"El Juli", o el mando a toda costa: dos orejas

  • San Sebastián.- Dos orejas cortó Julián López "El Juli", y una Sebastián Castella, en la corrida celebrada hoy en San Sebastián, con un ganado en la frontera de los mínimos, lo que refuerza el triunfo a toda costa del primero.

"El Juli", o el mando a toda costa: dos orejas
"El Juli", o el mando a toda costa: dos orejas

San Sebastián.- Dos orejas cortó Julián López "El Juli", y una Sebastián Castella, en la corrida celebrada hoy en San Sebastián, con un ganado en la frontera de los mínimos, lo que refuerza el triunfo a toda costa del primero.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Garcigrande, cuarto y quinto con el hierro de Domingo Hernández, aceptablemente presentados y de poco juego, si se exceptúa el bravo y noble tercero; desrazados y deslucidos, primero y cuarto; segundo y quinto, "se dejaron" sin más; y el sexto se movió con genio, incómodo.

Enrique Ponce: media estocada baja y descabello (silencio); y tres pinchazos y estocada desprendida (silencio tras aviso).

Julián López "El Juli": estocada desprendida (oreja); y estocada (oreja tras aviso).

Sebastián Castella: pinchazo hondo que terminó haciéndose media estocada y cuatro descabellos (gran ovación tras aviso); y estocada trasera y caída (oreja tras aviso).

En cuadrillas, Javier Ambel saludó tras banderillear al tercero y bregó bien en el quinto.

La plaza tuvo dos tercios de entrada, cerrada la capota en tarde de nubes y claros.

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CONTRA LA CLIENTELA

La plaza de San Sebastián, pensada en principio como recinto exclusivamente taurino, sirve también de escenario desde su inauguración de otros eventos, sobre todo deportivos y musicales, en los que ni por asomo se hace de menos a los espectadores como en los toros, que hoy, una hora antes de comenzar el festejo, guardaban largas colas para retirar los encargos de entradas reservadas telefónicamente o a través de internet.

Buena parte de la clientela no pudo acceder al interior de la plaza hasta el segundo toro, y o bien no llegó a tiempo del paseíllo, o no pudo ver la primera faena de Ponce, o como mucho tuvo que esperar de pie hasta la muerte de este toro para acomodarse en su localidad. Eso lo hacen con los que pagan, que al fin y al cabo no dejan de ser los que mantienen el tinglado.

Los antitaurinos mientras tanto avanzan en sus posiciones, y eso que en número apenas cuentan. Hoy, también en San Sebastián, otra manifestación anti. A escala nacional ya han anunciado la constitución legal de una plataforma contra la tauromaquia.

Mientras en el sector, empresarios más que nada, no se dan por enterados. Todo sigue prácticamente igual que hace cincuenta o más años, amparándose la desidia y pasividad en la eterna cantinela de que el toreo es un rito, cuya liturgia no admite cambios o innovaciones.

Es seguro que en el ruedo haya que mantener intacta la esencia del culto como tal, su pureza y verdad. Pero de la barrera hacia afuera el concepto empresarial habrá que acomodarlo a la era en que se vive, sin despreciar fórmulas de marketing, comunicación y promoción propias del siglo XXI.

Hoy, cubierto algo más de medio aforo, se ha llegado al máximo en la taquilla. Naturalmente con las "figuras". Por lo visto San Sebastián ya no puede aspirar a más, de momento. La plaza de Illumbe llena va a ser un sueño por mucho tiempo a tenor de cómo se están haciendo las cosas en el toreo, en España y el mundo taurino en general, y en San Sebastián en particular.

El sufrido público donostiarra, no obstante, disfrutó de una tarde de toros que se saldó con tres orejas, y todavía pudo haber una más si Castella no falla a espadas en su primero.

A resaltar la actitud y capacidad de los toreros, fundamentalmente de "El Juli", que entendió a la perfección a los dos de su lote, de paso los más toreables en conjunto. Le faltaba un tranco en la embestida a su primero, "empujándole"él a base de temple, y aguantando frenazos cuando el animal empezó a negarse. Faena de técnica y valor.

En el quinto atacó mucho el torero, sin darle más opción al toro, mientras se recreó en la interpretación, con despaciosidad y gusto en lo fundamental. En los dos estuvo "El Juli" también soberbio con la espada.

Castella cuajó una faena de mucha quietud y verticalidad, de excelente compostura, al bravo tercero. Una labor exquisita y emocionante, sin embargo, sin contundencia con la espada.

En el sexto peleó de otra manera Castella por la condición del astado, más descompuesto. Al final ganó la paciencia y la serenidad, el valor en definitiva del hombre.

Ponce, en cambio, no tuvo tela para cortar. Sus dos toros, auténticos mulos. El único brillo en sus dos trasteos, el de la técnica y el esfuerzo que puso él, sin recompensa por parte de los toros, el primero quedándose cortito y protestando mucho, y el cuarto con la cara por las nubes y viniéndose andando, sin celo.

Menos mal que todavía se salva esto gracias a los toreros.

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