervivencia en el periodo de escasez del año pasado. Si durante este periodo de sequía la ayuda humanitaria no llega a ellos de forma fiable, se enfrentarán a una catástrofe en los próximos meses.

Además, el tejido empresarial del país está destruido. Sudán del Sur no tiene capacidad de producción y lo que brota de manera natural de los árboles, no se puede transportar hasta las zonas más afectadas por la hambruna porque “no hay camiones, ni gasolina ni carreteras asfaltadas”, cuenta el corresponsal Alberto Rojas.

Paralelamente, la capital de Sudán del Sur, Juba es una de las ciudades más caras para los expatriados, según un informe de ECA International. El motivo, el aumento de población blanca, mayoría trabajadores humanitarios, de compañías de petróleo o diplomáticos que están desplazados en el país y que son capaces de pagar grandes cantidades de dinero para adquirir productos internacionales. Paradojas de la vida, mientras la población local se muere de hambre los extranjeros, a golpe de talonario, viven cómodamente en el país.

El país necesita inversión y proyectos extranjeros, pero para ello es urgente alcanzar la paz duradera. Mientras, los combates continúen, las agencias humanitarias así como donantes extranjeros, se negarán a invertir en el pequeños país africano para impedir que el dinero termine en manos de la guerrillas o corruptos que se enriquecen a costa de empobrecer a los más débiles.

La triste realidad es que tan pronto como se consiguió la largamente soñada independencia, nuevos problemas inmediatamente surgieron para este país recién nacido. Se desataron las luchas entre las etnias que iniciaron la carrera por hacerse con el poder político-económico. Las consecuencias de estas luchas motivadas por la ambición de poder son estremecedoras: más de 10.000 muertos, 2,2 millones de personas desplazadas, 150.000 albergados en campos de Naciones Unidas, extrema violencia sexual, niños-soldado y más de cinco millones de hambrientos que esta estación tampoco tendrán un bocado que meterse en la boca.

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