El Museo Reina Sofía da a conocer el íntimo mundo creativo de James Castle

  • Madrid.- El arte entendido como medio de expresión humano de carácter creativo define la obra del artista estadounidense James Castle (1899-1977), que exhibe el Museo Reina Sofía en la exposición "Mostrar y almacenar".

El Museo Reina Sofía da a conocer el íntimo mundo creativo de James Castle
El Museo Reina Sofía da a conocer el íntimo mundo creativo de James Castle

Madrid.- El arte entendido como medio de expresión humano de carácter creativo define la obra del artista estadounidense James Castle (1899-1977), que exhibe el Museo Reina Sofía en la exposición "Mostrar y almacenar".

Autodidacta, sordo de nacimiento, analfabeto y artista del medio rural, Castle creó un mundo propio inspirado en la cultura popular a lo largo de seis décadas de frenética actividad, en las que produjo miles de objetos.

Dibujos hechos con el hollín que extraía de una estufa y saliva, construcciones creadas con trozos de cartón que coloreaba y cosía y libros hechos a mano, todo ello sin título y sin fecha, forman el "tesoro" del artista estadounidense, que él mismo protegió y conservó en paquetes que envolvía, ataba y escondía en lugares recónditos de las diferentes casas en que vivió.

La producción de Castle, con unas técnicas que forman otro de los secretos que le rodean, discurrió al margen de lo profesional y aunque su familia le proporcionaba materiales de trabajo, él prefería los de deshecho, como envases, folletos comerciales, panfletos religiosos, facturas.

El signo distintivo de los mejores dibujos de este artista es una economía de medios y de producción, puesta al servicio de la investigación de los estilos pictóricos.

Con más de 200.000 objetos creados y guardados a lo largo de su vida, Castle hizo del arte su principal, y casi única, vía de expresión.

Para Manuel Borja Villel, director del Reina Sofía, la exposición trata de explorar la obra "de un personaje extraordinario que desarrolló una producción extraordinaria, que contribuye a planteamientos sobre la alta y baja cultura".

Castle, "marginal, autodidacta y analfabeto, aprendió y depuró sus técnicas de gran refinamiento a través de su propio trabajo". En opinión del director, el artista utilizó los elementos especiales del libro como un elemento para aprender "pero no los contenidos sino las relaciones entre formas".

La exposición descubre y piensa sobre una figura "que está fuera de lo que conocemos, lo que constituye la misión de un museo de arte contemporáneo".

Lynne Cooke ha seleccionado alrededor de 500 obras del amplio acervo artístico de Castle que muestran "su singular perseverancia para atesorar, salvaguardar, manipular e instalar su obra, así como los modos en que se manifestaba esta esmerada labor".

Castle desarrolló un peculiar concepto de la conservación "y aunque nunca participó en el mundo del arte, en su obra plantea cuestiones del arte conceptual. Se trata de un artista moderno y contemporáneo", con una obra que plantea muchos retos "por lo que su interpretación permanece abierta".

Hasta finales de la década de 1990, en que sus trabajos aparecieron en los principales círculos artísticos, Castle solo enseñaba sus dibujos, aunque no los libros ni las construcciones, a sus familiares y visitantes ocasionales.

"También ideaba, al menos en su imaginación, aunque posiblemente también en la realidad, complejas presentaciones que acogían sus principales tipos de obra en galerías improvisadas", como un granero.

La representación de estas instalaciones son algunos de los dibujos más detallados y refinados de Castle, notables tanto por su sutil y compleja representación del espacio, el ambiente y el entorno como por la información documental que aportan.

"No obstante, más allá de las distinciones entre tipos de presentación, resulta significativo que, en el entorno que vivió, concibiese exposiciones, reales o imaginarias, para su arte".

Los libros hechos a mano por Castle son de tamaño muy variable, desde los modelos en miniatura, como una caja de cerillas, hasta los pesados tomos de referencia.

En cuanto a sus contenidos, algunos están constituidos por textos, silabarios y calendarios que combinan sus invenciones tipográficas con caracteres latinos y elementos de otros alfabetos. Otros contienen retratos, a semejanza de un álbum de fotos, o presentan escenas anecdóticas.

Abrigos, perfectamente cortados, doblados y cosidos, y sombreros; aves; jarras, cuencos y jarros, cochecitos, y figuras rígidas junto a motivos arquitectónicos como puertas, ventanas ciegas o fragmentos de pared empapelada y pintada forman el atractivo repertorio de las construcciones de cartón de Castle que se pueden contemplar en el Reina Sofía hasta el 5 de septiembre.

Por Mila Trenas

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