Simón Peres, la cara más amable de Israel, pone fin a 70 años de carrera

  • El nonagenario Simón Peres puso fin hoy a la carrera política más larga de la historia de su país después de siete años como intachable jefe del Estado, aunque aseguró que "no dejará de trabajar por Israel", sólo se traslada de oficina.

Daniela Brik

Jerusalén, 24 jul.- El nonagenario Simón Peres puso fin hoy a la carrera política más larga de la historia de su país después de siete años como intachable jefe del Estado, aunque aseguró que "no dejará de trabajar por Israel", sólo se traslada de oficina.

Peres, que estos últimos 70 años ha ocupado casi todos los cargos de la Administración israelí -entre ellos los de primer ministro y presidente-, puso hoy el broche de oro a su carrera tras jurar el cargo su sucesor, Reuvén Rivlin, en una ceremonia celebrada en el Parlamento que estuvo marcada por la situación de guerra en el país.

Oficialmente, mañana viernes Peres abandonará la residencia presidencial en Jerusalén y el domingo entrará en ella su sucesor.

"Todos los que conocemos a Peres sabemos que no es que dejará de trabajar, el concepto 'vacaciones' nunca ha estado en su vocabulario, el domingo sencillamente estará trabajando por Israel desde otra oficina", dijo a Efe una fuente próxima a la presidencia.

Y es que a sus 91 años, después de una vida enteramente dedicada a servir a su país, el veterano político no se ha planteado abandonar ese bebé, el Estado de Israel, que vio nacer en 1948 junto a su entonces mentor David Ben Gurión.

"Mis ojos han visto a Israel en sus horas más difíciles y también en sus momentos de éxito y de mayor exaltación espiritual", afirmó el ya ex presidente israelí al inaugurar su mandato hace siete años.

A ese cargo, su último oficial, llegó después de haberlo intentado infructuosamente en 2000 y ser derrotado por Moshé Katsav, al que paradójicamente sucedió en 2007 después de que éste fuera acusado de una serie de delitos sexuales.

Mejorar el desprestigio de esta institución fue su primera misión, así como la de servir de equilibrio de la siempre fraccionada y multicultural sociedad israelí.

También ha servido de cara más amable de Israel ante la comunidad internacional, en la que con los años ha llegado a crearse un "club de fans", según la descripción que hizo a principios de mes el ex primer ministro británico y representante del Cuarteto para Oriente Medio, Tony Blair.

"Estos siete años de Peres han sido una bendición para Israel", coinciden en señalar hoy israelíes tanto de derechas como de izquierdas sobre quien, hace sólo veinte años, erizaba la piel a la mitad de la población con sus revolucionarias ideas pacifistas.

Por una de ellas, la de los acuerdos de Oslo de 1993 que firmó junto al hoy presidente palestino, Mahmud Abás, le fue concedido el Premio Nobel de la Paz junto a los fallecidos Isaac Rabin y Yaser Arafat, aunque el sueño de "un nuevo Oriente Medio" nunca llegó a realizarse.

Se vio truncado por el asesinato de Rabín en 1995 y una ola de atentados de Hamás entre 1994 y 1996 que también acabó con la derrota de Peres en las elecciones de 1996, y que cimentaría el camino hacia la sangrienta segunda Intifada, que estallaría en septiembre de 2000.

Fue en el marco de este enfrentamiento, en el que Peres abandonó el Partido Laborista para unirse a la nueva iniciativa política de de su otrora rival Ariel Sharón: el partido Kadima, desde el que llegó a la Presidencia en 2007.

Hoy, en una retrospectiva que podría ocupar volúmenes enteros de una enciclopedia, la sociedad israelí no olvida sus decisivos aportes en materia de seguridad, como el impulso que dio al programa nuclear israelí y a la industria aeronáutica, ambos factores claves para la supremacía militar de Israel en la región.

Nacido hace 84 años en la localidad de Vishnieva, entonces Polonia y en la actualidad Bielorrusia, Peres emigró a los 11 años con su familia a Israel, entonces la Palestina bajo Mandato Británico donde se radicaban miles de judíos con la aspiración de establecer un Estado independiente.

El joven Peres vivió algunos años en un kibutz próximo al lago Tiberíades, donde hizo el bachillerato, antes de adherirse a las juventudes obreras socialistas.

En la década de los cincuenta se convirtió en el "pupilo aventajado" de Ben Gurión, para dar el salto a la política activa en 1959, cuando fue elegido por primera vez diputado en el Parlamento, acta que ha ido renovando sucesivamente durante 48 años.

En todo ese período ha sido también ministro en una decena de carteras, con especial repercusión en las de Finanzas y Exteriores, esta última desde la que más ha hecho avanzar las relaciones de Israel con los palestinos y los países árabes vecinos.

Su Centro Peres de la Paz ha promovido numerosas iniciativas -muchas de ellas deportivas- para promover el encuentro entre dos pueblos que él dice, no son "enemigos y están condenados a vivir juntos".

"De Ben Gurión aprendí que en la guerra no hay alternativas, hay que ganarlas; sin embargo, cuando ya se crea una oportunidad para la paz, no hay que dejarla escapar", suele contar sobre una visión de vida por la que seguirá trabajando pero, ahora, por primera vez, como un ciudadano más de Israel.

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