Busca en Fráncfort de un autor sin rostro, enemigo de la corrección política

  • El autor -presuntamente alemán- firma con el seudónimo de Einzlkind y nadie, o casi nadie, en la Feria del Libro de Fráncfort sabe quién es realmente. Su libro se titula "Harold" y en la traducción española será "El viaje involuntario de un suicida por afición".

Rodrigo Zuleta

Fráncfort (Alemania), 15 oct.- El autor -presuntamente alemán- firma con el seudónimo de Einzlkind y nadie, o casi nadie, en la Feria del Libro de Fráncfort sabe quién es realmente. Su libro se titula "Harold" y en la traducción española será "El viaje involuntario de un suicida por afición".

La novela ya apareció hace un año en Alemania en una pequeña editorial independiente, Edition Tiamat, y se convirtió en un éxito de crítica y, en buena parte, de ventas. En España lo publicará próximamente Siruela.

Se trata de la historia de un adulto imbécil llamado Harold, que fracasa hasta en sus intentos de suicidio, y de un niño superdotado, Melvin, que recorren parte de Inglaterra e Irlanda en busca del padre del segundo.

En el viaje tienen variados encuentros reales e imaginarios. Melvin es un pesado al que, a la hora de la verdad, su inteligencia le sirve de muy poco, salvo de vez en cuando para hacer diagnósticos mordaces de determinadas situaciones.

Así, por ejemplo, define la diferencia entre la democracia y la dictadura diciendo que mientras en una dictadura un retrasado mental lo decide todo, en una democracia las decisiones las toman cincuenta millones de retrasados mentales.

En otro momento, cuando quieren alquilar unos disfraces en la tienda de un vendedor judío y este les ofrece unos que no quieren, Melvin le pregunta que si cree que son alemanes y está tratando de vengarse del sufrimiento de su pueblo y su familia.

El narrador en tercera persona, cuyo tono se parece al de Melvin, aclara que el vendedor apenas se acuerda de sus padres porque murieron cuando él era niño, no a causa de las cámaras de gas sino de un conductor borracho.

En Alemania, el humor negro y la ruptura de tabúes que hay en la obra -hay que decir que los personajes son ingleses- tuvo un encanto especial. La crítica reaccionó unánimemente a favor y el libro alcanzó incluso a arrancarle un elogio a Hans Magnus Enzensberger, a quienes otros mencionaron como sospechoso de ser el autor de la criatura.

"En Alemania se hicieron conjeturas acerca de quién podía ser Enzlkind", dijo a EFE el director de Tiamat, Klaus Bittermann.

"Se mencionó a Enzensberger y a Harry Rowohlt", explicó mirando a su stand, situado al fondo del pabellón alemán, en un pasillo que abre la prestigiosa editorial Suhrkamp y que cierran editoriales mucho más pequeñas.

El stand es pequeño -la Feria de Fráncfort es un lugar inmenso lleno de espacios muy pequeños donde ocurren historias muy grandes- y hay algunos libros que dan testimonio de la historia de la editorial que nació en la escena izquierdista del Berlín Occidental de antes de la caída del Muro, que no es sospechosa de violar la corrección política.

Sin embargo, Bittermann considera que el libro tiene buena cabida en el programa de la editorial. "La editorial tiene un origen de izquierda pero siempre he querido tomarle el pelo a la corrección política. He hecho también libro de sátira", dice, y es imposible no pensar que la frase se le podría atribuir a Einzlkind.

Bittermann, por lo demás, -autor de libros sobre el mundo de la izquierda en el barrio multiétnico berlinés de Kreuzberg y sobre los rebeldes en la cultura pop estadounidense- también ha sido mencionado entre los sospechosos de ser Einzlkind pero, cuando se le recuerda, él se ríe.

"No, no soy yo. Lamentablemente no soporto el tabaco", dice en una respuesta aparentemente desconcertante, teniendo en cuenta que en el perfil que la editorial ofrece de Einzlkind se afirma que es un no fumador militante.

Sin embargo, y es que en este libro todo es lo contrario de lo que parece ser, en la foto en la que el autor aparece con el rostro cubierto, se le ve un cigarrillo en la mano y el humo delata que está fumando. Se dice que tiene sobrepeso. Pero la foto es la de un hombre delgado.

Naturalmente, todas esas contradicciones pueden no tener importancia. El texto puede ser verdad y la foto, mentira.

Bittermann asegura haber hablado por teléfono con Einzlkind -él, al parecer, sí sabe quién es-, que está muy contento con el éxito del libro, 20.000 ejemplares vendidos en una editorial que normalmente lanza tiradas de 2.000, y una edición de bolsillo que acaba de aparecer en el sello Heyne de Random House.

Einzlkind mantendrá su seudónimo. Por la solapa del libro sabemos que se ha comprado una cafetera nueva.

Bittermann reveló además que estudió filosofía. Aunque por momentos parezca matemático, lo que podría hacer sospechar de Enzensberger que ya jugó ese juego del seudónimo con un libro sobre niños prodigio.

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