"La Judith de Shimoda", un inédito de Brecht sobre el mito de la geisha Okichi

  • Madrid.- "Sólo vivo para mostrar como tratáis a las mujeres en este país", dice la geisha Okichi a quienes la usaron y luego repudiaron en "La Judith de Shimoda", una obra de Bertolt Brecht inédita hasta ahora en español en la que el autor denuncia la ligereza con la que los poderosos del mundo toman sus decisiones.

"La Judith de Shimoda", un inédito de Brecht sobre el mito de la geisha Okichi
"La Judith de Shimoda", un inédito de Brecht sobre el mito de la geisha Okichi

Madrid.- "Sólo vivo para mostrar como tratáis a las mujeres en este país", dice la geisha Okichi a quienes la usaron y luego repudiaron en "La Judith de Shimoda", una obra de Bertolt Brecht inédita hasta ahora en español en la que el autor denuncia la ligereza con la que los poderosos del mundo toman sus decisiones.

En 1940, este "peligroso comunista y traidor" alemán (Augsburgo, 1898-Berlín, 1956) había llegado a Finlandia en su periplo de exiliado, comenzado siete años antes, y allí se alojaba en casa de la escritora Hella Wuolijoki, que le hizo leer "Chink Okichi", de Yamamoto Yuzo, cuyos derechos había adquirido.

Lo cierto es que el libro, que contenía tres obras de Yamamoto Yuzo, publicadas en Tokio en 1935 y distribuidas sólo en el norte de Europa, no atraía demasiado a Wuolijoki, por la misma razón por la que fascinaba a Brecht: era "demasiado épica".

A la finlandesa también le había parecido "épica" la "expropiación y apropiación" que había hecho Brecht de su comedia "La princesa del serrín", que él convirtió en "El señor Puntila y su criado Matti", según cuenta el estudioso alemán que descubrió en 2006 el manuscrito de "La Judith de Shimoda", Hans Peter Neureuter, que ahora publica en España Alianza.

En medio de las tensiones entre ambos por el "adueñamiento" indebido, el alemán se empeñó en dar "una nueva forma", "una revisión crítica", a la obra del japonés.

Mientras que Yamamoto Yuzo se centra en contar cuál fue el sacrificio, el "martirologio" de la geisha, un personaje real, a Brecht le interesa la vida de la heroína "después de su acto heroico", su feminismo y su crítica al patriotismo al servicio de los poderosos.

La historia empieza cuando Japón se abre tímidamente a Occidente, y Estados Unidos logra imponer un cónsul, Townsend Harris, al que hacen en Shimoda la vida bastante difícil porque siguen vigentes las leyes que prohíben el trato con extranjeros.

Tras presionar mucho a Okichi, ésta accede a acudir a casa de Harris a "aplacarle", pero no porque su prometido, un "corruptible" que le presiona para que diga que sí, vaya a recibir mejor trabajo o "una espada", sino porque cree que así salva a su ciudad del bombardeo con el que amenaza el cónsul.

A pesar de su reticencia a aceptar esa "proposición indecente" -"no pierde mucho con ese tipo, no, pero pierde todo lo que tiene"- acaba pasando la velada con él y, aunque apacigua al americano, es vilipendiada por quienes la "contrataron" y por los ciudadanos, que la llaman "la puta de los americanos".

Brecht resume el texto de Yuzo donde se narra el acto heroico mismo, reorganiza pasajes, añade fragmentos y escribe interludios con nuevos personajes: el político y magnate de los medios de comunicación japonés Akimura; un orientalista inglés, Clive; una periodista americana, Ray; y un poeta japonés, Kito.

Esos personajes asisten a una representación teatral de "La Judith de Shimoda" en casa de Akimura y van comentando por escenas la obra, con lo que se crea el "distanciamiento" brechtiano.

Sus comentarios acentúan la distancia, la grieta que separa al mito de la realidad, la leyenda de la vida, y se reelabora su "biografía" pero al estilo de Guillermo Tell o Judith después de sus actos heroicos.

Concha Barrigós

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