El Centro Pompidou de París se zambulle en la estridencia de Mike Kelley

  • El Centro Pompidou de París inauguró hoy una retrospectiva póstuma del artista estadounidense Mike Kelley, transgresor ecléctico y posmoderno formado en la escena industrial de Detroit y arraigado a la subcultura californiana de los setenta que lanzó una crítica estridente sobre el mundo que le rodeó.

Javier Albisu

París, 2 may.- El Centro Pompidou de París inauguró hoy una retrospectiva póstuma del artista estadounidense Mike Kelley, transgresor ecléctico y posmoderno formado en la escena industrial de Detroit y arraigado a la subcultura californiana de los setenta que lanzó una crítica estridente sobre el mundo que le rodeó.

La muestra, que puede visitarse en París hasta el próximo 5 de agosto, reúne un centenar de obras de Kelly (1954-2012), vector entre el arte popular y posmoderno venerado como uno de los grandes talentos conceptuales de las artes plásticas estadounidenses del último cuarto del siglo XX, pero desconocido para el gran público.

Parte de la culpa de que su trabajo no active automáticamente ni la retina ni los recuerdos de la mayoría de quienes se enfrentan a sus creaciones radica en que generó un universo sórdido y complejo que bebe de múltiples influencias y se desarrolla en abundantes formatos y medios.

Prolífico, pero poco identificable, Kelley fue en vida un artista acariciado por el universo de la alta cultura pero soslayado por el medio popular del que emergió.

Su obra más recordada, probablemente, es la serie "Half Man", un trabajo concebido entre 1987 y 1992 en el que Kelley se sirve de rudimentarios muñecos de peluche para lanzar una crítica conceptual que reflexiona, entre otros aspectos, sobre la falta de escrúpulos de un capitalismo que convierte el afecto paternal en una mercancía.

Los juguetes de trapo, esparcidos por el suelo o incrustados en la pared, se muestran acompañados de grandes dibujos de pulmones, intestinos o riñones, una referencia que la comisaria de la exposición, Sophie Duplaix, entiende como una transgresión para invitar al público a replantearse los roles de género y los modelos de sexualidad.

La inquietante instalación deja entrever una provocación siniestra acompañada por destellos de humor, uno de los vehículos que recorren gran parte de la obra de Kelley, quien en enero de 2012 se quito la vida en la bañera de su casa de las afueras de Los Ángeles, a los 57 años.

Kelley nació en un suburbio obrero de Detroit, estandarte de la industria automovilística estadounidense que ya en los años sesenta notaba las primeras embestidas de la desindustrialización.

Creció en el seno de una familia católica, con una madre que trabajaba como cocinera en una cantina de la fábrica de Ford y con un padre que se ganaba la vida como encargado de las tareas de mantenimiento en un centro educativo.

Su severa educación se traduce en su obra a través de trabajos como "Educational Complex", una gigantesca maqueta blanca que combina distintos establecimientos escolares en los que Kelley pasó su infancia y adolescencia, donde saboreó la frustración y el abuso y donde se interesó por el punk, afición que le llevaría a crear la banda "Destroy all Monsters".

Sus vínculos con la música -que le acercó a grupos como The Velvet Underground o Sonic Youth- y especialmente su relación con los sonidos más estridentes y violentos de los setenta, salpicaron su obra con ecos que ahora retumban en las paredes del Pompidou a través de "The Poetics Projects", polifacética y discordante instalación que recuerda el poco celebrado grupo que fundó en 1977 con el también artista Tony Ourlser.

Aquella infructuosa incursión musical vio la luz después de que Kelley se hubiera graduado en la Universidad de Michigan y hubiera iniciado sus estudios en el California Institute for de Arts, centro conocido por su gusto por la experimentación.

Es también el alegato de un artista asiduo a las creaciones colectivas que dejó para la posteridad una obra aplaudida por su valentía para retratar la repugnancia posmoderna y expuesta en Berlín, Londres, Nueva York, Tokio, Roma, Ginebra, Atenas, Oslo, Shanghai, Madrid, Bilbao o México, entre otras latitudes.

El grueso de la retrospectiva programada en el Centro Pompidou, que sirvió para inaugurar el Stedelijk Museum de Ámsterdam tras una larga ampliación, viajará después al PS1 de Nueva York y posteriormente al Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles.

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