El teatro resiste el embate de la crisis

  • El teatro parece aguantar mejor los embates de la crisis que otras industrias culturales, como son la musical o la cinematográfica. El tirón turístico de los grandes musicales, las piezas clásicas adaptadas a la realidad contemporánea, el apoyo público y privado de teatros más descentralizados y una buena cantera de creadores que proyectan sus obras en salas independientes aparecen como causas que llevan más espectadores a las artes escénicas.
El enfermo imaginario
El enfermo imaginario
Guillermo Casas
David González / Aviondepapel.tv

"No sé si ha coincidido la crisis con un hartazgo de un cine lleno de efectos especiales. El cine sí está padeciendo una crisis que tiene aterrorizados a productores e intérpretes. Tanto el teatro divertido como el dramático producen un alejamiento de tus problemas y un acercamiento a tu interior, que a la gente le ha venido bien", explica la actriz Nuria Espert, premio Valle Inclán.

"Lo cierto es que estos dos años de crisis han sido magníficos para el teatro en muchos sentidos, no sólo en la recaudación, sino un mayor número de buenos espectáculos", añade Espert.

Así, parece que los espectadores buscan una cercanía con las ficciones para ver, escuchar y sentir a los actores y actrices interpretar no sólo musicales, sino obras de texto. En buena medida, influye también una estructura de teatros locales, regionales y nacionales impulsados desde las administraciones o también desde el esfuerzo de pequeños productores que arriesgan su dinero.

"En estos momentos, existe una red de teatros en las comunidades autónomas con apoyo público y privado que ha propiciado una descentralización y una mayor oferta de programaciones. Sin embargo, también hay que mencionar que existen 12 escuelas oficiales de teatro en España, que son una buena cantera de actores, dramaturgos y escenógrafos que luego buscan desarrollar su labor en salas alternativas", opina el dramaturgo Ignacio Amestoy.

Independientemente de cifras o de apoyos públicos, lo cierto es que la salud de las artes escénicas tienen como principal motor los musicales, grandes producciones que, por el propio y elevado precio de la entrada, engordan los datos de taquilla.

"Es cierto que el musical está cobrando el protagonismo que tuvo la zarzuela en los años 50. Son obras importadas que tienen éxito, aunque en mi opinión deberíamos ir hacia musicales más nuestros, hechos por autores españoles, y no caer tanto en el préstamo o teatro de franquicia", recalca Amestoy.

Pero no sólo son los musicales los que están atrayendo espectadores a las salas, sino que también se demuestra un interés por las adaptaciones clásicas de obras que mantengan la esencia vital del texto durante siglos.

"Sí, también, pero no tenemos que olvidarnos del teatro ligero, que ha tenido una subida. No es como en el último período del franquismo en el que sabíamos muy bien lo que el público buscaba. El teatro era una manera de explicar quién era uno y lo que pensaba. Afortunadamente, no es ese el momento. Los espectadores han vuelto por otros motivos", comenta Nuria Espert.

"Obras como "El Avaro", de Molier, retrata como ninguna los efectos de la crisis. Es un ejemplo de cómo un texto tiene la virtud de seguir vivo con los años y cómo su mensaje se aplica a la realidad actual cuando lo vemos representado", dice Ignacio Amestoy.

Quizás sea éste el último factor decisivo de por qué el público acude hoy más que nunca al teatro. Los espectadores quieren sentir "el texto" en directo, porque saben que cada función será diferente, al tener un contacto más humano con los actores, y porque cada obra transmite algo más, según sea la fecha de su representación.

"La experiencia teatral del espectador cambia cada día. No es lo mismo ir a ver Macbeth, de William Shakespeare, una obra sobre la ambición, la traición y el despotismo, el 10 de marzo, que poco después del trágico 11-M, fecha de los atentados terroristas de Madrid en 2004", finaliza Amestoy.

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