El mexicano Jorge Marín presenta en Lisboa sus inquietantes hombres-pájaros

  • Las inquietantes esculturas de hombres-pájaros del escultor mexicano Jorge Marín, pertenecientes a su obra "El Cuerpo como paisaje", se exhiben en Lisboa desde hoy hasta el próximo 16 de septiembre.

Lisboa, 18 ago.- Las inquietantes esculturas de hombres-pájaros del escultor mexicano Jorge Marín, pertenecientes a su obra "El Cuerpo como paisaje", se exhiben en Lisboa desde hoy hasta el próximo 16 de septiembre.

Las 21 piezas en bronce, con una altura máxima de 150 centímetros y un peso entre los 50 y 95 kilos, están inspiradas en la simetría de los cánones clásicos por los cuerpos perfectos y acabados que muestra.

No obstante, desprenden una huella del barroco tardío y el neoclasicismo gracias a la contorsión y los movimientos imposibles que refleja.

"Mi trabajo tiene intención de crear inquietud, de mover la conciencia", declaró a EFE el artista mexicano, de 47 años y nacido en Uruapán (Michiocán), aunque afincado en la Ciudad de México.

Las esculturas son un espejo donde los espectadores pueden ver cómo están, no solo en el plano físico, sino en el emocional, comenta Marín, que acaba de exhibir su más reciente trabajo en España.

Rostros hieráticos, cuerpos cuya perfección física contrasta con la "imperfección" de las gigantescas narices simbolizan la complejidad y la contradicción del ser humano.

"Mi intención de tapar la cara de las figuras es para despersonalizarlas y que pueda haber una mayor identificación de quien la ve", remarca el artista, satisfecho por trabajar con un material como el bronce, a pesar de su dificultad.

"Es muy noble, me permite una libertad creativa que no tiene límite", apunta.

"El Cuerpo como paisaje", que cosechó un rotundo éxito en México, comenzó su gira en Madrid el pasado abril y hasta 2013 pasará por Israel, Turquía, Rusia, La India y Hong Kong, entre otros países.

"He tenido un entendimiento muy fuerte con el público (...) Hay un comentario positivo a la obra", concluye Marín, cuya obra se exhibe en el museo del Agua de la capital lusa, un relajante espacio de gruesas estructuras de piedra que incita a la reflexión.

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