Dos orejas Hermoso, y una Leonardo, y llamó la atención un tal Rouxinol

  • San Sebastián.- Dos orejas cortó Pablo Hermoso de Mendoza, y una Leonardo Hernández, en la corrida de la especialidad que abrió hoy la Semana Grande donostiarra, festejo en el que dio mucho que hablar la presencia de un portugués llamado Luis Rouxinol, por su nula aportación.

Dos orejas Hermoso, y una Leonardo, y llamó la atención un tal Rouxinol
Dos orejas Hermoso, y una Leonardo, y llamó la atención un tal Rouxinol

San Sebastián.- Dos orejas cortó Pablo Hermoso de Mendoza, y una Leonardo Hernández, en la corrida de la especialidad que abrió hoy la Semana Grande donostiarra, festejo en el que dio mucho que hablar la presencia de un portugués llamado Luis Rouxinol, por su nula aportación.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Herederos de Ángel Sánchez y Sánchez, parejos y con volumen. Corrida con trapío para plaza de primera si se pasa por alto el reglamentario "afeitado". Sin embargo, a los seis les faltó raza, yendo a menos en el último tercio. Lo sorprendente es que, salvo en el sexto, en los otros cinco no se renunció al segundo rejón de castigo.

Luis Rouxinol: rejón, cinco pinchazos, nuevo rejón sin quebrar y tres descabellos (silencio tras aviso); y cinco pinchazos y dos descabellos (silencio tras aviso).

Pablo Hermoso de Mendoza: rejón fulminante (dos orejas); y pinchazo, rejón y descabello (ovación).

Leonardo Hernández: siete pinchazos y rejón (silencio); y rejón (oreja).

La plaza tuvo un tercio de entrada con la cubierta cerrada.

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RO-OOO-UUU-XI-NOL

No está "la Fiesta" para experimentos, y menos en San Sebastián donde ha bajado alarmantemente el abono. Menos de media plaza con Hermoso de Mendoza, que hace sólo cuatro años acababa "el papel" alternando con dos toreros de a pie.

Pero como lo quieren todo, el egoísmo termina rompiendo el saco. Así, el agujero de hoy en la taquilla ha sido considerable. La gente ha preferido la playa, o quedarse en casa, o a saber, antes que ir a ver a Luis Rouxinol (para escribirlo hay que leerlo un par de veces en el cartel comprobando que coinciden las letras).

La broma quedaría sólo en lo del nombre si no fuera porque el personaje, perfecto desconocido a pesar de contar ya con 23 años de alternativa, un rejoneador del montón en su país, Portugal, volvía a torear en España al cabo de 11 temporadas.

Este regreso de Rouxinol se producía sin que nadie lo hubiera reclamado, habría que advertir parafraseando al mítico Juan Belmonte cuando éste aconsejaba a un torerito de poca monta que estando retirado pretendía reaparecer -"¿Qué le parece maestro, mi vuelta?"-. Y respuesta con otra pregunta: "¿a ti te ha llamado alguien?".

Sin embargo, parece que a Rouxinol, más antiguo que Hermoso de Mendoza, lo convocó para esta ocasión la empresa, los hermanos Pablo y Oscar Chopera, a su vez apoderados del navarro, evitando así que éste abriera cartel. Son las exigencias de ¿las figuras? mientras se pierden la oportunidad de una verdadera competencia, por ejemplo, con Diego Ventura, vetado en las plazas que controla la casa "Chopera".

El caso es que el portugués estuvo según se esperaba de él. Mal, rematadamente mal. Corriendo muchas veces en línea recta, sin recursos para quebrar las embestidas de los toros, que hubieran podido alcanzarle de lleno si llegan a tener más raza, celo y acometividad.

Pero vino a ser todo más fácil para Hermoso, que de alguna manera era lo que se pretendía. Resaltó más su labor, sobre todo en la faena al tiro segundo de la tarde, sobra la base de una buena técnica en el planteamiento de las suertes, y dominio y estrecha conjunción con las cabalgaduras.

Bien, muy bien Hermoso, al máximo en las enormes posibilidades que le brinda su magnífica cuadra. La elasticidad y el valor de "Chenel"; el arrojo y la torería también de "Machado", un alazán nuevo y con gran porvenir por la serenidad que demuestra en los quiebros, ajustadísimos.

Sin discusión el doble trofeo. Aunque no redondeó como se esperaba frente al quinto, mostrándose algo fallón, y eso que todavía contó mucho y bien la actitud desafiante de "Ícaro". Finalmente aquí no midió la escasa entidad del toro, que, moribundo, estaba a punto de echarse mientras él andaba todavía atosigándole con las cortas.

El joven Leonardo estropeó al matar una medida y muy bella faena al tercero. Y se llevó finalmente una oreja del sexto por una labor más en la heterodoxia que en el clasicismo, pero con mucha verdad, en la que "Verdi", con sus largos cites, de plaza a plaza, fue punto y aparte.

El comentario final, no obstante, seguía siendo en torno a la presencia de Ro-ooo-uuu-xinol. La gente habló mucho de él, pero sin bien su nombre.

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