Aplausos para el español Urbizu y silbidos para Ki-duk en San Sebastián

  • Dos reacciones opuestas abrieron el concurso en el Festival de San Sebastián: los aplausos para el español Enrique Urbizu con "No habrá paz para los malvados", un "thriller" oscuro, violento y demoledor, y los silbidos contra el coreano Kim Ki-duk por su epifanía cinematográfica "Amén".

Alicia G. Arribas y Mateo Sancho Cardiel

San Sebastián, 17 sep.- Dos reacciones opuestas abrieron el concurso en el Festival de San Sebastián: los aplausos para el español Enrique Urbizu con "No habrá paz para los malvados", un "thriller" oscuro, violento y demoledor, y los silbidos contra el coreano Kim Ki-duk por su epifanía cinematográfica "Amén".

La primera supone la tercera colaboración entre el realizador y su actor fetiche, José Coronado, que suena desde ya como candidato a la Concha de Plata de interpretación por su papel de Santos Trinidad, el policía corrupto y acabado que es el alma de la película.

Tras "La vida mancha" (2003) y "La caja 507" (2002), ahora Coronado explica a Efe su personaje como alguien "que solo quiere salvar su culo pero de repente se encuentra con algo mucho más complejo".

Un personaje complejo y delicado a quien Coronado debía componer para que el público empatizase con él: "Esa tristeza de Santos hace que el espectador le coja un cariño raro y haga el viaje con él y quiera que triunfe".

"No habrá paz para los malvados", título que el director ha tomado de un versículo del libro de Isaías, es un relato "imparable" que no tiene tiempo de explicar qué le ha pasado a Santos Trinidad, cómo ha llegado a ser el desecho de persona que es: "Eso sería otra otra película", sugiere Urbizu.

A pesar de ser un thriller negro, policiaco y lleno de intrigas relacionadas con las mafias del narcotráfico y los bajos fondos del Madrid más actual, el giro que lleva la película hacia el terrorismo islámico, y muy claramente hacia el atentado del 11-M y a la desasosegante sensación de inseguridad que provocó entonces, es tan sorprendente como eficaz.

No resultó así, a juzgar por los silbidos escuchados al finalizar la proyección, la nueva cinta del realizador coreano Kim Ki-duk, con cuya cinta "Amén" propone una actualización del martirio y la virginidad en la que se desprende "del sistema, del espectador y del capital" porque ya ha ganado "suficientes premios", aseguró en rueda de prensa.

"Llevo quince años haciendo películas y siempre pensaba que para ello necesitabas el sistema y el capital. Pero llegó un momento en el que sentía que no me podía expresar de manera completa, que mis películas no eran sinceras", confesó un realizador que fue capaz de ganar en un mismo año el León de Oro de Venecia con "Hierro 3" y el Oso de Plata en Berlín con "Samaritan Girl".

Entre el delirio y la virguería, este cambio lo empezó el director ya con su anterior filme, "Arirang", premiado en Cannes el pasado mayo, y tras el cual, sin volver a Asia, decidió rodar por primera vez en Europa la hoy vilipendiada "Amén".

Pero ahora, lejos de conquistar, la cinta molestó en San Sebastián a muchos espectadores por licencias como la de no eliminar el sonido de fondo -"el ruido es el sonido de la vida", dice-, la aparición de la sombra del director en algunos planos o la ausencia del guión. "El cine de hoy tiene mucho envoltorio y poco contenido", remachó.

Pese a esta epifanía formal, el sello de Kim Ki-duk está más que presente, para bien y para mal, en la actualización de la figura de la virgen.

Con Kim Ye-Na como musa -o como víctima, para quienes tachan a Kim Ki-duk de misógino- "Amén" sigue a esta nueva María en su camino errante por ciudades como París, Venecia o Aviñón, reacia a entender el embarazo por obra y gracia de un Espíritu Santo violador que lleva traje de camuflaje y máscara de gas y con una actitud más sufrida que iluminada. Tardará en pronunciar el "hágase en mí según tu palabra".

Y es que, tras tejer parábolas casi evangélicas en la poética "Primavera, verano, otoño, invierno y primavera" o restaurar el concepto de mártir y milagro en "Samaritan Girl", en "Amén" el director aborda la religión como "algo que no encontró al hombre, sino que el hombre fue el que encontró la religión cuando recibió un daño que no esperaba".

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