El filme, pese a su ánimo de desmarcarse del tópico largometraje biográfico, no elude los aspectos más conocidos y sensacionalistas de la vida del polémico cantante: su affair con Brigitte Bardot, la relación llena de altibajos que mantuvo con Jane Birkin, su adicción al tabaco y el alcohol o la polémica versión reggae que realizó de "La Marsellesa", el himno nacional de Francia.
Sin embargo, en vez de hacer un tratamiento meramente realista de los hechos, el filme recurre a un elemento fantástico que aleja a la cinta del típico biopic: el personaje de Gainsbarre, una criatura, a medio camino entre un hombre y una marioneta, que vigila celosamente todos los romances de Gainsbourg y se encarga de recordarle todas sus frustraciones y humillaciones.
Sfar, que hasta ahora era conocido por ser el autor de cómics como "El gato del rabino" o "Gran Vampir", admite que escogió la figura de Gainsbourg para su debut como director porque le permitía hablar de los símbolos galos y la edad de oro de Francia. En un alarde de atrevimiento, el cineasta se aventura incluso a comparar al artista con Nicolás Sarkozy: "Gainsbourg es como el presidente francés: un tío pequeño que es tan fiero porque tiene una bella mujer".
Para encarnar a los personajes de esta existencia en forma de cuento que es "Gainsbourg (vida de un héroe)", Sfar ha recurrido al casi desconocido Éric Elmosnino, impresionante como el libertino protagonista, y a dos bellas mujeres: Laetitia Casta, que interpreta a una sensual Brigitte Bardot, y Lucy Gordon, que se pone en la piel de la siempre delicada Jane Birkin.
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