Fiasco de corrida en la Feria de Otoño

  • Madrid.- Una corrida imposible desde el punto de vista de los toros dejó el ánimo del público y de la terna por los suelos, hoy, en el cierre de la madrileña Feria de Otoño.

Fiasco de corrida en la Feria de Otoño
Fiasco de corrida en la Feria de Otoño

Madrid.- Una corrida imposible desde el punto de vista de los toros dejó el ánimo del público y de la terna por los suelos, hoy, en el cierre de la madrileña Feria de Otoño.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de "El Puerto de San Lorenzo", bastos y desiguales de presencia, descastados y deslucidos. Una "escalera", se dice en el argot, por la diversidad de tipos, la mayoría destartalados. El único que "medio se dejó", el quinto, pero sin ser toro completo.

Diego Urdiales: estocada (silencio); y estocada atravesada y perpendicular y dos descabellos (silencio).

Alberto Aguilar, que confirmaba la alternativa: tres pinchazos y estocada (silencio tras aviso); y pinchazo, y casi entera ligeramente tendida y trasera (ovación).

Miguel Tendero: estocada y descabello (silencio); y media y dos descabellos (silencio).

En cuadrillas, Juan Navazo puso dos buenos pares al quinto.

La plaza tuvo tres cuartos en tarde lluviosa y fría, con ligero sirimiri en los dos primeros toros.

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EL VEEDOR, LA EMPRESA Y QUIEN SE LO CONSIENTE

Corrida fuera de tipo. Un horror genético y morfológico. Desde alguno demasiado alto de agujas a otros con aspecto de sardinas, los hubo cortos de cuello, también sin remate y hasta que parecían un tren, o un armario de dos cuerpos, con 140 kilos de peso de diferencia entre el que más y el que menos.

Naturalmente que no embistió ninguno. Porque la excepción del quinto tampoco sirve, ya que por el izquierdo no se dejó pegar ni un pase.

Hay un puesto en las bambalinas del negocio taurino que es el de veedor en el campo, cuya misión es informar a la empresa de las características externas del toro que se anuncia para ser lidiado. Se supone que su responsabilidad es dar el espaldarazo a la corrida que se ha de lidiar después con el correspondiente visto bueno de los veterinarios.

¿Acaso podía esperarse algo bueno de estos toros del Puerto de San Lorenzo? Un despropósito en toda regla, del veedor, y de quien está por encima.

En función de tan nulo "material", no vale la crítica a los toreros. No sería justo. Esta vez, a la empresa, también a quien se lo consiente -autoridad y Comunidad de Madrid-, que se repartan culpas según los grados de participación de cada cual en el negocio.

Una pena que un día después de tan brillante espectáculo como el que se ofreció en la corrida "del arte", cuya máxima expresión corrió a cargo de un rejuvenecido y espléndido Juan Mora, se ha vuelto a "la normalidad" del fiasco, el desengaño y la tomadura de pelo.

Pues debe quedar claro que lo imperdonable no es que no embistieran los toros. Mucho peor era que se veía venir. No embistieron porque no podían embestir.

El toro con el que confirmó Alberto Aguilar amagó pronto con "rajarse", y por mucho que quiso el hombre, fue imposible, al hilo de las tablas y a punto echarse (el animal).

Dicho queda que el quinto se dejó engañar algo por el lado derecho, por donde Aguilar le pego pases estimables pero también con el defecto de ir un punto acelerado. Por el otro pitón, rebañaba, se volvía, como toda la corrida.

Urdiales, en plan valiente, muy dispuesto toda la tarde, le sacó pases aislados a su desrazado primero, tardo y de viaje corto, que tampoco colaboró lo más mínimo. Y se estrelló del todo, impotente (taurinamente hablando, se entiende) en un trasteo deslavazo por las dificultades del toro.

A Tendero tampoco le respondió ninguno de sus ¿toros?. Huyendo de los engaños, el tercero no empujó nada y dijo menos. El sexto, manso y con "guasa", pegando arreones. Salió en éste a poderle, por la cara y doblándose sobre las piernas, y fue tan cobarde el toro que acabó derrumbándose.

Al final faltó que hubiera saludado el veedor, ¿o hay otros culpables?.

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