Jorge Bucay asegura que no reza ni va al templo, "pero cada día creo más en Dios"

  • Barcelona.- A 2.000 metros sobre el nivel del mar, junto a un templo precolombino de la zona mexicana de Tepozteco, el escritor argentino Jorge Bucay concluyó un buen día que debía iniciar nuevas reflexiones sobre el espacio interior de las personas, y fruto de ese trabajo nació su ensayo "El camino de la espiritualidad".

Jorge Bucay asegura que no reza ni va al templo, "pero cada día creo más en Dios"
Jorge Bucay asegura que no reza ni va al templo, "pero cada día creo más en Dios"

Barcelona.- A 2.000 metros sobre el nivel del mar, junto a un templo precolombino de la zona mexicana de Tepozteco, el escritor argentino Jorge Bucay concluyó un buen día que debía iniciar nuevas reflexiones sobre el espacio interior de las personas, y fruto de ese trabajo nació su ensayo "El camino de la espiritualidad".

En una entrevista con Efe, comenta el escritor que ha estado investigando durante dos años para su nuevo libro, en los que tanto ha entrevistado a maestros budistas como a religiosos católicos, y ha viajado por lugares sagrados de todo el mundo, desde el peruano Machu Picchu hasta el Santo Sepulcro de Jerusalén, con el objetivo de acercarse a la espiritualidad, aunque, advierte, sin ataduras a ninguna religión.

En este sentido, subraya que: "no voy al templo, ni a misa, ni rezo cada noche. Pero, así que voy explorando en este nuevo camino, me doy cuenta de que creo más en Dios".

La obra, publicada por Grijalbo, forma parte de la serie que inició con "El camino de la Autodependencia" y que continuó con "El camino del Encuentro", "El camino de las Lágrimas" y "El camino de la Felicidad".

Ninguno de ellos, según remarca el escritor y psiquiatra, son manuales de autoayuda porque "no ofrecen respuestas a las preguntas que uno se plantea, sino que son ensayos psicológicos que hablan sobre el mundo interior, con cuestiones por resolver".

En esta ocasión, Bucay creyó que, superados los caminos del amor, el sexo, las pérdidas o la búsqueda del sentido, debía ahondar en la espiritualidad, a la que, según defiende, se puede acceder a través de diversas "herramientas" como la meditación, el desapego material, la renuncia a la propia identidad o el "silencio interior".

A partir de estos instrumentos, Bucay considera que se pueden conseguir algunos resultados como "dejar de vivir tan deprisa, volverse más agradecido o conquistar la risa y el buen humor, algo que es importantísimo".

Por otra parte, mantiene que también sería beneficioso encontrar "el placer de aprender a ser útil a los demás".

En definitiva, reflexiona, este nuevo libro suyo puede servir para que "algún lector se anime a buscar su camino espiritual, para que otros recuperen una fe olvidada o para descubrirles a unos cuantos más una relación un poco más cercana a la figura de Dios o como se le quiera llamar".

Durante el tiempo que ha tardado en armar este texto, a Jorge Bucay le han ido sucediendo hechos, algunos de ellos si no inexplicables, al menos curiosos.

Así, cuenta que cuando se encontraba ante el Santo Sepulcro, un espacio bastante oscuro, pensó en hacer algunas fotografías, asumiendo que saldrían poco nítidas porque su aparato no tiene flash.

Sin embargo, "en ese lugar increíble -prosigue- justo ante la piedra en la que llevaron el cuerpo de Cristo la foto que me hicieron con mi máquina salió clarísima. Quedé muy sorprendido por la luz que hay sobre mi cabeza y sobre mi mano, de manera que es la que he querido para la solapa de la contraportada del libro".

Para apuntalar sus palabras, Bucay va enseñando imágenes hechas con su móvil ese día en Jerusalén. "Hace mucho que sé que hay cosas que no tienen explicación", subraya.

Aunque durante toda la entrevista el novelista mantiene que "lo más importante es que siempre hay un camino", bromea con el hecho de que aún no ha cumplido su sueño de recorrer el de Santiago. "Igual ahora", remacha.

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