La abogada y periodista Alicia Huerta construye un "delirante" thriller

  • Madrid.- Un hombre "de plastilina" y una mujer con antecedentes familiares psiquiátricos son la materia de la que se ha servido la abogada y periodista Alicia Huerta para construir "Delirios de persecución", un thriller que explora en la delgada línea que separa la excentricidad de la locura.

La abogada y periodista Alicia Huerta construye un "delirante" thriller
La abogada y periodista Alicia Huerta construye un "delirante" thriller

Madrid.- Un hombre "de plastilina" y una mujer con antecedentes familiares psiquiátricos son la materia de la que se ha servido la abogada y periodista Alicia Huerta para construir "Delirios de persecución", un thriller que explora en la delgada línea que separa la excentricidad de la locura.

Huerta (Madrid, 1965) estudió Derecho, ejerció -y de hecho ejerce, aunque esporádicamente-, se tomó un año sabático y se fue a Italia. Allí se "juntó" con periodistas y descubrió que lo que ellos hacían le encantaba, se volcó en ello y la "ficharon" en cuanto apareció el digital "El imparcial", donde escribe sobre sus aficiones, es decir, el cine y la ópera.

Mientras tanto, siguió dedicándose a otra de sus grandes aficiones, la pintura, a traducir y a escribir su primer libro, aún sin publicar, al que siguió luego "Delirios de persecución", guardada durante tres años en un cajón y con la que ahora debuta en la literatura.

La novela está dedicada a su padre, además de por razones "naturales", porque él es el mayor responsable de que haya salido a la luz, explica la autora en una entrevista con EFE.

"Estuvo muy enfermo hace un año y cuando salió de aquello me dijo que no podía morirse hasta que viera publicada una novela mía. Así que cuando se recuperó, la cogió sin decirme nada y la llevó a una editorial -Edición Personal- y allí le dijeron que sí, que querían publicarla", rememora.

Su idea desde el principio fue tratar un tema que conoció bien hace años, el de los delirios paranoides, porque tuvo relación con dos personas que padecían manía persecutoria.

"Desde entonces me he preguntado qué sucedería si creyeras que hay una especie de conspiración contra ti. Hasta qué punto tendrías credibilidad y qué pasaría si, además, tuvieras antecedentes familiares, es decir cuando fuera muy fácil que te juzgaran sin escucharte".

En los meses que dedicó a documentarse para la novela conoció varios testimonios de enfermos y, entre otros, le impresionó mucho el de una chica de 20 años que le contó que viajando en un autocar se dio cuenta de que los actores que salían en la película que iban viendo "estaban hablando de ella".

Su protagonista siempre fue Claudia y hasta mucho más tarde no apareció Marcos, a quien ella llama el hombre "de plastilina", moldeado siempre por la mujer de turno, "porque no puede estar solo", y lastrado por la culpa que le provoca su indecisión.

Hacia la mitad de la novela, hasta entonces punteada por constantes idas hacia atrás con las que Huerta va desvelando el desarrollo de lo que los médicos diagnostican como un delirio, la trama se pone muchísimo más "negra" y aparecen elementos clásicos como el robo, "los malos", o el tráfico de obras de arte.

Los diálogos, muy abundantes, están escritos como en un guión cinematográfico en el que, se ríe, los personajes han acabado por ir "a su bola". "Se dicen cosas que yo no soy consciente de haber escrito", revela.

Huerta, a quien vuelven "loca" Patricia Highsmith y "A sangre fría", de Truman Capote, ya tiene la tercera novela empezada, también un thriller pero no sabe cuál será el camino que emprenda porque, asegura, entre la "indisciplina" de sus personajes y la suya propia puede suceder cualquier cosa.

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