El homenaje a Francisco Ayala se convierte en una celebración de la vida

  • Madrid.- La música era, de todas las artes, la que más apreciaba Francisco Ayala, y piezas muy queridas por él sonaron hoy, día del 104 aniversario de su nacimiento, durante el homenaje que recibió en la Biblioteca Nacional, que se convirtió en una celebración de la vida.

El homenaje a Francisco Ayala se convierte en una celebración de la vida
El homenaje a Francisco Ayala se convierte en una celebración de la vida

Madrid.- La música era, de todas las artes, la que más apreciaba Francisco Ayala, y piezas muy queridas por él sonaron hoy, día del 104 aniversario de su nacimiento, durante el homenaje que recibió en la Biblioteca Nacional, que se convirtió en una celebración de la vida.

Fue un homenaje sobrio y emotivo ya que, como dijo la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, "Francisco Ayala no gustaba de protocolos ni de ditirambos necrológicos, sencillamente porque él prefería la vida".

Al calor de la música preferida de Ayala, que el pasado 3 de noviembre "se fue sin hacer ruido, tras habernos regalado una lección de vida", y de la lucidez de varios fragmentos de su obra, seleccionados por su viuda, Carolyn Richmond, se congregaron en la Biblioteca numerosos amigos y personalidades.

El acto estuvo presidido por la Reina y contó con la asistencia de políticos como la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde; el alcalde de Granada, José Torres Hurtado; el concejal de Cultura del Ayuntamiento granadino, Juan García Montero, y del director general del Libro del Ministerio de Cultura, Rogelio Blanco.

Los miembros del Patronato de la Biblioteca Nacional, el gerente de la Fundación Francisco Ayala, Rafael Juárez; el presidente de la SGAE, José Luis Borau; la presidenta de la Fundación García Lorca, Laura García Lorca, y los máximos responsables de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Soledad López, y del Círculo de Bellas Artes, Juan Barja, también asistieron al homenaje, al igual que los escritores Antonio Gamoneda y Almudena Grandes.

No hubo discursos pero sí unas breves palabras preliminares del cantante Miguel Ríos y del poeta Luis García Montero, antes de que la música resonara en el salón de actos de la Biblioteca y el actor Juan Diego leyera los fragmentos seleccionados, en su mayoría de "Recuerdos y olvidos".

Miguel Ríos contó cómo, tras leer esa obra del gran escritor granadino y comprobar "la pasión por la música" que emana de ella, le propuso a García Montero reunir en un disco las piezas musicales preferidas de Ayala. El disco verá la luz bajo el auspicio de la Biblioteca Nacional y de la SGAE. "Será la banda sonora de su vida".

Una de esas piezas, quizá la más emocionante de las que hoy se oyeron, la escuchó Francisco Ayala la tarde antes de morir "para hacer recuento de sus bellos días", según dijo García Montero, comisario del Centenario de Ayala.

Se trata del aria "Un bel di", de "Madama Butterfly", cantada por María Callas, que Ayala recuerda en un texto de "La niña de oro y otros relatos" y que en el homenaje sirvió para evocar la larga estancia del escritor en Estados Unidos.

"La vida tiene música. Los días y los años pasan con una banda sonora que forma parte de nuestra educación sentimental", señaló García Montero, quien considera a Ayala "un maestro de la escritura y un ejemplo cívico por defender la libertad y la dignidad humana en las situaciones más difíciles".

La infancia y la adolescencia del escritor, su estancia en Berlín, la Guerra Civil, las diferentes etapas de su largo exilio en Buenos Aires, Puerto Rico y Estados Unidos, y su regreso a España en 1976, donde ya permaneció hasta su muerte, fueron recordados con textos de Ayala, mientras se proyectaban en todo momento fotografías de su vida.

La adaptación que García Lorca hizo de la canción popular "De los cuatro muleros", cantada por La Argentinita, fue la primera pieza musical que sirvió de fondo a un breve fragmento de "Recuerdos y olvidos" dedicado a Lorca, un poeta con el que Ayala no tuvo "un trato particularmente sostenido, aunque su cordialidad se derramaba sobre todos alrededor suyo".

El "¡Ay babilonio que mareas!", de "La corte del faraón", ambientó un texto en el que Ayala evoca el Madrid de después de la Primera Guerra Mundial, mientras que Marlene Dietrich y su inolvidable "Lili Marlene" precedió a la lectura de un fragmento dedicado a Berlín, la ciudad a la que el novelistas llegó en 1929.

En la Guerra Civil "no todo era tragedia, no todo era angustia" escribe Ayala al evocar "el delirio" que las canciones de Miguel de Molina causaban entre las tropas republicanas. "La bien pagá" sonó hoy en la Biblioteca Nacional.

El tango "Mis Buenos Aires querido", cantado por Carlos Gardel, y una selección de guitarra de Andrés Segovia recordaron los años de exilio de Ayala. El acto se cerró con piezas musicales de Pablo Casals.

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