Galiardo instruye con "El Avaro" en "el cáncer" de la codicia

  • Madrid.- Juan Luis Galiardo no buscaba un tema de actualidad sino "uno eterno" para su nuevo montaje teatral pero topó con uno "tan de moda" como "El Avaro", de Molière, y, de la mano del "revolucionario" Jorge Lavelli, se ha empeñado en mostrar que "la avaricia está en todos, desde la monarquía a las cajas de ahorro".

Galiardo instruye con "El Avaro" en "el cáncer" de la codicia
Galiardo instruye con "El Avaro" en "el cáncer" de la codicia

Madrid.- Juan Luis Galiardo no buscaba un tema de actualidad sino "uno eterno" para su nuevo montaje teatral pero topó con uno "tan de moda" como "El Avaro", de Molière, y, de la mano del "revolucionario" Jorge Lavelli, se ha empeñado en mostrar que "la avaricia está en todos, desde la monarquía a las cajas de ahorro".

Torrencial y expeditivo, requebrando a "las guapas" con las que se cruza a la vez que da instrucciones a su colaboradora y saluda a los técnicos del María Guerrero, donde se estrena el 8 de abril, el actor y productor se describe en una entrevista con Efe "imparable" a sus 70 años y presume de decir alto y claro lo que se le antoja.

"En España nunca se ha hecho 'El Avaro' en serio, sólo caricaturas, sin propuesta de personajes escénica. Entendían que para que fuera gracioso había que hacer guiños al público, y así les ha ido", afirma sin titubear.

Galiardo (San Roque, Cádiz) estaba haciendo el año pasado "Edipo Rey" cuando propuso al argentino Jorge Lavelli, que le dirigía en esa obra por primera vez, una nueva mirada a la comedia de Moliére "y al viejo Harpagón" y un acercamiento "diferente" al teatro del Barroco.

"Lo que nosotros sostenemos es que el avaro no es él, Harpagón, sino todos. En estos momentos está claro que la avaricia unida a la codicia es el peor cáncer actual y que afecta a toda la sociedad y a cualquier institución, ya sea la monarquía, las cajas de ahorro o el jefe de la oficina", subraya.

Molière exploró en Plauto, en su comedia "La olla", para perfilar su arquetipo del avaro, es decir, "no es un invento del siglo XVIII, su comportamiento es universal, viene de antiguo y llegará lejos", pronostica Galiardo, que coproduce la obra junto al Centro Dramático Nacional (CDN).

"El Avaro", de cuya adaptación se ocupan el propio Lavelli y José Ramón Fernández, es para el actor una obra de humor "pero con un contenido importantísimo de pedagogía, porque enseña a evitar lo que es repetitivamente negativo y mostrar lo que no se debe hacer".

Su objetivo es que "el público en general" se "quite la pereza" y abandone el "sillón gol", es decir, la televisión, para ver esta "crisis eterna del ser humano" pero, "sobre todo y por encima de todo", que los jóvenes entre 14 y 20 años acudan al teatro "en tropel", porque ellos son la audiencia que busca.

"Quiero hacer un ejercicio de divulgación a cuatro años vista y lograr el impacto que el teatro grande se merece. Aspiramos a hacer mil representaciones, un número al que ya han llegado muchas otras obras mucho más tóxicas", dice.

Este montaje, alardea, es "muy impactante", con la música como "catalizador" y el apoyo de las nuevas tecnologías, y también "muy caro", porque levantar el telón costará 618.000 euros, a lo que habría que añadir otro millón más para divulgarla entre los estudiantes.

"El Avaro" se representará en el María Guerrero, "un sitio sin hermosura al que quiero dar aliento y espíritu", trona exultante, hasta el 23 de mayo "con posibilidad de prórroga", pero su compromiso es viajar luego a Italia, a Nápoles y a otros países de Europa y América.

Por eso "poco más" podrá hacer profesionalmente, porque, declama, "el cine está fatal y la tele muy cutre, con unas propuestas que a mis 70 años son totalmente inaceptables".

Está muy orgulloso de que "muchas instituciones" hayan creído en su "ambiciosísimo" proyecto, y detalla que cuenta con "el impulso" de las Juntas de Andalucía y Extremadura -esta última a través de "marca Extremadura"- y el Teatro Calderón de Valladolid.

Esta "producción de dimensiones internacionales" puede presumir también de que trabajan para ella "primerísimas figuras europeas" como Francesco Zito (vestuario), Zygmunt Krauze (música), Ricardo Sánchez-Cuerda (escenografía) y Roberto Traferri, que firma una iluminación "casi cinematográfica".

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