Guadalupe Plata, un "agarrón de huevos" premiado por la música indie europea

  • Javier Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 14 mar.- "Sorpresón" se han llevado los españoles Guadalupe Plata por el premio Impala de la asociación europea de sellos independientes al mejor disco del año por un trabajo homónimo que cada vez aclaman más oídos, quizás, como dicen ellos, porque su estilo de blues es un "agarrón de huevos".

"Este premio representa mucho, porque viene de la industria independiente europea y nosotros siempre hemos creído mucho en no meternos en las radiofórmulas, en poner en valor el trabajo de la música, no como producto, sino como algo sustantivo, y esperamos que nos ayude a abrir las puertas del continente", ha dicho en una entrevista con Efe el batería Carlos Jimena.

El Impala no es sino la enésima distinción que recibe esta banda de Úbeda (Jaén) que completan Pedro de Dios y Paco Luis Martos y que también fue galardonada por la revista Ruta 66 y por Radio Nacional de España con el Premio Ojo Crítico, por su capacidad para traer a la actualidad patrones musicales antiguos.

Su espíritu guía es "Hound Dog" Taylor, "un bluesman que representa toda la basura que queremos poner también sobre el escenario", señala Jimena, que cita también a otras figuras míticas como John Lee Hooker.

"Guadalupe Plata" (2013), su premiado segundo disco, les ha puesto en el punto de mira de muchos medios, radios y público a pesar de practicar un sonido "recio y chocante" que, pasado el estupor inicial, se convierte en "un puñetazo que todo el mundo entiende".

"Con este disco queríamos involucionar más aún. Intentamos que, en vez de que todo sonase mejor, estuviera más sobre la tierra, que te agarrara las tripas, ir más al grano en vez de perfeccionar ambientes técnicos, como un agarrón de huevos", explica.

Parece lógico que otro de sus claros referentes sea John Fahey, su acercamiento al primitivismo musical americano y, sobre todo, su "verdad al tocar", aunque ellos intenten matizar ese sonido con el carácter de su tierra.

"El blues y el imaginario andaluz casan muy bien. No tenemos el río Misisipi, pero tenemos el Guadalquivir, nuestros cortijos y nuestras zonas desérticas, como ellos", compara el batería, que achaca los "inevitables ramalazos" andaluces, como el de la portada, a su origen jienense y a una cultura que han mamado desde niños, desprovista de todo fervor beato.

Blues y saetas parecen estilos hermanados, como en el corte "Jesús está llorando". El ejemplo más claro es que en algunos de los temas hay bombos de cofradías de Semana Santa de Úbeda. Reivindican asimismo que el flamenco, como el blues, "nace de la pena, de lamento y tristeza".

Llevan dos años tocando en escenarios de toda España casi sin parar y son muchos los que destacan el vigor de sus directos como una de sus mayores virtudes. "Reivindicamos mucho que el trabajo del músico es tocar", afirman.

"En el directo nos sentimos cómodos, nos abstraemos mucho, y eso genera una potencia que la gente nota", cuenta Jimena.

Consideran que la traslación de su disco a los escenarios es fácil, porque "ponen las mismas tripas en los dos sitios" y las canciones, que llegan bastante frescas al estudio, suelen salir a la primera o a la segunda toma. Su estrategia a la hora de grabar un disco es sencilla: "Igual solo llevamos un riff de guitarra y a partir de ahí... 1, 2, 3 y a tocar".

Sus discos suenan añejos porque se graban a la antigua usanza, sin meterle efectos de postproducción, con una batería, una guitarra y un bajo (a veces un palo y una cuerda lo sustituyen), amén de dos micros de ambiente.

Así surge esa voz característica como en segundo plano que, defienden, "tiene un papel importante aunque a veces solo constituya un chillido o un alarido".

No son gente de esconder las cosas y han empezado ya a presentar en sus conciertos algunos temas inéditos. Ya tienen diez, así que no sería extraño que antes de 2015 hubiese nuevo disco, anticipa, "en la misma línea o que incluso suene peor".

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