El día más duro de Sara en Lesbos: "Nos tocaba decirles que no había más comida"

    • La periodista y politóloga, de 24 años, Sara Polo relata a lainformacion.com el día más duro de su voluntariado en Lesbos en el que se terminó la comida y cientos de personas se quedaron sin alimento.
    • "Me acerqué mientras cargaba en mis brazos al segundo gemelo y le puse la mano en el hombro, sólo eso bastó para que ella se girara hacia mí, me abrazó con fuerza y se puso a llorar de manera desolada", relata la joven periodista al describir la situación de una familia.
Sara Polo y otra compañera de Save the Children jugando con niños llegados a Lesbos
Sara Polo y otra compañera de Save the Children jugando con niños llegados a Lesbos

El pasado 17 de noviembre Sara Polo, de 24 años, vivió su peor día en la isla griega de Lesbos, donde cada día llegan miles de refugiados. La politóloga y periodista natural de Vitoria-Gastéiz narra con crudeza los detalles más desgarradores de una experiencia que marcó su vida.

Era su tercera semana en Lesbos, era mañana normal en el campo de Moria. Unos 50 niños pasaron las horas jugando, pintando y hablando con Sara. Al final de la mañana, sobre las 13:30 horas los voluntarios comenzaron a distribuir la comida, como cada día.

"Estábamos repartiendo las raciones, uno por uno, todos en fila ordenados y pacientes como siempre, y cuando ya llevábamos media hora distribuyendo y todo marchaba con normalidad, nuestro coordinador nos avisó de que se había acabado la comida". Es ese momento, el día abandonó la normalidad para convertirse en uno de losmás trágicos y emocionales de la voluntaria de Save The Children."Hoy no hay comida"

"Era la primera vez que me pasaba eso, ni siquiera me había planteado que pudiera pasar, y fue un shock", confiesa Sara. Mientras tanto, cientos de personas aguardaban en la fila su turno para recibir comida. "De repente el coordinador nos dio la noticia, cerraron las puertas de la furgoneta del catering que trae la comida, y yo me quedé inmóvil"-relata la joven periodista- "nos tocaba decirle a toda esa gente que no había más comida, que hoy se quedaban sin comer".

En ese momento sentimientos de pena, impotencia e injusticia se apoderaron de Sara. "Qué culpa tendrá, es injusto, si hubieran venido antes a la cola esta mamá y sus cuatro niños hubieran comido...", pensaba.El llanto de una madre por el hambre de sus seis hijos

Después de la escena vivida Sara intentó recuperarse para ofrecerles una sonrisa a los niños en las horas restantes de la jornada. Sara intentaba sonreír de nuevo cuando se le acercó un chico de unos 15 años para pedirle pañales y ropa. La joven le explicó que era la madre quien debía acompañar a los bebés. "Entonces llegó la mujer, en su cara podías ver que estaba agotada, en todos los sentidos, le seguían tres niños y una niña, todos menores de seis años, y ella cargaba como podía a los bebés". Eran dos gemelos de dos meses, y los otros cuatro niños que la seguían. Sara corrió para ayudarle con los bebés, y la acompañó dentro.

La mujer tumbó al bebé que ella cargaba en uno de los colchones y se sentó enfrente, respiró profundo y se llevó las manos a la cabeza. Se podía ver en su rostro y se sentía en su respiración que estaba desbordada, "me acerqué mientras cargaba en mis brazos al segundo gemelo y le puse la mano en el hombro, sólo eso bastó para que ella se girara hacia mí, me abrazó con fuerza y se puso a llorar de manera desolada"."Llegas a casa en shock, no te salen ni las lágrimas"

"Mientras contenía mis lágrimas empecé a acariciarle la espalda y a acunarla suavemente, como si fuera un bebé, mientras con el otro brazo sostenía a los gemelos", relata la voluntaria en Lesbos.

No le daba tiempo a asimilar todo aquello, y para cuando quiso tomarse un momento para respirar empezaron a entrar más mamás con bebés, todos empapados. Habían llegado varias barcas a la isla y la actividad en el campo se incrementaba por momentos.

Así que "sigues haciendo, y sonriendo, y ayudando y ofreciendo una caricia, un gesto, y cuando te toca irte porque se acaba tu jornada no entiendes nada, no quieres irte, y llegas a casa en shock, paralizada, tanto que no te salen ni las lágrimas", declara Sara Polo.

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