David Trueba retrata a los periodistas que "capitanearon" la transición

  • David Trueba ha desandado casi un cuarto de siglo en su nueva película, "Madrid, 1987", un retrato poco complaciente de los grandes articulistas de esa época, de un tipo de periodistas que ejercían "cierta autoridad moral sobre el país" porque creían haber "capitaneado" la Transición.

Ana Burgueño

San Sebastián, 23 sep.- David Trueba ha desandado casi un cuarto de siglo en su nueva película, "Madrid, 1987", un retrato poco complaciente de los grandes articulistas de esa época, de un tipo de periodistas que ejercían "cierta autoridad moral sobre el país" porque creían haber "capitaneado" la Transición.

Para ello ha recurrido a un relato "hermético", que se desarrolla en un pequeño cuarto de baño, donde un periodista setentón queda encerrado por accidente con una estudiante que le admira y con la que él solo busca un rato de sexo.

Juntos y desnudos deja Trueba a los actores José Sacristán y María Valverde durante prácticamente todo el filme, pues su propósito ha sido prescindir de lo accesorio para centrarse en el interior de los protagonistas.

El realizador (Madrid, 1969), que presenta su último trabajo en la sección Especiales Zabaltegi del Festival de San Sebastián, ha explicado en una entrevista a Efe que deseaba hacer una película "muy cerrada", donde "el esfuerzo no se empleara en la construcción de decorados y vestuarios, sino en el carácter, en la forma de ser".

"Es algo que siempre hecho de menos en las películas de época, que hay una enorme traición a cómo eran los tiempos. Hay cosas que ahora resultan violentas, pero que antes eran habituales. El retrato que hacemos de los tiempos pasados, sobre todo en esta época de 'biopics', es muy falso", asegura Trueba, también escritor y periodista.

No cree que en el Miguel que se encuentra con Ángela, la estudiante de primero de Periodismo del filme, se vaya a reconocer nadie, pero sí que el espectador verá en él, además de "mucha invención" a "un compendio" de todos ellos, de Umbral, Martín Prieto, Vázquez Montalbán o Emilio Romero.

Era un proyecto que ha afrontado con una doble distancia, la temporal, necesaria para obtener una mejor perspectiva de entonces, cuando él empezaba en la profesión, y la de mirar a los personajes desde fuera para poder mostrar todas su caras.

"Insistí a los actores en que no trataran de hacer simpáticos a los personajes para que durante un buen rato el público se sintiera incómodo frente a ellos, incluso ofendido e irritado, porque necesitaba que fuera realista. Si los personajes se inclinaban a la simpatía estábamos fallando", señala.

Trueba ha elegido ese título porque desea que quien vea la cinta tenga bien presente que está en 1987, "que no olvide que estamos retratando algo que ahora ya no es así, que ahora ya nadie impone su jerarquía como se imponía entonces".

"Son periodistas míticos y proyectan todavía una sombra muy alargada sobre nosotros, pero ya es imposible que se produzcan esas grandes personalidades", añade el cineasta, que recuerda el relevo generacional como "no lo suficientemente amigable".

Opina que el "mundo intelectual" no es ahora "un reclamo para los jóvenes", pero sí el de las revistas y la televisión, "donde ves chicos y chicas dispuestos a todo por hacerse un hueco".

Dice que, en ese sentido, se sigue produciendo el mismo mecanismo "de admiración y sustitución" que mueve a la protagonista, que admira al maestro, pero a la vez quiere ocupar su sitio.

Trueba siente no obstante una "sensación de orfandad" de aquellas grandes firmas, que desde las jerarquías de la época ejercieron "una cierta autoridad moral sobre el resto del país y, sobre todo de los jóvenes, otorgada por haber sido los protagonistas de la Transición".

"Eso era muy incómodo, te sentías acomplejado. Con el tiempo te das cuenta de que todos somos producto de la Historia, que el tiempo tiene sus ritmos y que va colocando las cosas en su sitio. Pretender que las cosas las cambias tú es muy pretencioso y no creo que la democracia la trajera nadie a España, vino como fruta madura. Éramos una rareza y nos convertimos en una normalidad", subraya.

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