El viento y el poco juego del ganado dan paso al aburrimiento y desesperación en Las Ventas

  • Madrid.- El fuerte viento que sopló durante toda la tarde, además del deslucido comportamiento de la novillada de "Lozano Hermanos" desencadenaron el aburrimiento más absoluto en los tendidos y la desesperación de los tres toreros en el ruedo, hoy en Las Ventas de Madrid.

El viento y el poco juego del ganado dan paso al aburrimiento y desesperación en Las Ventas
El viento y el poco juego del ganado dan paso al aburrimiento y desesperación en Las Ventas

Madrid.- El fuerte viento que sopló durante toda la tarde, además del deslucido comportamiento de la novillada de "Lozano Hermanos" desencadenaron el aburrimiento más absoluto en los tendidos y la desesperación de los tres toreros en el ruedo, hoy en Las Ventas de Madrid.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de "Lozano Hermanos", bien presentados, mansos y complicados. Los seis sin excepción, sin clase y a la defensiva, incluso alguno como el segundo, falto de fuerzas. El exigente primero, con más genio que casta, fue aplaudido en el arrastre.

Francisco Pajares: estocada (silencio tras aviso); y pinchazo, estocada atravesada y descabello (silencio).

Pedro Marín: media (silencio tras aviso); y pinchazo y media (silencio).

Pablo Lechuga: pinchazo y estocada (silencio); y pinchazo, otro hondo y descabello (silencio).

La plaza tuvo un quinto de entrada en tarde desapacible por culpa del fuerte viento, que molestó mucho y condicionó sobremanera el transcurso del festejo.

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LO QUE EL VIENTO SE CARGÓ

Novillada sin historia. Esta vez el gran culpable de tanto aburrimiento fue un factor externo a la lidia, el viento, que molestó mucho en el ruedo, siendo el gran protagonista de la tarde en lo negativo. Pero tampoco el encierro de "Lozano Hermanos" acabó de "romper". Los seis novillos, mansos, acusaron también falta de clase, poca raza y ninguna voluntad a plantear batalla.

Después de las buenas corridas echadas por los hermanos Lozano hace apenas un mes en esta misma plaza -una de Alcurrucén en San Isidro y otra de "El Cortijillo" en el Aniversario-, la tarde desde el punto de vista ganadero resultó decepcionante, pues la novillada lidiada con el tercer hierro de esta casa ganadera no funcionó como se esperaba.

Con este panorama ninguno de los tres toreros llegaron a estructurar nada reseñable. Pajares apenas pudo mostrar oficio y cierto valor con su primero, novillo reservón y con cierto genio con el que el espada extremeño porfió mucho, y a base de insistir consiguió algún natural de buena factura, en un trasteo que no alcanzó mayores cotas.

En el cuarto, el vendaval se hizo mucho más presente, y puesto que también el novillo se defendió mucho, protestando los engaños y sin terminar de pasar, Pajares, tras las probaturas, desistió ante la imposibilidad de cimentar labor alguna.

El debutante Pedro Marín no tuvo tampoco muchas opciones con su primero, si bien tampoco él acabó de centrarse y, sobre todo, de escoger los terrenos y la colocación precisa. El novillo, a la defensiva y justo de fuerzas, llegó incluso a prenderle sin consecuencias, en una labor de lo más anodina.

El quinto fue un colorado grandullón que ni se empleó en varas ni quiso pelea tampoco en el último tercio. Novillo muy quedado, sin clase y protestón, con el que Marín anduvo nada más que por ahí, sin llegar a sacar nada en claro.

Lechuga tuvo los mismos inconvenientes que sus compañeros de cartel: el viento constante y la poca o ninguna colaboración de su lote. Con su deslucido y manso primero llevó a cabo una labor de largometraje, de muchos pases pero sin ningún poso.

Y con el que cerró plaza, un manso de libro, Lechuga no pudo hacer prácticamente nada. Un breve trasteo sobre los pies y poco más.

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