El cine-telenovela toma el Festival de San Sebastián de la mano de Raúl Ruiz

  • San Sebastián.- La telenovela, de calidad, tomó hoy el Festival de San Sebastián con "Misterios de Lisboa", un largo, interesante y en ocasiones surrealista filme del chileno Raúl Ruiz, que sorprendió con su estructura folletinesca y con brillantes destellos del mejor cine.

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San Sebastián.- La telenovela, de calidad, tomó hoy el Festival de San Sebastián con "Misterios de Lisboa", un largo, interesante y en ocasiones surrealista filme del chileno Raúl Ruiz, que sorprendió con su estructura folletinesca y con brillantes destellos del mejor cine.

Una historia muy diferente del realismo puro de la segunda película de hoy de la sección oficial, "Neds", del británico Peter Mullan, un filme sólido, bien rodado y con un buen actor protagonista, pero con una historia de adolescencia y pandilleros que repite esquemas muy exprimidos en el cine.

Y, aunque tampoco es nueva la estructura de la telenovela, sí es novedosa la forma en la que el veterano realizador chileno Raúl Ruiz la trata en "Misterios de Lisboa", una producción portuguesa de casi cuatro horas y media que tiene una versión televisiva de 6 capítulos de 55 minutos cada uno.

Un proyecto que "tiene muchas capas y muchos niveles", según explicó hoy en rueda de prensa el director, para el que este filme supone su "reencuentro" con la telenovela, un género del que realizó una vehemente defensa.

Ruiz mostró su envidia por los que tienen la suerte de cultivar un género que les permite formar parte de las familias de países enteros. "Esa parte de la cultura popular me interesa mucho", agregó.

"Yo hacía fines de capítulos de telenovelas mexicanas. No sé por qué ahora no me dejan hacer telenovelas", dijo Ruiz, que consideró "Misterios de Lisboa" una forma de "cerrar un círculo vital".

El realizador (Puerto Montt, 1941) señaló que, en contra de lo que se cree, la estructura de la telenovela no es tan simple, y consideró la primera obra de este género las "Crónicas italianas" de Stendhal o algunas obras de Balzac.

Un género en el que se inscribe sin vergüenza la película presentada en San Sebastián, la historia de un chico de 14 años que vive en un colegio religioso, al cuidado de un cura que sirve como hilo conductor para conocer los secretos de cada uno de los personajes que van apareciendo en la narración.

Amores imposibles, hijos bastardos, asesinatos, búsqueda de poder. Nada falta en esta historia, que se sitúa en el Portugal del siglo XIX en la que cobran mucha importancia "los elementos a fondo de cuadro", como los llamó el director.

Unos elementos que no protagonizan la escena pero que la completan de forma bastante especial, que juegan a desconcertar al espectador y que "a veces son más importantes que los que están más cerca".

Porque, para Ruiz, tan importante es el "cine que se ve como el que se divisa" y con el que se podría narrar siempre una película paralela.

Así lo explicó el realizador chileno en la rueda de prensa, en la que se mostró cansado pero muy recuperado del cáncer de hígado que le fue diagnosticado el pasado año, durante el rodaje de "Misterios de Lisboa" y que le obligó a someterse a un trasplante.

Una enfermedad que no le impidió terminar la película y presentarla hoy en San Sebastián, donde competirá por la Concha de Oro con otros 14 filmes, entre ellos "Neds", una historia real que sucede en Glasgow en los años setenta pero que podría darse perfectamente en la actualidad.

La historia de John McGill, un niño que de pequeño parece escapar al ambiente pandillero y de delincuencia en el que se mueve su hermano mayor y la realidad social que se vive en aquella época es lo que cuenta el filme con el que Mullan vuelve a la dirección tras "The magdalene sisters" ("Las hermanas de la Magdalena", 2002).

El actor y director escocés señaló en rueda de prensa que ese problema "sigue siendo, tristemente, igual de malo, va y viene. Cada seis ó siete años parece que surge de nuevo".

Una situación que se da en todas las grandes ciudades de Escocia y del resto del Reino Unido y en la que hay semejanzas con la experiencia personal de Mullan, que tuvo una "infancia disfuncional".

Mullan ha querido con este filme reflejar la complejidad de un problema que "nunca es sencillo" pero que habitualmente en cine se trata de forma "muy simplista".

"He trabajado en cárceles y allí ves todas las formas de la humanidad, nunca es tan sencillo", agregó el realizador, que abogó por la buena educación como "elemento clave" para encontrar una solución a esta cultura de bandas.

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