El Capea y Daniel Luque abren la puerta grande en la primera de Xátiva

Madrid.- El Capea y Daniel Luque aprovecharon las virtudes de la noble corrida de Hermanos Sampedro y abrieron la puerta grande en la primera corrida de la Fira de Agost de Xàtiva, en la que falló el público, en gran medida porque el esperado Cayetano no pudo torear tras fracturarse la clavícula en Baeza.

Se lidiaron toros de Hermanos Sampedro, de bonita lámina y buen juego en líneas generales. 1º, 2º, y 4º muy buenos.

El Capea, que sustituía a Cayetano, ovación y dos orejas.

Alejandro Talavante, ovación y silencio.

Daniel Luque, oreja y oreja.Entrada, un cuarto de plaza.

Pedro Gutiérrez "El Capea" llegaba para sustituir a Cayetano y dio la cara toda la tarde. Su primero fue un animal extraordinario por los dos pitones y lo cuajó de salida con el capote. En la muleta, el de Sampedro fue una máquina de embestir y el trasteo fue más desigual. Aún así le pudo haber cortado una oreja de no fallar con la espada.

Su segundo fue otro toro extraordinario de la divisa sevillana y a éste si lo toreó largo y profundo por ambos pitones, en la que posiblemente sea la faena más lucida y emotiva del salmantino en mucho tiempo. Estoconazo, dos orejas y puerta grande.

Alejandro Talavante no tuvo una tarde demasiado inspirada. A su primero, otro toro bravo que lo quería todo por abajo, le cogió el aire en contadas ocasiones. Con su segundo, noble pero más parado, el extremeño instrumentó una faena larga que no llegó a los tendidos y para colmo estuvo muy desacertado con los aceros.

El sevillano Daniel Luque mostró el buen momento profesional que atraviesa pese a contar con el lote menos propicio. Ante su primero estuvo sensacional con el capote y muy seguro en terrenos de cercanías en la labor de muleta, muy aclamado por el público y derrochando firmeza de plantas.

Oreja ganada a ley, como también lo fue la del segundo, un ejemplar que prometía mucho pero que se acabó demasiado pronto. Pese a ello, Luque lo entendió a la perfección para acabar arrancándole el trofeo que le aseguraba la puerta grande.