Jueces, forenses y policías de dos países para desentrañar muchos porqués

  • Tres jueces y forenses de España y Holanda, junto a policías de Murcia, Valencia y Madrid, en coordinación con agentes de aquel país, tratan de desentrañar todos los porqués de la trágica desaparición y posterior hallazgo, ya muertos, de la exjugadora de voleibol neerlandesa Ingrid Visser y de su pareja, Lodewijk Severein.

Murcia, 28 may.- Tres jueces y forenses de España y Holanda, junto a policías de Murcia, Valencia y Madrid, en coordinación con agentes de aquel país, tratan de desentrañar todos los porqués de la trágica desaparición y posterior hallazgo, ya muertos, de la exjugadora de voleibol neerlandesa Ingrid Visser y de su pareja, Lodewijk Severein.

Ella era la jugadora que más veces había vestido la camiseta de la selección de su país, con un récord de 514 partidos internacionales disputados; tenía 36 años, medía 1,92 centímetros, era rubia y muy atractiva y había vivido en Murcia entre los años 2009 y 2011 junto a su pareja, un hombre de negocios 21 años mayor.

Precisamente las desavenencias en los negocios son el principal móvil que baraja la policía para esclarecer por qué fueron asesinados y, aunque ayer se descartó públicamente que fueran negociaciones relacionadas con el mundo del voleibol las que llevaron a la muerte de esta pareja, el primer detenido, ya encarcelado, es el español Antonio Cuenca, exgerente del ya desaparecido Club Atlético Voleibol 2005, de Murcia, en el que ella jugó hasta su retirada del deporte.

El caso, que ha llevado a la detención también de los dos presuntos autores materiales de estas muertes, ha sido declarado secreto por los jueces de Murcia y Valencia que instruyen esta investigación, que está pendiente del resultado de las pruebas practicadas, de los cotejos de las muestras de ADN llegadas anoche a España desde Holanda y del análisis de los restos encontrados en la finca donde aparecieron los cadáveres el domingo y en la casa donde los mataron.

En esta vivienda, un alojamiento rural en alquiler para los fines de semana, situado en un cerro solitario de la pedanía de La Hurona, en Molina de Segura, coincidieron los días 13 y 14 de mayo los dos fallecidos y los tres detenidos hasta ahora, aunque sigue siendo una incógnita por qué los holandeses llegaron allí.

La última vez que se les vio con vida fue a su llegada a Murcia, en la tarde del lunes 13 de mayo, cuando aparcaron el coche que habían alquilado en la avenida Juan Carlos I, de Murcia, muy cerca del hotel en el que tenían reserva de dos noches y donde no llegaron a dormir.

En esa calle habían vivido ambos y las cámaras de seguridad inspeccionadas, una vez encontrado el coche el día 22, dieron alguna pista que llevó a la policía hasta La Hurona.

Los vecinos de esta pedanía, al igual que los de la colindante El Fenazar, entienden ya el porqué de la importante presencia policial de la última semana, aunque aseguran a los periodistas españoles y holandeses que husmean el terreno desde ayer que jamás relacionaron la trágica desaparición de esta pareja con sus pueblos.

El secreto del sumario y el curso de la investigación también protegen el porqué del regreso a Murcia de los fallecidos dos años después de haber abandonado esta ciudad.

El holandés que habló como portavoz de la familia en los primeros momentos de la investigación, un residente en Denia (Alicante) amigo y vecino del fallecido en la época en la que él todavía no había conocido a Ingrid, explicó entonces a los periodistas que estaban aquí para acudir a una cita médica en un clínica de fertilidad, un extremo que confirmó después la abogada que ahora representa a sus familiares.

Tanto uno como otro desconocen, según dicen, los negocios a los que se dedicaba Lodewijk, aunque son estos asuntos los que han hecho de Ingrid Visser la principal víctima de este caso, que ha conmocionado a la opinión pública en Murcia y Holanda.

No se sabe con qué amigos habían quedado aquí, según el comentario hecho por ellos a sus familias días antes de viajar a España, ni tan siquiera si esos contactos de amistad llegaron a existir o fueron una excusa puesta en Holanda, y tampoco se sabe por qué accedieron a montar en un coche en dirección a la casa de Molina de Segura en la que murieron tras ser sometidos a una "violencia importante".

La policía no da por cerrada esta investigación y podrían practicarse en las próximas horas nuevas detenciones en relación a este caso, que probablemente mañana dará un nuevo paso con la declaración ante el juez de los dos hombres de nacionalidad rumana, de 47 y 60 años, que se encargaron de matar a esta pareja holandesa.

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