El erotismo nocturno del pincel de Beltrán Massés resucita en París

  • El erotismo y la nocturnidad de las majas malditas y de las estrellas hollywoodienses del cine mudo, a las que el pintor hispano-cubano Federico Beltrán Massés (1885-1949) consagró sus pinceles, resucitan en París a través de una muestra que repasa la provocativa obra de un maestro olvidado del retrato.

Javier Albisu

París, 21 mar.- El erotismo y la nocturnidad de las majas malditas y de las estrellas hollywoodienses del cine mudo, a las que el pintor hispano-cubano Federico Beltrán Massés (1885-1949) consagró sus pinceles, resucitan en París a través de una muestra que repasa la provocativa obra de un maestro olvidado del retrato.

Hasta el próximo 12 de mayo, la galería Alain Blonde expone en el céntrico barrio parisino del Marais 18 cuadros que recorren la producción entre 1915 y 1930 de un pintor aclamado por sus contemporáneos de la aristocracia, la prensa o el cine, y que murió en Barcelona a la sombra de la posguerra.

"Hay un algo vampiresco recurrente en sus representaciones de mujeres" que se fusiona con "cierta perversidad" en los temas que aborda y con la "omnipresencia de la noche en su obra", explicó hoy a Efe el galerista Alain Blonde.

Nacido en Cuba, otrora colonia española, Beltrán Massés se formó en Madrid con maestros como Joaquín Sorolla y Antoni Cabo, antes de instalarse en París en 1916, donde desarrolló una pintura enigmática, a caballo entre el simbolismo y el "art decó".

"Es el pintor de la noche, del exotismo, de una cierta perversidad", resume Blonde.

La exposición de las obras, cuyo precio oscila entre los 30.000 y los 100.000 euros, se fija esencialmente en las "grandes composiciones estilo ópera" con las que alcanzó una relevancia internacional que luego pondría al servicio del retrato.

Algunas de ellas, como la representación de una aristócrata lesbiana, desnuda y rodeada de mujeres abanicándose en "La maja marquesa", que contiene un sutil guiño a Goya y que Beltrán Massés presentó en 1915 en la Exposición Nacional de Madrid, generó un gran revuelo en su época.

"La pintura figurativa a menudo es más provocadora que la abstracta porque no esconde nada", comentó el marchante de arte, especializado en la "arqueología pictórica" de "redescubrir" a pintores postergados, como al autor de "Salomé".

Fue esa provocación, presente en el retrato de prostitutas madrileñas "Mely y Xuty" o tiznada de alusiones a España a través de guitarras o mantillas como en "La maja maldita" y, casi siempre, mezclada con una paleta dominada por su azul intempestivo, la que le acercó a grandes artistas de su época.

Destacan entre esos nombres el pintor Kees van Dongen o al actor Rodolfo Valentino, al que le unía una "admiración recíproca".

Con él partió en 1925 a Nueva York y Hollywood, donde conocerá a iconos del celuloide como Charles Chaplin, Gloria Swanson, Joan Crawford o Marion Davies, actriz esta última que le presentó al magnate de la prensa William Randolph Hearst, que inspiró la película de Orson Welles "Ciudadano Kane".

Beltrán Massés, que llegó a disfrutar de una considerable éxito en Estados Unidos, se convirtió entonces en el "consejero artístico" de Hearst, a quien presentó en Europa a mercantes y galeristas.

Era la época en la que el pintor, que nunca se interesó por la vanguardia de Picasso o Miró, se codeaba con actores como Douglas Fairbanks -el Robin Hood de la película de Allan Dwan (1922)-, a quien retrató de noche, vestido de esmoquin y fumando un cigarrillo sobre una barandilla que cae sobre los canales y puentes de Venecia.

Tras pasar un año en Estados Unidos, el pintor viajó a India, para introducir en su repertorio elementos aún más exóticos, como puede apreciarse en lienzos como "La reina de Java".

Después regresó a París, ciudad que abandonó antes de la Segunda Guerra Mundial para volver a España, donde tuvo que asumir que su estilo había pasado de moda e intentar reconducir su talento hacia temas de inspiración religiosa para satisfacer las exigencias de un mercado que ya no le cuidaba como antaño.

"Frecuentó a las grandes estrellas del cine mudo y, de una cierta manera, su notoriedad desapareció con esa sociedad, lo que hizo que en 1949 muriese completamente en el olvido", sintetizó Blonde.

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