Juan Mayorga profundiza en "El arte de la entrevista" con una cámara de vídeo

  • La cámara de vídeo se convierte en una protagonista más en la obra "El arte de la entrevista", de Juan Mayorga, que se representará en el Teatro María Guerrero de Madrid del 21 de febrero hasta el 13 de abril bajo la dirección de Juan José Afonso.

Isabel Reviejo García

Madrid, 19 feb.- La cámara de vídeo se convierte en una protagonista más en la obra "El arte de la entrevista", de Juan Mayorga, que se representará en el Teatro María Guerrero de Madrid del 21 de febrero hasta el 13 de abril bajo la dirección de Juan José Afonso.

Al igual que ocurría con "El chico de la última fila", también de Mayorga, una tarea escolar se convierte en el detonante de la acción. Aquí, una adolescente comienza a hacer una entrevista a su abuela para presentarla a su profesor de filosofía, y esta conversación, de la que la cámara será testigo, afectará a una tercera persona, la madre de la estudiante.

En la obra conviven tres generaciones distintas que, como ha indicado Afonso en una rueda de prensa celebrada hoy en Madrid, "buscan su espacio y luchan, como todo ser humano, por encontrar la felicidad".

Los rostros de estas tres mujeres son los de Alicia Hermida, Luisa Martín y Elena Rivera -que debuta sobre las tablas con esta obra-; ellas encarnan a unos personajes con los que el espectador "se sentirá identificado" según los problemas que cada uno tenga en su ámbito doméstico, como señala Luisa Martín.

Martín hace hincapié en el importante papel que tiene la cámara de vídeo, que "modifica el estado natural del discurso", y en algunos casos, "nos desinhibe", como ocurre en la función con el personaje de la abuela.

Mayorga se encarga de apuntar que, cuando la cámara pregunta, da la posibilidad de "rescatar el pasado", transformando de esta forma la vida presente de la familia. "Nada es tan imprevisible como el pasado", añade, defendiendo que la percepción es algo que cambia constantemente, ya que "el tiempo es el que subraya y tacha".

El autor, cuyas obras inundan la programación teatral actual -esta temporada se representarán un total de siete de sus trabajos-, se muestra emocionado por estrenar en el María Guerrero, ya que fue el primer lugar en el que vio una representación: "Me enamoré de Nuria Espert y me enamoré del teatro", recuerda Mayorga.

Las confesiones que van apareciendo en la entrevista desencadenan un conflicto, pero como se apresura a matizar el dramaturgo, "no se tiran los 'trastos a la cabeza'": "Hay navaja, pero también mucho amor", adelanta.

Por su parte, Afonso se pronuncia sobre otra esfera que afecta al desarrollo de la acción: "la moral de aquella persona que está detrás de la cámara", es decir, lo que él llama "la ética de la entrevista", vista como "la responsabilidad de que lo que se está diciendo se transmita o no, de que se muestre a los otros".

Algo que tiene hoy en día una mayor trascendencia, debido a la "proliferación de pantallas" que, según Mayorga, hace que nos encontremos en una "exposición permanente" y nos convierte a cada uno de nosotros en actores.

Cuando se cierra el telón, la pelota queda en el campo del espectador, que tendrá que dar su propia interpretación a un texto que, en palabras del autor, no es nada "autoritario": "Va a dividir al patio de butacas, y a crear controversia en el corazón de cada espectador".

Precisamente, este es el motivo por cual Alicia Hermida considera que la representación, a pesar de su apariencia realista, trasciende hasta adquirir un sentido "impreciso e inconcreto".

"Cada uno tiene su verdad, pero no hay verdades totales", afirma la actriz, que cada vez que se enfrenta al público intenta acercarse un poco más al "significado último" de la obra.

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