Un PSOE renovado trata de recuperar su pulso vital

  • El nuevo líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, tiene por delante un trabajo titánico para recuperar el pulso vital de un partido al borde del abismo, abatido electoral y anímicamente, y su primera tarea será cerrar las heridas internas si no quiere convertirse en otro secretario general interino más.

Eva Santos

Madrid, 13 jul.- El nuevo líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, tiene por delante un trabajo titánico para recuperar el pulso vital de un partido al borde del abismo, abatido electoral y anímicamente, y su primera tarea será cerrar las heridas internas si no quiere convertirse en otro secretario general interino más.

El triunfo de Pedro Sánchez, que ha arrasado en Andalucía (sur) donde el partido gobierna, deja muchas dudas en el aire pero tranquiliza a no pocos dirigentes territoriales, que contemplaban con temor una victoria de Eduardo Madina que llevara al PSOE a una radicalidad a la izquierda intentando frenar el avance de Izquierda Unida(IU) y de la formación sorpresa en las últimas europeas, Podemos.

Son aquellos que están convencidos de que el verdadero granero de votos del PSOE está en el centro y no en los márgenes. Los mismos, también, que intentaron promover al principio una candidatura unitaria en torno a la presidenta de la comunidad andaluza, Susana Díaz.

Frente a ellos, se sitúan quienes alertan desde hace tiempo de que los socialistas están perdiendo parte de su esencia y de sus valores, que consideran que deben estar más a la izquierda, como antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobara el decreto de mayo de 2010 (el que puso en marcha las medidas del recorte económico), que muchos sitúan como el origen del desamor con los votantes progresistas.

Sánchez se ha defendido de quienes le acusan de estar bajo el paraguas de Díaz y ha insistido toda la campaña en que él era el auténtico candidato de las bases, que era mucho menos conocido que Madina, que no formaba parte del "aparato" y que partía con desventaja.

Nadie duda de que el poder de Susana Díaz hoy por hoy en el PSOE es inmenso. Una dirección federal enfrentada a la presidenta andaluza y al principal granero de votos socialista sería un escenario muy perjudicial para los intereses electorales del partido.

Y las próximas citas con las urnas están a la vuelta de la esquina: las municipales y autonómicas de mayo de 2015. Si el PSOE se hunde ahí también, puede olvidarse de volver a sentarse en la Moncloa, sede del Gobierno.

Pedro Sánchez tendrá oportunidad ahora de demostrar la autonomía con la que asegura haberse presentado y dejar claro que no está bajo la tutela de Díaz ni de ningún otro, sin que ello sea óbice para entablar una relación fluida.

Ha ganado casi con un 50 por ciento de los votos de los más de 125.000 militantes que han participado en esta consulta histórica, en la que las bases socialistas han podido por primera vez elegir a su nuevo líder, si bien el nombre debe ser confirmado por el congreso federal de finales de mes.

El hecho de que hubiera tres candidatos -junto a Sánchez y Madina competía José Antonio Pérez Tapias- ha permitido dispersar el voto, ya que de haber habido sólo dos aspirantes el resultado estaría mucho más ajustado y la división del partido en dos hubiera sido más evidente.

De este modo, todo ha quedado más disperso, según el análisis que hacen diversas fuentes socialistas, que creen que así será más fácil cerrar "heridas" y no como pasó en el congreso federal de 2012, cuando Alfredo Pérez Rubalcaba ganó por sólo 22 votos a Carme Chacón.

Los socialistas quieren ahora evitar a toda costa que se reproduzca una situación similar, aunque está por ver el comportamiento de los perdedores.

Se piensa que Izquierda Socialista, la corriente interna a la que ha representado Tapias en esta disputa y que ha vuelto a recuperar un protagonismo perdido desde el anterior congreso, exija su cuota en la nueva Ejecutiva y en el Comité Federal, y habrá que ver también qué quiere Madina.

A ambos, Sánchez les ha ofrecido integrarse en su dirección, que saldrá del congreso federal de finales de mes.

Los tres candidatos se habían presentado a esta competición enarbolando la bandera del socialismo y, en realidad, las diferencias programáticas entre los dos favoritos eran casi de matiz. Pérez Tapias era el único que se distinguía en algunos temas, como la consulta catalana o el referéndum entre monarquía y república.

Por eso, más que sus programas, lo que ha marcado la campaña ha sido la compañía.

Sánchez ha tenido un apoyo mayoritario en Andalucía, donde también recabó más avales que ninguno, y nadie es ajeno a que buena parte de esta adhesión se debe al enfrentamiento entre Díaz y Madina a comienzos del proceso para que hubiera una candidatura unitaria.

Madina se empeñó en la premisa de un militante un voto y finalmente Díaz descartó presentarse. Después, hubo otro rifirrafe entre el vasco y toda la federación andaluza cuando se empeñó en que se contara en origen por territorios de los avales.

Los andaluces se lo tomaron casi como una afrenta y, desde entonces, se daba por hecho que los votos de Madina en esa comunidad iban a ser escasos. Sánchez ha conseguido en Andalucía el doble que sus dos rivales juntos.

Alfredo Pérez Rubalcaba, actual secretario general, ha estado dos años y medio consagrado a sortear las puñaladas internas de su partido y eso le ha debilitado a él y al PSOE, se quejan muchos socialistas, conscientes de que no han ofrecido nunca ante la sociedad una imagen de unidad que quizás era la premisa principal desde la que comenzar la resurrección.

Ahora, el PSOE está casi en coma, y en la cabeza de muchos ronda la imagen de la desintegración exprés de partidos como la Unión de Centro Democrático (UCD) o, incluso, la más reciente del Pasok, que ha pasado de tener un tercio de los votos y de gobernar en Grecia a ser prácticamente irrelevante.

¿Está el PSOE condenado a lo mismo?.

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