De Niese y Jaroussky convierten a los "malos" Nerón y Poppea en magníficos

  • Madrid.- Poppea y Nerón eran ególatras e infames, "malos", pero Daniella de Niese y Philippe Jaroussky les han hecho esta noche "magníficos" y el Real no sólo se ha puesto de su parte sino que les ha tributado una atronadora ovación.

Madrid.- Poppea y Nerón eran ególatras e infames, "malos", pero Daniella de Niese y Philippe Jaroussky les han hecho esta noche "magníficos" y el Real no sólo se ha puesto de su parte sino que les ha tributado una atronadora ovación.

La primera "L'incoronazione di Poppea" que se representa en el Real, y con la que el coliseo madrileño cierra la trilogía que ha dedicado desde 2008 a Claudio Monteverdi, ha estado dirigida por William Christie, al frente de Les Arts Florisants, con la maestría que le caracteriza.

La soprano norteamericana Danielle de Niese (1979) ha debutado en el Teatro Real como ella quería, poniendo al público de parte de su personaje, al que ha dotado de una mezcla de perversión, lascivia y egoísmo a la vez que de ternura, encanto y vulnerabilidad.

A su lado, el contratenor francés Philippe Jaorussky (1978), propietario de una voz sobrenatural, como la de un niño encerrado en el cuerpo de un hombre, ha construido un Nerón magnético y solemne a la vez que delicado e incluso desvalido.

La sinuosa geometría de suspiros y lascivia de esta ópera, considerada la más erótica del siglo XVII, ha estado perfectamente encajada en la composición de Nerón, que encarna el deseo desbocado, y de Poppea, la mujer ciega de ambición.

Sus idas y venidas de la razón al éxtasis, del cálculo al deseo más febril, se han sincronizado con el paso firme de quien sabe qué terreno pisa, aunque de Niese hacía dos años que no cantaba el papel y Jaroussky hacía diez años que lo debutó y no había vuelto a el.

La desenvuelta ejecución del "continuum vocale" de esta obra, en la que Monteverdi no hace divisiones entre recitativos, ariosos o ensembles, para exaltar la melodía cantada, ha culminado con una sobrecogedora interpretación del dúo de amor más célebre del XVII, "Pur ti miro, pur ti godo".

La forma en la que han expresado el deseo contenido, con los premeditados retardos en sus frases que sugieren la espera, el juego, la anticipación del éxtasis, ha sido tan preciosista como la dirección de Christie.

De Niese y Jaroussky han estado acompañados en el papel de Ottavia por una excelente Anna Bonitatibus, que ha hecho un gran mutis con su conmovedor lamento del "Addio", y por Max Emanuel Cencic, en Ottone, muy familiarizados también con las exigencias de la música barroca.

Entre los más aplaudidos en esta "maravilla de modernidad", según Christie, en la que están todas las claves de la ópera actual, han estado también la inglesa Katherine Watson (Amor) y la portuguesa Ana Quintans (Drusilla).

El director de escena, escenógrafo y figurinista, Pier Luigi Pizzi, que el próximo mes cumplirá 80 años, ha ideado un ambiente sombrío, frío y algo fantasmal con una suerte de palacio romano, en blanco y negro, que gira y que en su reverso tiene una fachada de mansión o la "biblioteca" de Séneca (Antonio Abete).

La estética de Pizzi va desde los trajes de la guardia de corps de Nerón, unos "cachas" con short negro, camiseta de "pailletes" y antifaz ninja, a la sencillez espartana del traje de "Amor", la capa de plumas negras con cola de Nerón o el delirio en morado con el que Arnalta (Robert Burt) hace reír a todos al final.

En "L'incoronazione di Poppea" Monteverdi (1567-1643) abandona la mitología para desarrollar un drama histórico, con libreto de Giovanni Francesco Busenello, en el que, guiado por "la virtud, la fortuna y el amor", se derraman pasiones exacerbadas y sanguinarias luchas por el poder.

Christie, que además de dirigir toca el clave, el órgano y el regal, y los 17 músicos de Les Arts Florisants, han interpretado la partitura, por primera vez en España, con los instrumentos originales.

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