Juan Diego Flórez, perfecto y austero en "I puritani"

  • Madrid.- El tenor peruano Juan Diego Flórez ha regresado esta noche al Teatro Real de Madrid, y ya son cinco, para cantar en esta ocasión el exigente papel de Arturo en "I Puritani", de Bellini, y lo ha hecho con tanto rigor y perfección como austeridad dramática suelen arrostrar las óperas en versión concierto.

Juan Diego Flórez, perfecto y austero en "I puritani"
Juan Diego Flórez, perfecto y austero en "I puritani"

Madrid.- El tenor peruano Juan Diego Flórez ha regresado esta noche al Teatro Real de Madrid, y ya son cinco, para cantar en esta ocasión el exigente papel de Arturo en "I Puritani", de Bellini, y lo ha hecho con tanto rigor y perfección como austeridad dramática suelen arrostrar las óperas en versión concierto.

Flórez ha vuelto al Real después de sus clamorosos triunfos en "El barbero de Sevilla" y "Orphée et Eurydice", además de dos conciertos, para asumir uno de los papeles más exigentes del repertorio belcantista, tanto que se cuenta que Alfredo Kraus decía que no lo cantaba más, a pesar de conservar su "re", por la misma razón que entraba por las puertas y no por las ventanas: porque prefería no correr riesgos.

Vocalmente el tenor ha estado tan sublime como suele estarlo aunque tampoco se ha entregado o así lo ha entendido el público, que ha premiado "sólo" con aplausos al peruano durante la representación, y unos ralos "bravos" cuando ha salido a saludar, acostumbrado en este coliseo a verdaderos desbordamientos de entusiasmo.

Los "bravo" que se han oído en el transcurso de la ópera han estado dedicados a la soprano cubana Eglise Gutiérrez, "estrella emergente" en el panorama internacional, que también ha sido la más aplaudida al término del concierto por su interpretación de Elvira.

Y es que sólo ella, ataviada con un teatral vestido de noche rojo y joyas refulgentes, ha hecho un esfuerzo de representación dramática, buscando, sin éxito, constantemente la complicidad tanto de Flórez como del resto de intérpretes, fundamentalmente de Nicola Ulivieri (Giorgio) y Fabio Maria Capitanucci (Riccardo).

En las representaciones en versión concierto el ensimismamiento de los cantantes en sus partituras, parapetados tras los atriles, es directamente proporcional a la indiferencia del público, que suele seguir, como ha sucedido en esta ocasión, atentamente su despliegue y dominio vocal pero sin acabar de comunicar con ellos ni conectar con la historia.

Aunque Flórez ha interpretado en la I parte sus "cantabile" alejándose de la seguridad del atril, al que ha ajustado en varias ocasiones la altura, y parecía arrastrar en su propósito dramático a Ulivieri y Capitanucci, ha habido un momento en el que ha desistido y se ha concentrado en seguir la partitura sin apartar prácticamente los ojos de ella cuando no era él el que cantaba.

Al término de la representación, el público ha dedicado un gran aplauso al coro, dirigido por Peter Burian, y ha sido igual de entusiasta prácticamente con todo el elenco, hecha mención aparte de Gutiérrez, que agradecía los aplausos arrebolada por la emoción al lado de un sonriente Flórez.

El tenor debutó esta ópera en 2004 en Las Palmas, junto a un reparto español, repitió ese mismo año en Viena y no retomó el papel de Arturo hasta 2009, en Bolonia, porque quiso dar tiempo a su voz para coger más cuerpo ante lo imperioso del papel.

En esta ópera, en la que como el propio Flórez decía esta semana, hay "escenas interminables" en las que "se canta y se canta", Bellini aporta particularidades formales como los enlaces de recitativo y aria, de concertantes y coro, llenos de matices y cambios, como sucede al comienzo de la parte III.

El director musical ha sido, finalmente, Miquel Ortega porque el gibraltareño Karl Mark Chichon no pudo incorporarse a los ensayos debido a los "problemas de tráfico aéreos surgidos durante la pasada semana".

"I puritani", estrenada el 25 de enero de 1835, es "el canto del cisne" del compositor siciliano, que murió poco después de su creación.

Su acción se desarrolla cerca de Plymouth, en la Inglaterra en el siglo XVII, en tiempos de Oliver Cromwell, y mezcla el enfrentamiento entre los Puritani y los Stuart, tras la decapitación de Carlos I, con la historia de amor entre Arturo y Elvira.

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