La hija de Charlie Rivel pasea su palmito de un siglo de circo en Madrid

  • Paulina Andreu Rivel Shumann (Barcelona, 1921) reúne en su ADN cuatro generaciones de circo, del que ella fue una de sus más brillantes representantes a lomos de un caballo y la perfecta "partenaire" de su padre, el mítico Charlie Rivel, una historia que se resume en la exposición que hoy inaugura el Price.

Madrid, 20 sep.- Paulina Andreu Rivel Shumann (Barcelona, 1921) reúne en su ADN cuatro generaciones de circo, del que ella fue una de sus más brillantes representantes a lomos de un caballo y la perfecta "partenaire" de su padre, el mítico Charlie Rivel, una historia que se resume en la exposición que hoy inaugura el Price.

"Es una pequeña pero encantadora exposición, suficiente para entender lo que la familia Rivel -el apodo de los Andreu- y Schumann -la que se convirtió en la de Paulina por matrimonio- fue en el circo", ha explicado Pere Pinyol, director del Teatro Circo Price, donde la muestra estará abierta hasta el 16 de octubre.

Jordi Jané, comisario de "Un siglo de circo" junto a Raffaele de Ritis, ha subrayado que Paulina Andreu es una figura "prácticamente irrepetible", y ha querido estar en la inauguración a pesar de lo "duro" que le resulta un viaje desde Barcelona en coche, el único medio de transporte que contempla.

El objetivo de la muestra, que ya ha podido verse en Barcelona, es dar a conocer a una artista que triunfó en toda Europa, con las familias reales de Suecia y Dinamarca en todos sus estrenos, pero que nunca actuó en España.

Acróbata, equilibrista y música desde que debutó con 6 años imitando a Josephine Baker, empezó su carrera como "ecuyère" al casarse con el danés Albert Shumann, uno de los hijos del mayor empresario circense dedicado a los caballos.

"Sin dominar el mundo ecuestre logró cambiar toda su estética y convertirse en la más glamourosa de las amazonas. Luego se convertiría en la mejor 'partenaire' de los espectáculos de su padre", ha asegurado Jané.

En el Price, además de un "túnel" que explica la trayectoria paralela de los Rivel y de los Shumann y una sala en la que se proyectan algunas de las mejores actuaciones de la caballista, se puede ver una actuación de tres minutos de Rivel y su hija con los trajes que ambos llevaban, además de sus cajas de pinturas, la peluca de la calva y la nariz.

Exhibiendo un cuerpo, cara, pelo y manos de "unas magníficas e increíbles 90 primaveras", una edad que sólo delata su dificultad para oír, la artista, que se retiró tras la muerte de su padre, en 1983, ha querido contar anécdotas relacionadas con el vestuario de alguno de sus espectáculos ecuestres y trucos de realización.

"En el circo antes uno tenía que hacer de todo y si lo hacías bien acababas siendo una princesa a la que todo el mundo adoraba", ha afirmado entre risas.

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