El Pawkar Raimy sincretiza al carnaval en los Andes indígenas de Ecuador

  • La Fiesta del Florecimiento o Pawkar Raimy, en idioma quichua, ha vuelto a resurgir en los Andes de Ecuador y a celebrarse a la par del carnaval cristiano traído por España hace más de cinco siglos.

Fernando Arroyo León

Quito, 11 feb.- La Fiesta del Florecimiento o Pawkar Raimy, en idioma quichua, ha vuelto a resurgir en los Andes de Ecuador y a celebrarse a la par del carnaval cristiano traído por España hace más de cinco siglos.

El rescate de este rito precolombino, sobre la fecundidad de la tierra, ha sido una misión de las comunidades indígenas de la provincia de Chimborazo y de otras regiones andinas ecuatorianas, que intentan recuperar tradiciones que existían antes de la conquista y que parecían ya olvidadas.

"Queremos rescatar esta celebración que formó parte de la cultura indígena en la antigüedad", aseguró a Efe Hermel Tayupanta, alcalde de la localidad andina de Colta, cerca de la ciudad de Riobamba, la capital de Chimborazo, en el corazón de los Andes ecuatorianos.

Tayupanta, justamente, encabezó el festejo de hoy en Cajabamba, una de las 226 comunidades indígenas que habitan en esa región y que en el tiempo del carnaval se alzan con sus propios ritmos, (cánticos y vestimentas) para celebrar el florecimiento de la Pachamama (Madre tierra).

La celebración del Pawkar Raimy se retomó hace apenas cuatro años, pero se trata de un festejo precolombino que desapareció conforme se arraigaba el carnaval, añadió.

Es una fiesta para "agradecer a la Pachamama" por haber entregado al hombre "granos frescos y fruta tierna", agregó Tayupanta mientras en las calles cientos de indígenas, ataviados con sus mejores trajes, desfilaban en danza al ritmo de melodías antiguas.

Los sonidos de tambores, pingullos (una especie de flautas), charangos, guitarras y trompetas inundaron el ambiente de Colta y la vecina Cajabamba, donde los sombreros redondos y largos de los hombres y los coloridos anacos (faldas) y bayetas de las mujeres bamboleaban también al ritmo del sol y el viento.

La masiva celebración se convierte en un arco iris en movimiento, con anacos azules, blancos y bayetas rojas, verdes y moradas de las mujeres, y pantalones blancos y ponchos rojos de los hombres.

Los danzantes tienen una misión: Pedir la bendición (camari) a la autoridad principal, en este caso el alcalde de Colta, quien recibió en respuesta ofrendas como gallinas, cuyes (conejillos de indias), huevos y otros obsequios.

Muchas mujeres, en sus espaldas, cargaron, además, grandes ollas con comida, sobre todo patatas y mote (una especie de maíz), así como chicha, que es una bebida sagrada elaborada con la fermentación del maíz y que es utilizada en las celebraciones indígenas.

Sin embargo, la gente tampoco se olvidó del carnaval, que en Ecuador, de manera tradicional, se celebra con agua, y por eso se vio a muchos lanzar el líquido y espuma carnavalesca sobre los danzantes.

También hubo quienes arrojaron harina y otros que recogieron barro negro para untarlo en los rostros de los actores y curiosos.

Nadie se enfadó, en definitiva, porque es el tiempo de las carnestolendas donde los excesos están permitidos, según varios historiadores que ven en el uso del agua un significado de purificación.

Ese tipo de festejo con agua es más común en las zonas rurales y en algunas ciudades como Guaranda, pero en otras, como en Ambato y la turística de Baños de Agua Santa, se ha recogido la celebración al estilo brasileño, con majestuosos desfiles de danzantes y carros alegóricos.

El Pawkar Raimy también se festejó en otras zonas andinas como Otavalo y Peguche, en la provincia de Imbabura, en el norte, y que este año contó con la participación de varios grupos artísticos de indígenas colombianos.

El festejo en Colta empezó el pasado 8 de febrero y se extenderá hasta el próximo día 21, como en casi todas las comunidades indígenas de los Andes, aunque en Guamote, también cerca de Riobamba, adquiere otra dimensión.

Allí, ocho días después de iniciados los festejos los indígenas "entierran al carnaval" como si se tratase de una persona, ya que lo personifican en un ataúd donde colocan las sobras del licor y la comida compartida.

En un cortejo fúnebre muy alegre, los indígenas pasean el ataúd del carnaval por las calles de Guamote y lo entierran, para luego dar paso a la cuaresma cristiana.

Ello demuestra el alto nivel de sincretismo de la cultura andina, pero también el interés por recuperar antiguas tradiciones que estuvieron escondidas por siglos.

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