La Beethovenfest, un festival con solera en busca de la utopía

  • Bonn.- La Beethovenfest, de Bonn, es un festival con solera, pero también con una historia plagada de interrupciones y siempre en busca de la utopía, como explica en una entrevista con Efe su directora artística desde 2004, Ilona Schmiel.

La Beethovenfest, un festival con solera en busca de la utopía
La Beethovenfest, un festival con solera en busca de la utopía

Bonn.- La Beethovenfest, de Bonn, es un festival con solera, pero también con una historia plagada de interrupciones y siempre en busca de la utopía, como explica en una entrevista con Efe su directora artística desde 2004, Ilona Schmiel.

Se remonta a 1845 cuando con motivo de la inauguración del monumento al compositor en la plaza de la catedral se organizó un festival de tres días en el que dirigieron Franz Liszt y Louis Spohr y al que asistió un público ilustre que incluía, entre otros, al rey Federico de Prusia, a la reina Victoria de Inglaterra, al científico Alexander von Humboldt y al compositor Héctor Berlioz.

En la última década de ese siglo hubo otros festivales dedicados al hijo más ilustre de la ciudad, con participación, entre otros, del famoso violinista Josef Joachim, pero el moderno festival nació en 1931 con la pianista Elly Ney, aunque desde 1934 y hasta el final de la guerra, el régimen nazi "se apropiara" de él, explica la directora.

Sólo después de la II Guerra Mundial, la entonces capital de la Alemania Federal decidió organizar cada dos o tres años el festival, que consiguió atraer a intérpretes de la talla de Böhm, Karajan o Leonard Bernstein hasta que en 1993 "absurdamente", comenta Schmiel, con motivo del traslado de la capital a Berlín, la ciudad decide suspenderlo.

Una decisión revisada cuatro años más tarde gracias a las presiones de una iniciativa popular.

Como señala Schmiel, Beethoven no presenta ninguno de los problemas que tendría Wagner, y entre los visitantes extranjeros hay este año, como en otros anteriores, numerosos ciudadanos israelíes.

El año próximo, adelanta la directora artística a Efe, con motivo de la celebración del bicentenario de Franz Liszt se ha invitado a la Orquesta Filarmónica de Israel, que interpretará los famosos "Preludios", una pieza de la que se apropiaron también los nazis para introducir su revista semanal de noticias.

El festival puede tener una historia muy accidentada, debido a la propia historia alemana, pero "la utopía permanece", según Schmiel, para quien la Beethovenfest es fiel al espíritu utópico del compositor, un adelantado en todos los sentidos.

"Se trata de traer todos los años a los más interesantes intérpretes de Beethoven, siguiendo la tradición innovadora del propio Liszt", señala la directora, que pone como ejemplo de ese enfoque a la Deutsche Kammerphilharmonie de Bremen, bajo Paavo Järvi, que lleva seis años acudiendo al festival y cuyas interpretaciones han sido acogidas con entusiasmo.

Dentro de ese espíritu innovador se ha invitado a la pianista venezolana Gabriela Montero o al percusionista Martin Grubinger, que igual interpreta a Xenakis que improvisa con otros instrumentistas en un ambiente distendido y nada formal, o al violinista británico Daniel Hope, que alterna o combina el barroco con el rock.

Preguntada por los próximos desafíos, la directora de la Beethovenfest cita el proyecto de crear un nuevo auditorio con dos salas, una con capacidad para 1.500 personas y otra más pequeña para 600.

Ésta última estaría destinada a la música de cámara pues hoy la sala anexa a la casa natal de Beethoven, pese a su bello trazado en forma de anfiteatro y a su excelente acústica, sólo acoge a 200.

Para el diseño se convocó un concurso internacional y los dos finalistas son Zaha Hadid, de Londres, con un edificio que parece un diamante tallado, y Hermann & Valentiny, de Luxemburgo, cuya propuesta tiene forma de olas.

Ahora sólo basta lo más difícil, pues el nuevo edificio debería sustituir a la actual Beethovenhalle, edificio que data de 1959 y que está protegido.

El festival se esfuerza, explica Schmiel, en atraer a un público joven, junto al tradicional, no sólo gracias al carácter innovador del programa, sino ofreciendo un contingente limitado de entradas en la Beethovenhalle por sólo 10 dólares y que permite sentarse en cualquier lugar que haya quedado libre.

En cuanto a la procedencia de los visitantes, Schmiel señaló que el ochenta por ciento restante, de Bonn y su región, el diez por ciento del resto de Alemania, y otro diez por ciento de otros países europeos, de América, Japón o Australia.

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