Praga recuerda con pompa y color a san Juan Nepomuceno, patrón de marineros

  • Conciertos en el río Moldava, regatas de barcos-dragón, música acuática, fuegos artificiales, procesiones y el paseo de la reliquia de san Juan Nepomuceno acompañan en Praga la festividad del 16 de mayo dedicada a este santo de los marineros y patrono principal de la República Checa.

Gustavo Monge

Praga, 16 may.- Conciertos en el río Moldava, regatas de barcos-dragón, música acuática, fuegos artificiales, procesiones y el paseo de la reliquia de san Juan Nepomuceno acompañan en Praga la festividad del 16 de mayo dedicada a este santo de los marineros y patrono principal de la República Checa.

"La verdad es que es sorprendente ver barcos aquí en el río, para una país que no tiene mar", dijo a Efe en Praga un estudiante español del programa Erasmus, apostado en el parapeto del puente de Carlos y dispuesto a escuchar un concierto de música clásica.

Los "Navalis" de Praga, música acuática interpretada en el río Moldava para celebrar grandes momentos, tienen en Bohemia una tradición que hunde sus raíces a comienzos del siglo XVII.

Desde hace cinco años, este "Navalis" ligado a la onomástica de san Juan Nepomuceno se celebra el 15 de mayo, víspera de la fiesta, y forma parte de unas conmemoraciones que culminan hoy con nuevas procesiones y actos religiosos y culturales.

Después de un misa en la catedral de san Vito, la Capella Regia Praga, bajo la batuta de Roberto Hugo, interpretó varias piezas acuáticas de san Juan de la época barroca, compuestas por Simon Brixi, Francisco Brixi y Gunther Jacob, en una plataforma flotante instalada entre el puente y el muelle de Manes.

Una procesión, encabezada por el arzobispo de Praga, Dominik Duka, desfiló bajo la atenta mirada de los turistas por las calles de la capital checa, con varios pasos alusivos al santo checo del siglo XIV.

La comitiva avanzó por el puente de Carlos, haciendo una parada ante la estatua del santo, situada cerca del lugar donde fue tirado al río, una vez martirizado por orden del rey Venceslao IV.

Las relaciones entre Iglesia y Estado eran entonces, a finales del siglo XIV, turbulentas.

La tradición cuenta además que el rey quería conocer las cuitas de su mujer y pidió al confesor real, Juan Nepomuceno, que revelara el secreto de confesión, a lo que el sacerdote se negó.

Tras leerse una crónica del tiempo en el lugar donde fue tirado al río y donde hoy mucha gente se para a tocar una placa conmemorativa, la procesión avanzó hasta el otro extremo del puente, donde se finalizó la liturgia con unas oraciones en la iglesia de san Francisco de Asís, erigida por los Caballeros del Corazón Rojo.

Un miembro del cortejo portaba el relicario barroco hecho en Viena, con un trozo de la masa cerebral de Juan Nepomuceno y que antiguamente se pensaba que era su lengua.

Este valioso relicario de 1729 representa el martirio del santo y está decorado con olivino, amatista, aguamarina, granate, rubíes, esmeraldas, rubelitas del Brasil y diamantes.

Mientras tanto, bajo el puente ya habían comenzado las regatas de barcos-dragón, entre los puentes de Manes y de Carlos, para conseguir la Copa de san Juan Nepomuceno.

Un grupo de nadadores empujó sobre el agua cinco estrellas, rematadas con cinco velas encendidas, que recordaban los astros que se vieron aflorar en el agua cuando Juan Nepomuceno se hundió en el Moldava en 1393 y las cinco letras de la palabra "tacui" (callé), con que honró el secreto de confesión.

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