Si Holanda no quiere vender 'hierba' a los extranjeros, ¿quién lo hará?

  • Los tulipanes están floreciendo y los molinos de viento todavía mueven sus aspas, pero a los turistas les resulta cada vez más difícil disfrutar de uno de los principales atractivos turísticos de Holanda: el cannabis.

Holanda prohibirá la venta de cannabis a extranjeros
Holanda prohibirá la venta de cannabis a extranjeros
Paul Ames, Bruselas (Bélgica) | GlobalPost

Desde el 1 de mayo, muchos de los famosos cafés de cannabis de Holanda, conocidos eufemísticamente como "coffee shops", tienen prohibido servir a extranjeros.

De momento la prohibición sólo aplica a las provincias en el sur del país, que son destinos populares para visitantes llegados desde Bélgica, Francia y Alemania. Pero se prevé que se extenderá a principios del año próximo a Ámsterdam y el resto del país.

Dar unas caladas en un coffee shop es un viejo ritual de iniciación para los jóvenes viajeros en Europa, y muchos de ellos se lamentan de la desaparición de los cafés. Otros están analizando las regulaciones europeas sobre drogas blandas para buscar nuevos lugares en donde poder fumar marihuana sin complicaciones.

"Esto supone una gran oportunidad para una ciudad turística como Brighton & Hove para sustituir a Ámsterdam como destino favorito del turismo liberal", escribía recientemente en su blog Ben Duncan, concejal de la ciudad costera del sur de Inglaterra.

"Pensad en los millones que nuestras tiendas y hoteles podrían ganar con todos esos turistas rechazados en Ámsterdam por los conservadores holandeses viniendo a gastar aquí el dinero de sus vacaciones", plantea el político del Partido Verde.

Pero en realidad Gran Bretaña tiene una de las legislaciones más duras de Europa sobre cannabis: la posesión puede acarrear hasta cinco años de cárcel, aunque en la práctica tan sólo los reincidentes son realmente detenidos y juzgados.

España y Portugal parecen los candidatos mejor situados para atraer a los viajeros consumidores de mariguana. Ambos países tienen una política más liberal en este sentido, ya que tratan la posesión de la droga como un delito administrativo, no criminal.

Pese a su actitud más permisiva, ni España ni Portugal permiten negocios de venta de cannabis como los coffee shops holandeses. Aunque la posesión para consumo personal no está penalizada con cárcel, si una persona es detenida con mariguana se le requisa la sustancia y puede enfrentarse a una multa.

"Portugal tiene una política bastante suave y liberal con los pequeños suministradores de marihuana y el autoconsumo. Es así desde hace 10 años, pero eso no ha generado ningún tipo de turismo de drogas", explica Joep Oomen, de la Coalición Europea para Políticas de Drogas Justas y Efectivas, que promueve legislaciones permisivas.

Las políticas de drogas no forman parte de la legislación de la UE, lo que significa que cada país es libre de establecer sus propias normas. Una situación un tanto anacrónica, dada la falta de controles fronterizos dentro de la UE.

Francia, en concreto, se ha quejado reiteradamente del planteamiento liberal holandés, asegurando que éste conduce a los jóvenes galos a viajar a Holanda para comprar cannabis que después venden en su país.

En la década de 1990 hubo un incidente diplomático serio entre los dos países, cuando el presidente Jacques Chirac amenazó con excluir a Holanda de la zona libre de fronteras de la UE y un informe parlamentario francés tildó al país vecino de "narco estado".

Ahora, sin embargo, la postura más firme de Holanda ha desencadenado algunos temores en otros países, ante la eventualidad de que el cierre de los coffee shops pueda generar un aumento del comercio ilegal de cannabis dentro y fuera del país de los tulipanes.

"Esta nueva política de los holandeses tendrá efectos en nuestro país", aseguró la semana pasada la ministra del Interior belga, Joelle Milquet. "Podría suponer un aumento de las plantaciones de cannabis en Bélgica, un aumento en las ventas ilegales y en el del número de camellos buscando clientes potenciales en nuestras calles".

La ministra ha anunciado un aumento de las patrullas policiales antidroga y una mayor cooperación al respecto con sus colegas holandeses.

Las autoridades belgas y alemanas ya vienen luchando contra un aumento en la producción nacional de cannabis desde que Holanda llevó a cabo una ofensiva contra la droga que obligó a reubicar las plantaciones que suministran a los coffee shops. El número de plantaciones de cannabis descubiertas por la Policía de Bélgica aumentó desde 35 a 666 entre 2005 y 2008.

"Esto tendrá un gran impacto en los países fronterizos, en Alemania y Bélgica", dice Oomen. "Los coffee shops son inaccesibles ahora, y habrá un enorme aumento del mercado ilegal, de camellos en las calles, etc., tanto en Holanda como al otro lado de sus fronteras".

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