Un testigo de asesinato, aparcado en el Museo de la Automoción de Salamanca

Un testigo de asesinato, aparcado en el Museo de la Automoción de Salamanca
Un testigo de asesinato, aparcado en el Museo de la Automoción de Salamanca
EUROPA PRESS
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Y, en medio de todas esas maravillas del asfalto, descansa un coche rojo brillante, deportivo, biplaza, objeto de deseo para no pocos aficionados al mundo de las cuatro ruedas, pero también un vehículo que esconde una historia tenebrosa.

Se trata de un MG Midget, en muy buen estado de conservación y con matrícula austriaca, que dejó de rodar hace décadas. El motivo es que, en aquella época, fue "utilizado para la comisión de un asesinato" en Madrid.

Sobre el crimen en cuestión, el Museo evita dar más datos pero sí que reconoce en la información al alcance de sus visitantes y en declaraciones de la dirección a Europa Press que ese coche estuvo relacionado con un asesinato y que, por ello, fue depositado en el Parque Móvil de Palencia por orden judicial.

Sin uso alguno, se mantuvo en esas dependencias hasta 1989, hasta que fue cedido a la Dirección General de Tráfico (DGT), de cuyas manos salió posteriormente con rumbo al museo salmantino, donde actualmente se encuentra.

Este pequeño deportivo, de carrocería 'roadster', es del año 1963, tiene una cilindrada de 1.098 centímetros cúbicos, puede alcanzar una velocidad máxima de 140 kilómetros por hora, dispone de un motor de cuatro cilindros y 62 caballos de potencia, y cambio de cuatro velocidades.

Su historia criminal le hace diferente a todos los demás coches del museo - muchos de ellos con historias y vivencias peculiares, o con viajeros tan conocidos como Carrero Blanco o Camilo José Cela-. Él es el único testigo de asesinato, que se sepa.

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