Air y Hot Chip, virtuosismo y bailoteo para la primera noche del Sónar en Barcelona

  • Barcelona.- La electrónica melancólica de Air y el electropop bailable de Hot Chip han sido el doble cartucho con el que el Sónar ha disparado la primera noche del Festival en Barcelona, que este año celebra sus decimoséptima edición con un cartel bicéfalo, aquí y en A Coruña.

Air y Hot Chip, virtuosismo y bailoteo para la primera noche del Sónar en Bcn
Air y Hot Chip, virtuosismo y bailoteo para la primera noche del Sónar en Bcn

Barcelona.- La electrónica melancólica de Air y el electropop bailable de Hot Chip han sido el doble cartucho con el que el Sónar ha disparado la primera noche del Festival en Barcelona, que este año celebra sus decimoséptima edición con un cartel bicéfalo, aquí y en A Coruña.

Elegancia instrumental contra ritmos pegadizos y eminentemente bailables. Como si de un duelo se tratara, por público y efusividad, el quinteto londinense Hot Chip habría ganado a los franceses Air.

Pero, y aunque con un público un poco descolocado porque aún se estaba adentrando en el Sónar Noche, Air ha brillado con luz propia.

Desgranando piezas de su último álbum "Love 2", con éxitos de su extensa discografía, que empezó allá por 1998 con el encumbrado "Moon Safari", los de Versalles han construido un directo de paisajes sonoros.

Han cantado para todos los gustos, alejándose de la melancolía afrancesada que los caracteriza en temas como "Don't be light", con gigantes y psicodélicos audiovisuales que se proyectaban en la enorme pantalla de detrás.

Y con Hot Chip ha llegado la fiesta. Un directo en el que la voz del cantante, Alexis Taylor, ha encendido a los allí presentes y en el que los cinco componentes del grupo han dado lo mejor de sí mismos y, además, se lo han pasado en grande con el público.

El espectáculo ha rebosado de espíritu discotequero, aunque aliñado con una potente percusión, y Hot Chip ha interpretado clásicos modernos como "Over and Over" o "Ready for the floor" (Preparado para la pista), preludio de la noche que quedaba por delante.

Porque el punk bailable de LCD Soundsytem, los reinventores de las remezclas, 2manydjs o el rey y señor del techno, Richie Hawtin, bajo el seudónimo de Plastikman, que ofrece un espectáculo dentro de un cilindro de leds que proyectará toda su iconografía, prometen dejar una estela tan recordada como la que proyectó ayer el japonés Ryoji Ikeda desde el Grec.

Y eso que el Sónar ya venía pegando fuerte. Porque durante el día ha estado plagado de actuaciones nada desdeñables y de fuerte sabor británico, el país invitado de este año.

King of Midas Sound han transportado al público a un sitio cercano al inframundo, algo que no ha disgustado a ninguno de los presentes, con un oscuro y demoledor "dubstep". Acompañado de una puesta en escena con una luz tenue y difusa que sólo dejaba entrever su silueta, Kevin Martin y los suyos han creado una atmósfera terroríficamente absorbente.

El poemario músico-visual de Nosaj Thing ha sido otro de los descubrimientos de los "soneros", que han abarrotado el espacio. Aunque con un principio un poco apagado, y enganchando al espectador a ratos, el de Los Ángeles ha mezclado desde la electrónica más experimental, que recordaba a amaneceres ibicencos, a poderosos beats con influencias "hiphoperas".

Todo acompañado de unos audiovisuales constructivistas y monocromáticos que dotaban de mensaje la música.

Otra de las que no había que perderse ha sido Goldielocks. Ver a una rubita rapeando siempre ha sido un reclamo, y más cuando la británica se ha convertido en la nueva sensación de las islas. Mucho "flow", una cuidada producción y unas buenas coristas han complementado su espectaculo.

El toque español lo ha dado Delorean que, junto con The Pinker Tones, son el grupo de electrónica con más proyección internacional dentro del panorama español. Han sido sinónimo de festividad y alegría y el grupo que más ha sabido conectar con el público durante el día.

Sus ingredientes, electrónica luminosa e himnos al "buenrollismo". La respuesta la han dado unos espectadores que, a modo de tribu, se han contagiado saltos y sonrisas.

Un público mayormente español e inglés, que nutrido de chanclas, sombreros, pantalones cortos, gafas de pasta y "moderneo", ha venido buscando un buen cartel... y algo más.

"Lo que más me gusta de Barcelona es que todos los chicos son guapísimos", ha dicho Samantha, una inglesa treintañera mientras degustaba un margarita entre acordes "deloreanianos".

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