Argullol busca el sentido de la existencia en un viaje al fondo de sí mismo

  • Barcelona.- Afirma el filósofo catalán Rafael Argullol que su último libro, "Visión desde el fondo del mar", que acaba de publicar Acantilado, es el desafío literario más importante de su vida, compendio de experiencias personales y viajes, con los que intenta encontrar el sentido de la existencia.

Argullol busca el sentido de la existencia en un viaje al fondo de sí mismo
Argullol busca el sentido de la existencia en un viaje al fondo de sí mismo

Barcelona.- Afirma el filósofo catalán Rafael Argullol que su último libro, "Visión desde el fondo del mar", que acaba de publicar Acantilado, es el desafío literario más importante de su vida, compendio de experiencias personales y viajes, con los que intenta encontrar el sentido de la existencia.

En una entrevista con Efe, asevera que lleva una década dedicando miles de horas a este monumental proyecto, que define como una especie de "autorretrato" y una "novela del siglo XXI, en la que se incorporan las más diversas expresiones literarias, desde la poesía más esencial hasta la crónica periodística".

Se confiesa cansado tras la experiencia, no sólo porque ha escrito a mano los 1.500 folios del original, pero está satisfecho por el resultado final.

Remarca el escritor que a ningún lector deberían "disuadirle" las 1.200 páginas impresas del libro, que cree accesible para cualquier tipo de persona, porque en él "todo se entiende". "No se deben leer sólo libros de autoayuda", ironiza.

Cuando se le pregunta qué ha pretendido con estos textos, señala que ha intentado encontrar una explicación al mismo hecho de la vida. "¿Qué hacemos aquí? ¿Tiene esto algún sentido?. Son preguntas elementales y yo desarrollo una estrategia de la memoria, intentando vincular los acontecimientos personales, con acontecimientos del mundo y con los enigmas cósmicos".

Para enlazar todo eso, utiliza "un continuo movimiento de zoom, de telescopio y microscopio, yendo de lo universal a lo particular y de lo particular a lo universal, en un viaje de ida y vuelta entre el macrocosmos y el mundo personal".

De esta manera también consigue "evitar que sea una especie de ejercicio de un yo ensimismado y se convierta en un ejercicio del yo abierto al mundo".

Precisamente, sostiene que uno sólo puede conocerse a través de los otros y del otro, de ahí que le de tanta importancia al viaje como experiencia de conocimiento, ya sea en las antípodas o en el pueblo de al lado. "Lo fundamental -agrega- es que uno se mire desde otro mirador".

Cuaderno de bitácora de la experiencia personal de Rafael Argullol, esta "Visión desde el fondo del mar" es también una exaltación de la vida, partiendo "del azar absoluto que representa vivir".

Preguntado sobre si todo lo que narra es verdad, el autor barcelonés responde que "el yo es múltiple y la verdad es múltiple". "Lo que hay aquí es lo que yo considero verdad, que no es producto sólo de la experiencia real, sino también de los sueños o de lo que nos proporcionan los mitos" y aclara que, sin embargo, "nada de lo que hay es mentira".

En cuanto a si ha obviado algo de lo que le haya ocurrido a lo largo de sus 61 años de existencia, subraya que no hay autocensura. "Lo que sí he evitado es lo obsceno, en el sentido general del término, de lo demasiado evidente".

También dice que ha evitado "agredir la intimidad de nadie" y precisa que "nunca" ha escrito a modo de ajuste de cuentas. "Aquí no hay ni un gramo de odio ni un gramo de resentimiento".

El amor y la amistad tienen un gran protagonismo a lo largo del libro, porque las ve como las grandes experiencias humanas y "los motores que impulsan a hombres y mujeres", aunque no olvida que la muerte está siempre aquí.

Sin embargo, como advierte en una de las páginas, "sólo se muere una vez. Por consiguiente, no tiene sentido vivir atenazados por el miedo".

Preguntado sobre qué es lo que le ha marcado desde muy joven, dice que podría parecer anecdótico, pero cuenta que nunca olvida un consejo que le dio un pescador por si un día fuera atrapado por un remolino. "Me dijo -rememora- que me dejara engullir y que cuando llegara a su corazón, ya me expulsaría hacia arriba, salvándome".

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