Decepcionante y tedioso debut de Valdefresno en Pamplona

  • La ganadería salmantina de Valdefresno, que debutaba en la Feria del Toro, lidió un encierro absolutamente desrazado y deslucido en Pamplona (norte de España), en un tedioso festejo que se saldó con una oreja de escaso peso para David Mora.

Paco Aguado

Pamplona (España), 9 jul.- La ganadería salmantina de Valdefresno, que debutaba en la Feria del Toro, lidió un encierro absolutamente desrazado y deslucido en Pamplona (norte de España), en un tedioso festejo que se saldó con una oreja de escaso peso para David Mora.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Valdefresno, el tercero con el hierro de Fraile Mazas, cornalones todos, pero muy dispares de volumen y de remate. Escasos de fuerzas en los cuartos traseros y vacíos de raza, tuvieron una acusada querencia a tablas y un comportamiento muy deslucido.

Alberto Aguilar: dos pinchazos, pinchazo hondo y descabello (silencio tras aviso); y seis pinchazos y estocada caída (silencio).

David Mora: estocada (silencio); y estocada atravesada (oreja).

Rubén Pinar: media estocada (silencio); y pinchazo y estocada caída delantera (silencio).

La Monumental de Pamplona se llenó en el quinto festejo de la Feria del Toro, en tarde muy calurosa.

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TRABAJANDO CON MANSOS

Hoy en Pamplona había muchas miradas puestas en la corrida de Valdefresno que llegó a sustituir a la de Cebada Gago, ese hierro clásico de los Sanfermines que vio como los veterinarios le rechazaban hasta nueve toros en los corrales del Gas hace justo una semana.

Y lo que algunos aficionados locales tomaron entonces como un agravio a una de sus divisas favoritas, hoy serán duras críticas en las tertulias porque los toros de reemplazo dieron un pésimo juego ante caballos y telas en el ruedo pamplonés.

Cornalones más que serios, sin gran remate de carnes y muy endebles de riñones, los astados salmantinos de Valdefresno marcaron absolutamente todas las querencias del encierro, buscando ya la salida desde que aparecieron en el ruedo.

Y a medida que avanzaba la lidia se iban parando o desentendiendo de la pelea hasta hacer de la quinta corrida de los Sanfermines un espectáculo tedioso y anodino en el que los toreros se enfrascaron en faenas tan largas como imposibles de lucimiento.

Alberto Aguilar se mostró muy suelto con sus dos toros, y si fue capaz de aplacar la aspereza defensiva de uno, apenas pudo ligarle dos muletazos seguidos a un cuarto noble que se desfondó ya en banderillas.

Los únicos desaciertos del madrileño llegaron en la suerte suprema, donde necesitó de numerosos pinchazos para acabar con dos toros que no colaboraron ni a la hora de la estocada.

David Mora fue el único diestro de la terna que consiguió pasear una oreja, aunque de escaso peso, de tan desrazada colección de astados. Y la cortó más por lo voluntarioso de su empeño ante el quinto que por la brillantez de su trabajo.

Fue la del toledano una dilatada faena destajista, de series cortas y de medios pases a medias arrancadas, en la que el hasta entonces aburrido público debió agradecer tanto afán por encima de los pobres resultados artísticos, obviando incluso los defectos de la estocada.

Mucho más corta, forzosamente, fue la labor de Mora ante el segundo, que, vacío absolutamente de raza, se paró sin remedio a las primeras de cambio.

El primer toro de Rubén Pinar sacó nobleza y cierta calidad en sus embestidas, aunque con una acusada querencia a tablas que le restaba vibración. Algunos de los muletazos del albaceteño tuvieron entidad, pero no la suficiente como para trascender.

Del mismo modo, el sexto, que ocultaba tras su aparatosa arboladura un cuerpo terciado y vareado, no desarrolló raza ni fuerza algunas, por lo que se defendió con mal estilo en otra faena que Pinar alargó sin mayor sentido que la dejar patente una voluntad que, como la de sus compañeros, se estrelló contra la mansedumbre.

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