"El impostor" o cómo documentar el engaño

  • ¿Cómo pudo un joven francés convencer a una familia de Texas (EE. UU) de que era su hijo desaparecido años atrás? "The Imposter", de Bart Layton, documenta con las claves del cine de suspense este caso en el que se encuentran el arte de la suplantación y los mecanismos del autoengaño.

Madrid, 9 may.- ¿Cómo pudo un joven francés convencer a una familia de Texas (EE. UU) de que era su hijo desaparecido años atrás? "The Imposter", de Bart Layton, documenta con las claves del cine de suspense este caso en el que se encuentran el arte de la suplantación y los mecanismos del autoengaño.

Cuando todavía sigue con éxito en las pantallas españolas el documental ganador del Óscar "Searching for Sugar Man", se estrena ahora esta nueva muestra que satisfará a los defensores de aquello de que "la realidad supera a la ficción".

"The Imposter", que ha paseado por los festivales de San Sebastián y Sundance y ganó el BAFTA al mejor debut británico, arranca con una historia sorprendente por puro increíble que había sido recogida en el New Yorker: la de Frédéric Bourdin, un francés que decidió asumir la identidad de un joven desaparecido en Estados Unidos.

Tenía acento al hablar inglés, era más alto y diez años mayor que el desaparecido, pero la familia decidió creer que el milagro podía estar antes sus ojos.

"Empezamos la historia de su vida y buscamos la manera de encontrarla. Pero luego investigamos un poco más y allí descubrimos que había un camino hacia una historia mayor, que introducía ideas mucho más amplias sobre el término engaño", explicaba a Efe en el pasado festival de San Sebastián Bart Layton.

Efectivamente, el engaño comienza a mostrar varias dimensiones. La primera y más evidente, es la de explorar la causa psicológica del mismo. "Frédéric Bourdin quería escapar de su identidad, buscar otra realidad y eso hace que afecte a todos los que le rodean. Quiere ser un niño con su familia, quiere vivir allí donde se ambientan las películas que le gustan. En vez de cambiarse a él, cambia al mundo con su engaño", asevera Layton.

La segunda, su protocolo de actuación, que lo convierte en un maestro en su género. "En realidad, él no dice tantas cosas. Deja que el resto rellene la realidad. Sabe cómo hacer para que la gente cree la historia de tal manera que ellos, al ser los creadores, no la pongan en duda. Deja a los demás establecer la narrativa de esa realidad que él está inventando. Y eso cuestiona mucho nuestra relación con el mundo", prosigue el realizador.

La tercera se traslada a lo sobrecogedor de esa familia tan deseosa de creer que obvia los indicios más esclarecedores de esta historia.

"Todos en algún momento nos hemos engañado a nosotros mismos o, en temas de amor, hemos inventado la realidad según nos convenía. Todos creamos realidades y siempre que ocurre algo, cada uno tiene su versión de la realidad", dice Dimitri Doganis, productor de la cinta. Y el caso de los Fisher, la familia de Texas que no dejó que la realidad acabara con su esperanza, es esta tendencia llevada al paroxismo.

Y, finalmente, la cuarta dimensión es el dilema al que se enfrenta un cineasta al querer documentar a un suplantador, ¿qué parte de sus testimonios puede creerse el público? "Como espectador estás invitado a interactuar, a tener una relación directa con él y a convertirte en una de sus víctimas. Puedes aceptar lo que te cuenta o no", responde Layton, quien tuvo esa misma duda como cineasta.

"Yo mismo me sentí muy embaucado por él. Le creí en muchos aspectos, pero en el momento en el que te descubres que te estás poniendo de su parte, no puedes evitar pensar que te está liando como a todos los demás. Te genera una empatía lógica que te ayuda a entender cómo pudo conseguir lo que consiguió. Y ese efecto era el que quería que quedara plasmado en la película", añade.

"El impostor (The Imposter)", quizá por eso, opta por una apariencia de cine de suspense, con recreaciones, músicas y efectos especiales, como si el mismísimo Alfred Hitchcock estuviera dirigiendo la vida real. "La ficción no tiene la exclusiva del suspense", justifica Doganis.

"Es un documental poco convencional. Normalmente se trata de buscar la verdad, pero en esta historia sabíamos desde el principio que la investigación no llevaba a eso sino a lo contrario: a la ausencia de verdad. A los diferentes significados de una misma realidad", concluye el productor.

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