“Otra pregunta venga”… Rajoy y una lección bien aprendida

  • Rajoy sale indemne de un encuentro judicial en el que no se ha encontrado apenas complicaciones. 

    El único que sonreía de vez en cuanto, de cara al público entre pregunta y pregunta, era el propio Rajoy, que veía que tenia todo controlado. 

“Otra pregunta venga”….
“Otra pregunta venga”….

A nadie le gusta sentarse en un banquillo, aunque sea con el privilegio de estar en el estrado, con el público y la prensa enfrente, y no en el lugar de los acusados, que suelen estar de espaldas a la galería. Pero Rajoy tampoco puede decir que lo ha pasado mal. “Puedo responder si quiere” le decía al presidente de la sala cuando cortaba alguna pregunta por impertinente. Evidentemente, tenía la lección bien aprendida, hasta el punto de que cualquiera en la sala ha perdido la cuenta de las ocasiones en las que dijo aquello de “yo no me he ocupado nunca de los asuntos económicos del partido, solo de la parte política”.

Rajoy sale indemne de un encuentro judicial en el que no se ha encontrado apenas complicaciones. Incluso cuando, al principio, cuando la faena permitía el lucimiento, por los cortes “pertinentes o impertinentes” del presidente de la sala o porque era una pregunta fácil de torear, se permitía el lujo de contestar mirando al tendido de la treintena de periodistas que le miraban en primer plano. En las cuatro primeras filas reservadas a los acusados solo había un ocupante, escorado a la izquierda, lo que colocaba a las cuatro filas de periodistas siguientes en primer plano.

“Otra pregunta venga”…. El presidente de la sala, Ángel Hurtado, no quería en ningún momento que las cosas se le fuesen de las manos con preguntas de cara a la galería, repetidas o inútiles, sobre todo porque todo el mundo en la sala sabía que las contestaciones a todas ellas eran también similares: “Yo de la parte económica del partido no me he ocupado nunca”… y luego “venga otra pregunta, que de eso ya hemos hablado y ha quedado contestado”.

Los teclados de los ordenadores de la prensa -casi treinta tecleando al mismo tiempo- solo cogían velocidad de crucero cuando alguna pregunta mencionaba a Bárcenas, el gran ausente del encuentro, y a la relación que ambos podían tener, pero ni en esos momentos hubo mayores alteraciones. Y las esperadas preguntas de la concienzuda fiscal, que en otras sesiones metió en apuros a otros secretarios del partido, tampoco se produjeron. Esta vez estaba escoltada por el Fiscal Jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón, impertérrito y serio en todo momento, como corresponde a su papel.

El único que sonreía de vez en cuanto, de cara al público entre pregunta y pregunta, era el propio Rajoy, que pasada una hora del interrogatorio y ante las preguntas de las acusaciones veía que tenía todo controlado. Incluso se ha permitido alguna de sus famosas frases que parece que dicen algo y no dicen nada, típicas de sus colillas políticas en el Congreso. “Las cosas son como son y a veces son como a uno le gustaría que fueran”, decía, para dar la callada por respuesta cuando le recriminaban que contestaba a la gallega. Eso sí, cuando le interesaba, dejaba claro que nunca ayudó a Bárcenas y contestaba hasta alguna pregunta que el presidente de la sala considera impertinente. Le interesaba ante todo dejar claro que, después de aquellos famosos mensajes, “jamas” habló con Bárcenas, ni le llamó, ni le ayudó. Nada de nada.

Al final, si algo sabe hacer un político de la talla de Rajoy es contestar a todo lo que se le pregunte, con contenido o sin él. Incluso con menos problemas que en algunos debates parlamentarios, salvadas las distancias de estar en suelo judicial. El resultado es el de siempre, el presidente del Gobierno no ha defraudado a nadie, ha hecho una faene de aliño y al nuevo estilo de Baleares, sin sangre ni ningún tipo de crueldad con el… testigo, en este caso.

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