Alfredo Alcón, un monarca sin corona en el reino de la actuación argentina

  • Un verdadero rey sobre las tablas, que sin ínfulas de divo supo imprimirle pasión a la actuación. Éste fue Alfredo Alcón, que bien podría apodarse "el Grande" por una trayectoria amplia y admirable que llegó hoy a su fin con su muerte, a los 84 años.

Natalia Kidd

Buenos Aires, 11 abr.- Un verdadero rey sobre las tablas, que sin ínfulas de divo supo imprimirle pasión a la actuación. Éste fue Alfredo Alcón, que bien podría apodarse "el Grande" por una trayectoria amplia y admirable que llegó hoy a su fin con su muerte, a los 84 años.

Actor de alma y maestro de actores, falleció en la madrugada de hoy en su casa de Buenos Aires, tras una larga enfermedad.

Ya inconsciente, en su cama, varios de su colegas lo acompañaron en sus últimas horas, como un legendario monarca que muere rodeado de sus caballeros.

Tímido bajo los escenarios, crecía mágicamente sobre ellos, hasta darle un carácter magistral a Enrique IV, Ricardo III o el rey Lear, de Shakespeare, el Edipo rey de Sófocles, el Eduardo II, de Marlowe, y hasta el Manuel comediante de "Los reyes de la risa" de Neil Simon.

"Yo no oigo cuando me dicen maestro. Contesto, "sí, maestro", y me río. El que se cree un maestro es un pelotudo. El que encuentra rápido es porque busca poco: cuando empiezo a trabajar, estoy tan inseguro, que me sobran los brazos", dijo el actor en una entrevista en 2008, con motivo del estreno en Madrid de "El Rey Lear" un clásico que durante años soñó con hacer.

Es por esta actitud de humildad, siendo uno de los grandes de la actuación, multipremiado, con casi medio centenar de filmes en su carrera, además de su trayectoria teatral, como actor y director, y su incursión en la televisión, que sus colegas lo admiran tanto.

Su último trabajo, como actor y director, fue el año pasado, con "Final de partida", un clásico de Samuel Backett, en el Teatro San Martín de Buenos Aires.

El joven actor Joaquín Furriel, quien fue su compañero en esta puesta en escena, dijo hoy que Alcón perteneció "a una gran generación de artistas que se va yendo".

"A veces le era dificultoso llegar al teatro por las escaleras. Pero en la hora y media de la obra ocurría algo mágico. Era la sensación de ver a alguien en su máxima dimensión, un actor extraordinario", dijo Furriel, quien pasó la noche pasada junto al lecho del actor.

En la obra, Alcón interpretaba a Hamm, un viejo amo que está ciego, no puede permanecer de pie y depende para todo de su vasallo, un papel que desempeñó con "una maduración absoluta", tal como destacó el actor Enrique Pinti, quien rescató la ética, el profesionalismo y el talento de su colega, a quien calificó como un verdadero "faro" para los artistas argentinos.

"Su muerte duele el doble, porque no se trataba de un recuerdo empalidecido, sino de una persona absolutamente vigente", afirmó Pinti.

Guillermo Francella, su compañero en la comedia "Los reyes de la risa", lo definió como uno de los actores "más brillantes" del mundo hispanohablante, "un ser enorme, como ser humano y como actor" y "un gigante de verdad".

Nacido el 3 de marzo de 1930 en Buenos Aires, su trayectoria cinematográfica no fue menos reconocida que la teatral.

En la pantalla grande, sus papeles más notables fueron de la mano de directores como Leopoldo Torre Nilsson, con quien trabajó en "El santo de la espada" (1970), "Martín Fierro" (1968), "La mafia" (1972), "Los siete locos" (1973) y "Boquitas pintadas" (1974).

Alcón fue además uno de los protagonistas de "Nazareno Cruz y el lobo" (1975), de Leonardo Favio, una de las películas más taquilleras de la cinematografía argentina.

Trabajó asimismo bajo las órdenes de los españoles Juan Antonio Bardem y Antonio Hernández, en "Los inocentes" (1964) y en "En la ciudad sin límites" (2002), respectivamente.

En 2001, en una de las escenas de "El hijo de la novia", de Juan José Campanella, hizo de si mismo recitando un trozo de "Hamlet", otro de sus amados "clásicos".

Por su paso brillante por el séptimo arte, Alcón cosechó, entre otros, el premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Cartagena por "Los siete locos" y el Premio Cóndor de Plata de Argentina al mejor actor por "Los inocentes" y "Martín Fierro".

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