El papa y su sintonía con los niños

  • "Dejad que los niños se acerquen a mi", parece ser la consigna que el papa Francisco da a los agentes de seguridad cada miércoles cuando recorre la Plaza de San Pedro durante la audiencia general y decenas de familias le entregan a sus hijos para recibir un beso y una bendición.

Cristina Cabrejas

Ciudad del Vaticano, 18 sep.- "Dejad que los niños se acerquen a mi", parece ser la consigna que el papa Francisco da a los agentes de seguridad cada miércoles cuando recorre la Plaza de San Pedro durante la audiencia general y decenas de familias le entregan a sus hijos para recibir un beso y una bendición.

El papa besa, acaricia, habla y sonríe a todos los niños que los agentes cogen en volandas y los acercan durante el "paseillo" que cada miércoles se hace más largo y multitudinario.

A veces Francisco pasa 45 minutos saludando a los fieles, pues además es él mismo quien pide parar el papamóvil para saludar a algún crío que ha visto asomar entre las cerca 50.000 personas que acuden de media a las audiencias.

Muchas veces tiene que consolar a los que lloran, alejados de los brazos de su madre, o como en una ocasión ponerles el chupete, pero para todos hay una caricia y una bendición.

Sobre todo, el pontífice muestra particular atención ante aquellos enfermos, situados en una ala reservada de la Plaza de San Pedro.

En estos meses de pontificado el papa ha demostrado tener un especial sintonía con los niños y la espontaneidad y la facilidad con la que está rompiendo los esquemas permite que durante la audiencia los niños se acerquen sin problemas, le abracen y le entreguen sus dibujos.

"¿Lo has hecho tú?, preguntaba el pasado miércoles a una niña de unos 8 años que tras darle un fuerte abrazo le entregó unos dibujos.

Dibujos infantiles que llegan a decenas al Vaticano como el que envió Federico, de 6 años, el niño italiano que ha recibido la última llamada de teléfono de las que ya son habituales realiza el papa argentino a diario.

El papa Francisco había quedado muy sorprendido de un dibujo que le mando Federico del pueblo donde vive, Betlemme (norte), y le llamó para agradecerle su regalo, informó la familia del pequeño.

"Muchas gracias por tu dibujo y reza por mi", dijo al pequeño que como muchas personas había puesto su número de teléfono en el folio.

Hace algunas semanas, entre sus numerosas llamadas, también saco tiempo para llamar a un chico, de once años, de Foggia (sur de Italia), que le había escrito una carta contándole sus angustias por una situación familiar.

"Hola, soy el papa Francisco, cuéntame", le dijo al niño, cuya familia ha preferido guardar el anonimato.

El pasado 23 de junio, Francisco recibía personalmente al pie del andén de la Estación Ferroviaria de la Ciudad del Vaticano la llegada del "Tren de la belleza" en la que viajaban 350 niños con problemas, la mayoría no italianos, procedentes de todas las partes de Italia.

Las imágenes de Francisco rodeado de niños que le abrazaban y a quienes preguntaba si habían tenido un buen viaje o si se habían aburrido es otro de los ejemplos de la cercanía de este papa con los más pequeños.

"Un pueblo que no cuida a sus ancianos y a sus niños no tiene futuro porque maltrata la memoria y la promesa", escribió hace unos días el papa en un mensaje para un acto organizado en Turín por los católicos italianos.

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