Tras la abstención, no llega la calma: sigue la guerra en el PSOE

  • La pelea de ahora es para saber cómo han de votar la abstención, si rebajada con agua o a palo seco; la próxima batalla será para saber quién es el nuevo califa del socialismo español.

    Perder elección tras elección con Pedro Sánchez como líder y pensar que la culpa es de Rajoy y de los votantes, te lleva a sufrir un colapso mental.

Fernández responde a los 'barones' que no hay negociación sobre la abstención: "El acuerdo del Comité fue claro y firme"
Fernández responde a los 'barones' que no hay negociación sobre la abstención: "El acuerdo del Comité fue claro y firme"
EUROPA PRESS
José Luis Roig / @joseluisroig

Los militantes socialistas están que trinan porque dicen que su partido se ha entregado a Mariano Rajoy. Los “jefes” del PSOE, por su parte, entre ellos Elena Valenciano, explican que se han abstenido para desbloquear la situación, pero todo el mundo sabe que eso no es cierto aunque sea verdad. Ni tampoco lo han hecho por responsabilidad democrática, ni para que Rajoy sea Presidente de Gobierno, algo que, sin embargo, no podrán evitar. Lo han hecho por instinto partidista de supervivencia.

El PSOE se va a abstener en segunda votación –ya veremos como lo escenifican, que eso también preocupa mucho-, para no morir –literalmente- en unas terceras elecciones, que era la otra alternativa que le quedaba. La victoria de la abstencionistas en el Comité Federal del domingo por 139 votos, frente a los 96 apoyos de los amantes del “NO”, demuestra claramente que se impuso el instinto de conservación, pero que hubo –y hay todavía- muchos que prefieren hundirse en la miseria electoral antes que facilitar un Gobierno de Rajoy.

Lo que se entiende menos, es que haya socialistas que participan en una votación aportando su propuesta y que, sin embargo, cuando gana la opción contraria deciden no acatar el resultado. Podríamos decir –sin señalar a nadie, ni a Iceta, ni a Elorza, ni a Luena, etc.- que hay mucho demócrata de boquilla, pero no de hecho y de derecho. Aceptar un resultado limpio y adverso es un principio básico para que el juego democrático no se convierta en una tiranía de interés particulares. Si la democracia interna nos la pasamos por el arco de Triunfo cuando no nos gusta el marcador, será difícil lograr una buena convivencia construir una sociedad justa. Pero los socialistas tienen estas cosas que sólo los muy adictos a las siglas pueden entender o tragarse.

Miquel Iceta y el PSC siguen empeñados en jugar a  ser “independientes”. Será que la catalanidad del siglo XXI te permite no acatar las leyes que no te gustan ni nada que no sea de tu agrado. Como no me gusta el resultado decido no aceptarlo. ¿Quién se puede fiar de alguien que actúa de esta manera tan reprobable?

Está claro que las guerras internas en el PSOE siguen y seguirán durante largo tiempo.  La pelea de ahora es para saber cómo han de votar la abstención, si rebajada con agua o a palo seco; la próxima batalla será para saber quién es el nuevo califa del socialismo español. Y mientras tanto nadie nos dice cuáles son las verdaderas ideas políticas del PSOE y qué proyecto tiene de España. Mucho hablarnos de su ombligo pero de lo que de verdad nos interesa a los españoles ni pío.

Los errores se pagan caros, y la hipocresía política aún más. Perder elección tras elección con Pedro Sánchez como líder y pensar que la culpa es de Rajoy y de los votantes, te lleva a sufrir un colapso mental y social como el que ahora sufre el partido socialista, que se encuentra dividido y perdido en la jungla de una nueva era política que no saben descifrar ni afrontar con inteligencia.

Otro de los muchos problemas que tiene el PSOE es no distinguir quién es su enemigo real y quién su rival coyuntural. Y en vez de averiguarlo y tenerlo claro se dedica a dar palos de ciego contra su propia cabeza. Su enemigo es Podemos y su rival el PP, y el PSOE deberá distinguirlos bien e interactuar con ambos con inteligencia y responsabilidad si no quiere convertirse realmente en un partido residual. Poco futuro puede tener un partido que teme más los twitts de las huestes podemitas que las opiniones más discretas, pero más sabias, de sus votantes.

Hay una frase que le encanta al líder de Podemos, aunque no sea suya: “Un Pablo Iglesias fundó el PSOE y otro Pablo Iglesias acabará con él”. La sentencia no es sólo una ironía del destino, sino un verdadero deseo que bulle en el cerebro de un Iglesias destructor de capitalistas y asustador de clases medias. Todo esto lo veremos en la escena política los próximos meses, que prometen ser calientes y duros, desde un punto de vista político e informativo.

El futuro de la nueva legislatura, que empezará la próxima semana con un nuevo Gobierno y un mismo Rajoy, nos traerá un tiempo de infartos informativos. Veremos cómo lo gestiona el brujo gallego de Moncloa y de qué son capaces sus señorías, las mismas que llevan un año mareando la perdiz a costa del contribuyente.  ¿Sabrán alcanzar acuerdos que regeneren la maltrecha vida social y política o se dedicarán al descrédito personal y a seguir liando la vida parlamentaria, hasta el punto de que en verano de 2017 tengamos nuevas elecciones?

El PSOE tiene a partir de ahora la oportunidad de regresar a la cordura política y a la razón de Estado, esa misma que le dio bastantes éxitos políticos antaño. Pero todo apunta a que su actitud irá más encaminada a forzar su radicalismo –compitiendo con Podemos- y a subir de tono su postureo hasta conseguir que la falsa paz social que puede llegar con la investidura de Rajoy acabe mucho antes de lo previsto. En breve lo veremos. Hagan sus apuestas.

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