Descafeinada corrida de Victorino Martín en La Maestranza de Sevilla

  • Una descastada corrida de Victorino Martín deslució hoy el octavo festejo de la feria de Abril, en el que se enfrentaban mano a mano los diestros sevillanos Manuel Jesús "El Cid" y Daniel Luque.

Paco Aguado

Sevilla, 16 abr.- Una descastada corrida de Victorino Martín deslució hoy el octavo festejo de la feria de Abril, en el que se enfrentaban mano a mano los diestros sevillanos Manuel Jesús "El Cid" y Daniel Luque.

FICHA DE LA CORRIDA.- Toros de Victorino Martín, de dispar cuajo y variadas hechuras, que en general dieron un juego descastado y deslucido, algunos con claros síntomas de mansedumbre.

Manuel Jesús "El Cid": pinchazo, estocada atravesada y descabello (ovación); estocada (silencio); y pinchazo y estocada trasera (ovación).

Daniel Luque: media trasera y dos descabellos (silencio); estocada tendida y atravesada, y descabello (silencio); y pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio).

En cuadrillas, saludaron en banderillas tras clavar pares arriesgados "Alcalareño" y Abraham Neiro; brilló también con "los palos" Curro Robles; y, a caballo, buenos tercios de varas de Juan Bernal y Cristóbal Montesinos.

La plaza tuvo más de tres cuartos de entrada en tarde calurosa.

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ESFUERZOS SIN RECOMPENSA

Una desrazada corrida de Victorino Martín, que no estuvo a la mínima altura de las expectativas que siempre despiertan los toros de esta famosa ganadería, dio al traste con el mano a mano de sevillanos que se anunciaba en el ecuador del abono abrileño.

Los "victorinos", muchos de ellos mansos de salida y en el tercio de varas, llegaron al último tercio con muy poca emoción en sus cortas y deslucidas embestidas, cuando no con peligro, como sucedió con el sexto, forzando a la pareja de diestros locales a poner mucho más de su parte en el empeño.

"El Cid" resolvió con oficio y un sobrado conocimiento de esta ganadería la falta de recorrido y celo del que abrió plaza, así como la sosería del afligido tercero, que acudía a la muleta como dormido y al paso.

Muy distinto fue el quinto, un hondo cárdeno que, como manso, rápidamente marcó su querencia a los terrenos de toriles, pero que, inesperadamente, tuvo vibrantes embestidas en el último tercio, las más entregadas de todo el encierro.

El torero de Salteras le plantó cara e intentó someterlo con ambas manos, encontrando respuesta inmediata en el tendido, a pesar de ciertas desigualdades técnicas. De no haber pinchado en el primer intento, probablemente hubiera paseado el único trofeo factible de la tarde.

Daniel Luque no dejó ver en ningún momento su menor experiencia con este singular encaste, pues era la segunda corrida que estoqueaba con este hierro.

Muy al contrario, el joven espada de Gerena solventó con sobrada facilidad y sin apuros aparentes todos los problemas que le plantearon sus toros, tanto con el capote, que manejó con gran soltura y con el que sacó algún lance estimable, como con la muleta.

Si los dos primeros de su lote acusaron la general falta de raza de toda la corrida, el sexto, cuajado y feo de hechuras, le exigió un sobreesfuerzo, pues desarrolló un peligro que se fue haciendo más evidente a medida que avanzaba la lidia.

Luque aguantó sin inmutarse miradas, probaturas y coladas del "victorino" sin dar casi importancia al sentido creciente del manso, tanto que llegó casi a tapar la evidencia de cara a un público que apenas si le reconoció el esfuerzo.

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