Enrique Morente, ese cantaor inquieto y curioso

  • "El cante empieza a nacerle a uno de eso, de oír cantar a los demás en su pueblo, de oír cantar a la gente en su tierra". Así prendió la chispa del flamenco en Enrique Morente. Cuando aún era sólo un niño, escuchaba a su madre, a sus vecinos, a los mayores. Poco a poco se fue empapando de ese arte y convirtiéndose en uno junto a él.
Enrique Morente, ese cantaor inquieto y curioso
Enrique Morente, ese cantaor inquieto y curioso
M. J. Arias

De carácter inquieto y curioso, Enrique Morente se sintió atraído por el cante desde muy pequeño. Para él, las reuniones de familiares y vecinos eran una fuente inagotable de enseñanzas. Siempre dispuesto a aprender de los demás, buscó con ahínco un estilo propio arraigado en el flamenco tradicional. Gracias a él, puertas como la del Ateneo se han abierto para un arte muy sentido.

Enrique Morente

El adolescente Enrique quería aprender más, beber más del cante y ampliar sus miras más allá de su entorno cercano. De carácter curioso y atento por naturaleza, no le bastaba con todo aquello que ya conocía. Quería llegar más lejos y encontrarse a sí mismo, buscar su propio estilo. Hizo el petate y se marchó a Madrid. Allí, siendo sólo un muchacho, coincidió con un grupo de jóvenes afines a las inquietudes que lo habían arrastrado lejos de su hogar. La peña flamenca Charlot vivió su debut y ejerció de familia de acogida en la distancia.

Y allí, en la fría y basta capital, fue donde su camino se cruzó con uno de los maestros de entonces, Pepe de la Matrona. Un artista ya mayor (andaba por los ochenta) a quien el vivo interés de un espectador le llamó la atención. La carrera de Enrique Morente había comenzado y las actuaciones empezaron a sucederse. Aunque la profesionalidad no le llegó hasta 1964, año en el que el Ballet Marienma lo contrató. Con él pudo cruzar el inmenso Atlántico para actuar en Nueva York.

El paso del tiempo, el empeño que le puso y las lecciones de los maestros contribuyeron a que se hiciese un hueco en el arte del cante jondo y se convirtiese en un nombre de referencia al que recurrían tanto noveles con veteranos. Sin embargo, él no cesó nunca de aprender. Siempre estaba dispuesto a dejarse enseñar, ojo avizor de todo lo que ocurría a su alrededor. Como una esponja insaciable que todo lo asimila con una capacidad pasmosa para interiorizar lo que veía y, sobre todo, lo que escuchaba.

España se le quedó pequeña y comenzaron sus giras por Europa y más allá. Países como Gran Bretaña, Alemania, Holanda, Suiza, Italia y hasta Japón disfrutaron en aquellos tiempos del todavía incipiente arte de Enrique Morente. Los contratos y las giras fueron encadenándose. Su nombre era pronunciado con respeto y admiración por artistas y aficionados. En 1967, con 25 años, vio la luz su primer disco. De nombre, 'Cante Flamenco'. Directo y sencillo. No necesitaba más florituras para presentarse. Fue un trabajo víctima de la época, sin repeticiones y sin ensayos. Entonces se hacía así. Pese a todo, el resultado resultó magistral.

A partir de ese momento, su carrera no hizo más que crecer, sobre todo tras el providencial encuentro y conjunción laboral con Manolo Sanlúcar. Con él como guitarrista, Morente tuvo el honor de convertirse en el primer cantaor flamenco que actuaba en el Ateneo de Madrid. Fue en 1970. Durante la década siguiente potenció las actuaciones a dos tan de moda en aquella época. Algunas de ellas con otro de los grandes, Camarón. A lo largo de su prolífica carrera, Enrique Morente participó en un sinfín de espectáculos y compartió escenario con artistas de todo tipo.

Pese a haber tocado otros palos, siempre conservó como un tesoro sus raíces en el flamenco más puro. Algo que, por el contrario, no le ha impedido ni indagar ni innovar creciendo siempre como artista y satisfaciendo así su inagotable curiosidad. Nadie como él ha sabido adaptar al flamenco los poemas de Miguel Hernández, García Lorca, Machado, Lope de Vega… En 1994 abrió una nueva puerta al cante al convertirse en el primer artista flamenco que recibía el Premio Nacional de Música.

De su discografía destacan trabajos como 'Cante Flamenco' (1967), 'Se Hace Camino al Andar' (1975), 'Sacromonte' (1986), 'Esencias Flamencas' (1995), 'Pablo de Málaga' (2008) y 'El barbero de Picasso' (2010). Entre sus otras facetas se encuentra la de productor. Bajo su sello ha contribuido a la carrera de su hija Estrella, que se ha ganado el reconocimiento a su arte más allá de por llevar el apellido Morente.

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