Donde dije digo... Las promesas incumplidas y los cambios de discurso de los partidos

  • PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos acumulan multitud de incumplimientos: dicen una cosa en campaña y luego hacen otra.

    La subida de impuestos de Rajoy, el adiós al término "casta"de Iglesias, Cataluña y el derecho a decidir y no veto de Ciudadanos a Sánchez son algunos de los cambios.

Donde dije digo... Las promesas incumplidas y los cambios de discurso de los partidos
Donde dije digo... Las promesas incumplidas y los cambios de discurso de los partidos

"Prometo que..." "Si soy presidente del Gobierno me comprometo a..." "Mi propuesta es..." No se crean lo que les dicen estos días los líderes políticos. La experiencia demuestra que una cosa es los mensajes durante la campaña y otra cosa, bien diferente, es lo que hacen o aplican después de la cita con las urnas. Hay casos de afirmar una cosa y hacer justamente la contraria. Incluso, hay cambios radicales de programa electoral en cuestión de meses. No se libra ningún partido:Partido Popular y RajoyTras cuatro años de Gobierno, Rajoy ha dejado varias promesas electorales sin cumplir, lo que ha generado gran frustración entre algunos de sus votantes. Algunas de ellas son:

1. No subir los impuestosSon muchas las ocasiones en las que el Partido Popular criticó y aseguró que no tocaría ni el IVA ni el IRPF. "Subir los impuestos hoy significa más paro y recesión. Es darle una vuelta más a las maltrechas economías de las familias y las empresas", decía en 2009. "Hay una alternativa a subir los impuestos: la alternativa es gastar menos […] Es un disparate en tiempos de crisis subir los impuestos […] ¡No más IVA! [...] La subida del IVA es un sablazo de mal gobernante a los ciudadanos que ya están pagando muy duramente la crisis", repitió en 2010. "Si subiéramos los impuestos, los grandes impuestos, el IVA o el IRPF, lo que nos traería es menos crecimiento y más paro", fue su consigna en plena campaña electoral.Pero lo que es fácil de decir en la oposición, es difícil de mantener en el Gobierno. O así debió verlo Rajoy cuando apenas un mes después de ganar las elecciones, en su primer consejo de ministros, el 20 de diciembre de 2011, aprobó gravar más las rentas del trabajo y las del ahorro.Consciente de que suponía un claro incumplimiento electoral, el presidente decidió renombrar al impuesto como "recargo temporal de solidaridad". La realidad es que Hacienda obtuvo así 4.100 millones de euros más de los asalariados y otros 1.250 del ahorro, que subió del 2% al 6%. La subida del IVA, "el sablazo de mal gobernante" en palabras de Rajoy, lo elevó del 18% al 21%.Ahora, en esta campaña, el PP también ha prometido una rebaja de impuestos.2. Sanidad y Educación, intocablesLas "líneas rojas" del PP, como las definió el propio Rajoy, eran la Sanidad y Educación. Antes de las generales de 2011, los populares prometían "una mejorada educación obligatoria y gratuita". El mensaje estaba claro: los recortes no llegarían ahí. Pero la realidad desmintió a la promesa: hubo un recorte de 10.000 millones de euros y el presupuesto enviado por el Gobierno central a las comunidades autónomas para estas partidas se ha reducido en 570 millones.3. Las pensiones Fue el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero el que congeló las pensiones en mayo de 2010. La reacción de Rajoy fue prometer lo que más tarde no cumplió: "El PP está comprometido con el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones", decían en el programa con el que ganaron las elecciones generales con mayoría absoluta.Además, en el debate a dos contra Rubalcaba, Rajoy dijo sobre las pensiones: "No voy a tocarlas. Para mí son un compromiso irrenunciable".Pero una vez en el Gobierno se desligó esta partida del IPC y los pensionistas perdieron poder adquisitivo. 4. No abaratar el despido

Un mes antes de las elecciones, después de algunas filtraciones en la prensa, los dirigentes del Partido Popular se apresuraron en negar que tuvieran la intención de hacer más barato el despido de los trabajadores. La reforma laboral posterior, rebajando a 20 días por año trabajado y de 45 a 33 días la indemnización para los contratos indefinidos desmintió a los populares. 

5. Reformar la Ley del AbortoSi había una promesa alejada del matiz económico que impregnaba casi todo el programa del PP, esta era la reforma de la Ley del Aborto. Tras contentar al sector más conservador de su electorado y enfadar a miles de proabortistas, el Gobierno decidió incumplir una de sus promesas estrella y retocar mínimamente la ya existente, provocando a su vez, la indignación de quienes defendían la reforma. La falta de compromiso de los populares acabó con la carrera política de Alberto Ruiz-Gallardón. Unidos Podemos y Pablo Iglesias

El giro ideológico de Pablo Iglesias y de Podemos, ahora en coalición con Izquierda Unida, es destacable. Poco tiene que ver el programa que ahora defiende Iglesias y su candidatura, Unidos Podemos, con el que concurrió en las elecciones europeas de 2014, las primeras a las que se presentó.

El entonces partido emergente se convirtió en la revelación de los comicios con una propuesta que buscaba romper con la 'casta', la troika y las obligaciones europeas: se defendía una reestructuración de la deuda y el impago de las partes “ilegítimas”, una renta para todo ciudadano “por el mero hecho de serlo”, la nacionalización de sectores estratégicos o un referéndum sobre la salida de la OTAN.

Conforme se ha ido construyendo como partido, Podemos ha prescindido de estas medidas: ahora se propone un complemento salarial para colectivos vulnerables, las nacionalizaciones se dejan a una medida “excepcional” y se aboga por redefinir el plazo de la deuda. 

Tampoco se habla ya de elaborar una Constitución desde cero, sino por una reforma profunda de la actual. Las referencias a Venezuela se minimizan: de defender la gestión de Chávez, Iglesias insiste en que solo viajó al país latinoamericano en tres ocasiones- y la ideología se transforma. Si en 2012, el dirigente morado declaró ser comunista, ahora lo que reclama es liderar la “nueva socialdemocracia”.

La ambigüedad es evidente en el caso de Cataluña, cuestión en la que el partido adapta o matiza el discurso a conveniencia. Hace unos días, en el arranque de campaña en Barcelona, Iglesias defendió sin ambajes el referéndum de autodeterminación. Después, en el debate a cuatro se suavizó en busca del acuerdo con el PSOE y aseguró estar dispuesto a escuchar otras propuestas.

El discurso sobre sus adversarios, en especial con el PSOE, ha ido cambiando también según los tiempos electorales. Aquel Iglesias que arremetía ferozmente contra la 'casta' de populares y socialistas dio paso a otro con “mano tendida” a Sánchez.  El líder de Podemos admite que, incluso con sorpasso, el acuerdo con el PSOE, al que se refiere como “aliado”, será su única opción para formar gobierno.

La experiencia de gobierno de Podemos se valora con los llamados 'alcaldes del cambio', como Madrid, Barcelona o Cádiz. En estos casos, el alcance de sus promesas ha sido limitado. Los regidores han tenido que admitir la falta de competencias para frenar los desahucios, una de sus promesas estrella.El giro de Pedro Sánchez y el PSOE

Se admite en el PSOE que las contradicciones sobre el 'derecho a decidir' en Cataluña son uno de sus mayores lastres. El partido, que en su última propuesta habla de un “pacto político” con esa comunidad autónoma que recoja en el texto de la Constitución el reconocimiento de su “singularidad” y la mejora de su “autogobierno”, arrastra aún las disputas con el PSC por el 'derecho a decidir'.

En contra del criterio de la dirección, los socialistas catalanes introdujeron esa promesa en el programa electoral de las autonómicas de 2012, en el que, de forma expresa, recogían su apuesta porque los catalanes decidiesen “libremente sobre cualquier propuesta de cambio substancial de las relaciones entre Cataluña y España, acordada entre las instituciones catalanas y españolas, a través de un referéndum, en el que se plantee una pregunta clara, a la que se deba responder de forma inequívoca, aceptando o rechazando el proyecto sometido a consulta”.

Ya con Iceta como primer secretario del PSC, la ambigüedad se mantiene. Pese a que en algunas declaraciones éste aseguraba estar en contra del derecho a decidir, en los últimos tiempos se ha mostrado favorable a una consulta pactada, al estilo Quebec. Sánchez, por el contrario, rechaza una votación exclusiva en Cataluña, defendiendo un referéndum nacional sobre una hipotética reforma constitucional que convertiría a España en un estado Federal.

Ambigua es también su propuesta sobre la derogación de la reforma laboral. Pese a que el socialista insiste en que se derogará al completo, los últimos documentos recogen únicamente una derogación de los “elementos más lesivos”. De hecho, los socialistas mantendrán las mismas indemnizaciones por despido que ahora recoge el texto del PP.

El PSOE ha variado también su discurso sobre los rivales políticos. En la campaña del 20-D, el candidato socialista prefería centrar sus ataques contra Ciudadanos- “tienes 20 años menos, pero eres del PP”, le reprochaba Sánchez a Rivera. Después, los naranjas se convirtieron en socios del acuerdo de El Abrazo, el pacto con el que el el líder del PSOE pretendía llegar a La Moncloa. De hecho, en la campaña del 20-D, el candidato socialista tendía la mano a Podemos para pactar un “programa común de cambio”, siempre y cuando el PSOE sacase un voto más que el PP. 

Ahora, pese a que Unidos Podemos podría dar al PSOE su mayor batacazo histórico, algunas federaciones muestran un acercamiento  a los de Iglesias. Los socialistas madrileños, por ejemplo, planean una consulta para decidir sobre su entrada en el Ayuntamiento de Madrid, como ya se hizo en Barcelona. Otra contradicción.

Pese al retroceso de voto, el partido sigue teniendo en Andalucía uno de sus feudos. Ello, pese a ser la comunidad de los ERE's, el mayor escándalo de corrupción socialista. El carisma de Susana Díaz, y el hecho de que  no se haya demostrado su vinculación con estos casos, ha permitido 'salvar' al partido, según los expertos. Cómo ha cambiado Ciudadanos y Albert Rivera

Ciudadanos también ha dado un giro radical a la estrategia electoral con la que concurrió el pasado 20-D. Pese a ser un partido nuevo han incurrido en varias contradicciones en apenas seis meses.La primera: hasta la firma del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, la postura oficial de Ciudadanos era la de abstenerse en la investidura del líder socialista. Así lo confirmaban incluso en los días previos a que ese pacto se hiciese público: “Estamos trabajando para tener un acuerdo total que al día de hoy no se tiene (…). La postura del partido respecto a la votació n es que votaremos en contra [de Pedro Sánchez] o nos abstendremos. Eso no se ha modificado. Nuestra postura al día de hoy no ha cambiado en cuanto a la entrada en el Gobierno. Sigue siendo la que teníamos, igual que en cuanto a la votación”, decía, el pasado 18 de febrero, el vicesecretario general, José Manuel Villegas.La redacción del párrafo final del conocido como “pacto de El Abrazo” desmontó la postura oficial: Ciudadanos se comprometía al 'sí' al socialista.Pero hay más. El partido de Rivera consideró en un principio que entrar en un gobierno que no es el suyo era demasiado arriesgado. De hecho, pensó que hacerlo con el PSOE suponía que ambos se enfrentarían al inevitable desgaste de una legislatura atenazada permanentemente en el Congreso.Pero el 22 de febrero, en la recta final al acuerdo, Rivera sugirió ya que el criterio podría ser replanteado. Su afirmación fue, en cambio, calculádamente ambigua: lo valoraría en caso de alcanzarse un “gran acuerdo”. No especificaba si se refería con ello a un pacto únicamente con el PSOE, o con cabida de otras formaciones. “No estoy repartiendo sillones ni ministerios ni secretarios en la mesa del Congreso. Primero es sentarnos, llegar a acuerdos y luego ya veremos", dijo también en diciembre.Rivera también dijo: "No vamos a apoyar ni a Sánchez ni a Rajoy”. Era noviembre de 2015. Y añadió: "Si no podemos formar gobierno estaremos en la oposición. Ni vamos a apoyar ni vamos a participar de un Gobierno del PSOE o el PP. El cambio no vendrá apuntalando mayorías que no quieren un cambio".Con el resultado de las elecciones en mano, en cambio, Rivera marcó su postura: apoyaría con la abstención a Mariano Rajoy. Pidió a Sánchez que hiciese lo mismo: "Estoy pensando en que [Pedro] Sánchez tiene que escoger entre abstenerse para que empiece la legislatura y formar Gobierno con 11 partidos, algunos de ellos separatistas", dijo, el mismo día. Anunció entonces Rivera que estaba dispuesto a abstenerse para permitir gobernar a Rajoy, y pidió al PSOE que hiciese lo mismo.La vía defendida por Rivera era un acuerdo de gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos, el único, vino insistiendo desde diciembre, que podría “garantizar la estabilidad política y económica dentro de un programa de reformas y regeneración democrática". Con Rajoy mantuvo varios encuentros, sin resultados por el rechazo mutuo entre Sánchez y el líder del PP.Ciudadanos también cambió de criterio con respecto a Podemos. Pasó de negar cualquier posibilidad de acuerdo, a contemplar la abstención de Iglesias a su pacto con el PSOE. Llegaron a reunirse incluso durante dos horas.

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