Apunta bien Talavante, aunque sin espada, en una corrida imposible de Gavira

  • Sevilla.- Una deslucida corrida de Gavira echó al traste todas las posibilidades de lucimiento de una terna en la que sobresalió, no obstante, los buenos detalles de Alejandro Talavante, que falló al final a espadas, hoy en Sevilla.

Apunta bien Talavante, aunque sin espada, en una corrida imposible de Gavira
Apunta bien Talavante, aunque sin espada, en una corrida imposible de Gavira

Sevilla.- Una deslucida corrida de Gavira echó al traste todas las posibilidades de lucimiento de una terna en la que sobresalió, no obstante, los buenos detalles de Alejandro Talavante, que falló al final a espadas, hoy en Sevilla.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Gavira, el tercero como sobrero, bien presentados, pero mansos y muy deslucidos. Se salvó en parte el segundo, aún faltándole "transmisión". Se pitaron los arrastres de los otros cinco.

José Antonio "Morante de la Puebla": media (silencio); y pinchazo hondo y tres descabellos (silencio).

Alejandro Talavante: pinchazo hondo que termina tragándose hasta convertirse en estocada corta (ovación tras leve petición); y dos pinchazos, media y tres descabellos (ovación tras aviso).

Daniel Luque: estocada trasera (silencio); y estocada (silencio).

Sin destacados en las cuadrillas.

La plaza se llenó "hasta la bandera" en tarde de nubes y claros, y de agradable temperatura.

---------------------

MANSEDUMBRE A TUTIPLÉ

La tarde estuvo marcada por el deslucido -habría que ser más crítico aún, precisando con el término imposible- juego de los toros de Gavira. Y en realidad tampoco se puede hablar de tal juego porque no lo hubo. Alarmante mansedumbre en cinco de los seis que saltaron al ruedo maestrante.

La excepción sería el segundo, bueno por noble, pero sin la mínima chispa, sin "transmitir" como se dice ahora. Y así la función resultó un suplicio para todos, por la impotencia (de los toreros) en el ruedo y por el aburrimiento (del público) en el tendido.

Las apuestas iniciales por lo que pudiera dar de sí la tarde se desmoronaron del todo tras el arrastre del tercero y en base a lo que primero y segundo habían ofrecido. Enseguida se vio que el festejo iba a tener más ausencias que presencias.

"Morante" salió del paso en su "rajado" primero, que se desentendió del capote pegando un par de regates antes de irse a lo que el maestro Matías Prats llamaba "los terrenos de nadie". No quiso caballo. Y el de La Puebla, por su parte, renunció al compromiso de faena en las mismas probaturas, dejando la muleta muerta para que se estrellara en ella el toro, que ni humillaba ni pasaba. "Morante" montó la espada y a otra cosa.

Toro esaborío donde los haya, el cuarto, con un molesto calamocheo, punteando todo lo que le salía al paso. Manso en el caballo, a pesar de sus bruscas embestidas "Morante" le robó algún muletazo aislado. Otra faena sin concretar, y silencio al canto.

Talavante tuvo el único toro que regaló algunas embestidas claras, el segundo, sin embargo, sin el "carbón" necesario para calentar. Se lució el hombre en un quite por chicuelinas y toreó con la muleta sobre la diestra con trazo firme y sentido, procurando reunirse mucho con el toro. Toreo de valor y empaque.

Prácticamente toda la faena en un espacio muy reducido, y alternando lo fundamental con remates muy a modo, como los cambios de mano y otras "cositas" por abajo. La falta de contundencia con la espada hizo que la cosa no llegara a mayores.

El quinto huía de su sombra. Tan pronto lo llevaban al caballo se iba suelto. Manseó lo suyo en banderillas, correteando de un lado para otro sin atender a los capotes que le salían al paso.

Talavante quiso mucho otra vez, tratando de aprovechar las querencias, hasta acabar muy cerrado en tablas y en las proximidades de chiqueros. Fue como si empezara tres o cuatro veces la faena, sin pasar en todas ellas del monopase.

Pero tanto ahínco casi tiene recompensa, pues llegó a sonar la música y todo. Si mete la espada esta vez a la primera, y dado que en el contexto de la tarde se le pudo tener en cuenta los méritos sumados del toro anterior, en éste hubiera cortado oreja. No obstante el hipotético trofeo acabó convirtiéndose en un aviso.

Luque tuvo un lote asimismo vacío. Su primero, rebrincado y con la cara arriba, no quiso pelea, negándose en el caballo y tomando la muleta a regañadientes. El dato de volverse al revés en más de una ocasión lo dice todo: manso sin paliativos. Pues ni así entregó Luque la cuchara. Machacón y perseverante, mas para nada.

El sexto evolucionó igualmente a su aire todo el tiempo. Un pase aquí y una huida para allá. Otro acá, y nueva carrera. Así hasta siete veces. Barbeando tablas, que es correr al hilo de las mismas en busca de la salida, el toro terminó en su querencia natural de chiqueros, negado por completo. Al final se volvió gazapón, sin dejar de andar, poniéndoselo difícil al torero cuando le buscaba la igualada.

Vaya tela los cinco toros, se supone que de la misma vaca y del mismo semental.

Mostrar comentarios