Ben, el último hombre de los juicios de Nuremberg: "Me asomé al infierno"

    • Benjamin Ferencz, fiscal jefe del caso Einatzgruppen, que juzgó al equipo de matanza de judíos, está volcado en la defensa de los derechos universales. "Nuremberg me enseñó que construir un mundo de tolerancia es una tarea larga y ardua".

    • De 94 años, estuvo en el ejército de EEUU en la II Guerra Mundial y llegó a Nuremberg por la fama de jurista de Harvard insubordinado.

Benjamin B. Ferencz, fiscal jefe de los juicios de Nuremberg
Benjamin B. Ferencz, fiscal jefe de los juicios de Nuremberg
R. Rivera /Agencias

El último hombre de los juicios de Nuremberg se llama Benjamin B. Ferencz, tiene 94 años y un rostro cándido y es padre de cuatro niños. "Me estoy haciendo viejo… Me estoy quedando sin vapor", decía en una reciente entrevista en la revista The Atlantic. Pero su memoria permanece inalterable. "Todavía hoy, cuando cierro mis ojos, soy testigo de una visión que no puedo olvidar; un crematorio encendido con el fuego de la carne quemada y montones de cuerpos apilados Me había asomado al infierno", relata en su página web, en el apartado de su biografía.

Benjamin nació en Transilvania (Rumania) en 1920 y se trasladó siendo un bebé a EEUU. Sus primeros recuerdos se localizan en un apartamento de Manhattan. Fue a Harvard, donde estudió derecho penal y se unió al batallón de artillería antiaérea estadounidense, en la II Guerra Mundial. Siendo soldado vio sangre y fuego, pero no el infierno, que descubrió después, cuando llegó a los juicios de Nuremberg por su fama de jurista de Harvard insubordinado. "Me llamaron por un coronel, Telford Taylor, que me dijo: Mira, he oído que eres insubordinado. Y le dije: Eso no es cierto, sino que no sigo órdenes que sé que son tontas", contaba en una entrevista en 1994.Un jurista de Harvard insubordinado

Aquel Telford resultó ser un excelente abogado que conocía a fondo el problema de juzgar a los responsables de la máquina del exterminio: al grupo de los Einsatzgruppen. Se trató de un conjunto de escuadrones de ejecución de judíos y colectivos de gitanos durante la invasión nazi en Rusia, integrados por miembros de las SS. Fueron condenados 22 mandos por masacrar a un millón de judíos y decenas de miles de comisarios políticos soviéticos, romaníes y personas discapacitadas. 13 de ellos fueron sentenciados a muerte.

Ferencz se convirtió en fiscal principal para los Estados Unidos del "mayor juicio por asesinatos de la historia": el Caso Einsatzgruppen de los Procesos Posteriores de Nuremberg. Ferencz tenía sólo 27 años. Fue su primer caso.

Antes de llegar al tribunal, Benjamin tuvo que recorrer los lugares del horror y desenterrar los cuerpos. "Iba con mi todoterreno, hasta el cuartel de la Gestapo por si podía atrapar a alguien. Se habían ido. Pero me apoderaba de los registros y averiguaba quién había estado a cargo", relata en su biografía.

"Nuremberg me enseñó que crear un mundo de tolerancia y compasión sería una larga y ardua tarea. También me enseñó que, si no nos dedicábamos a desarrollar leyes mundiales efectivas, la misma mentalidad cruel que hizo posible elHolocaustopodría algún día destruir a toda la humanidad", explica el fiscal en su biografía.

Benjamin ha estado este martes en Madrid en el Congreso Jurisdicción Universal en el siglo XXI. El único fiscal vivo de los juicios ha defendido la aplicación de la jurisdicción universal ante la polémica reforma del Gobierno y los intereses políticos y económicos de los Estados que están "por encima de las personas".

En 1975, tras un trayectoria ligada a los juzgados y advertir de los horrores de la guerra, Ferencz decidió que iba a retirarse progresivamente de la práctica de la ley y se dedicaría a estudiar y escribir sobre la paz mundial. Hasta hoy, que continúa. "Estén o no escritas las leyes, hay crímenes que no se pueden tolerar porque amenazan a todas las personas donde quiera que se encuentren", ha subrayado este martes en Madrid.

Es consciente de que existen "importantes intereses políticos y económicos" a los que hay que plantar cara. "Gastar millones de dólares en armamento nuclear y tener objetivos militares en otros países es una locura", ha denunciado el fiscal estadounidense, autor de varias publicaciones. Su tesis es la defensa del derecho internacional como camino hacia la paz.

Su último artículo lo escribió el pasado 1 de septiembre, en el New York Times. Era una carta al editor. Se votaba una intervención de EEUU en Siria. "El uso de gas venenoso ha sido un crimen de guerra desde 1920. Los juicios de Nuremberg hicieron evidente que los delitos son cometidos por individuos. Sólo los líderes responsables deben rendir cuentas ante la Justicia. Nadie quiere que Estados Unidos sea el policía del mundo. El Congreso no es un foro adecuado para determinar los hechos y la responsabilidad. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debe enviar el asunto de los gases a la Corte Penal Internacional de La Haya, que es competente para sancionar los delitos de lesa humanidad".

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